A little push (Priv. Arantza - Valerya)

Sabía que Arantza no era una mujer que tolerara esperar y hacer esperar a otros (Típico de un abogado que exigía puntualidad la gran mayoría de las veces) y Val lo comprendía muy bien. Quince minutos fueron quince minutos y, más temprano que tarde, vio a su amiga desplomarse en la silla y disculparse para luego apuntar triunfante con el dedo. La demona dio una calada sonriendo y terminó de apagar el cigarrillo en el cenicero cercano.

- Por Dios, luces terribles y ni ese poderoso maquillaje te tapó las ojeras, jajaja - Se acomoda mejor en la silla - Bienvenida, tesoro ¿Lista para ordenar? Hoy me pagaron así que yo invito.

Incluso si no se trataba de una persona demasiado sociable, irónicamente, portaba un aire cómico y extrañamente animoso hacia las poca gente con la que desarrollaba un lazo. Revisó el menú por unos momentos antes de alzar la vista a su compañera que necesitaba tomarse unos minutos para aliviar la cabeza de los pesares laborales. 

- A juzgar por tu agotamiento, déjame adivinar ¿Clientes pesados? - El mesero del principio, al notar la nueva presencia, no tardó en acudir a ambas para tomar la orden - Un café Macchiato, por favor ¿Y a ti que se te antoja, Ari?

Otra risilla escapó ante sus palabras. Lo cierto es que su amiga siempre era recatada y evitaba las groserías, pero una vez la paciencia se le colmaba ya no había vuelta atrás y hasta era capaz de sacar el vocabulario de marinero que muchos albergaban.

- Creo que también acompañaré mi café con un par de croissants. Muchas gracias - Entregó la carta al mesero quien se aseguró de anotar todo. Hasta tanto, la demona buscó algo en su bolso encontrando una liga y un par de toallas desmaquillantes - Ten. Para el cabello y por si quieres limpiarte la cara. Si yo fuera tú, iría ahora mismo al tocador para ganar tiempo. - Le guiña un ojo - Pero no prometo que no me comeré tu sándwich de pollo.

Bromeaba, claro que no sería capaz (¿Oh si?). El relato de Arantza no le sorprendía en lo más mínimo, más no disimuló el desagrado compartido respecto a esos clientes tacaños que terminaban haciendo el proceso jurídico más jodido de lo que ya era.

- Ay cariño, lo lamento. Es una mierda, lo se. Pero ya sabes... "Gajes del oficio" - Hace comillas con los dedos hablando en tono sarcástico - El día ya terminó así que mejor Relájate y desquita tus frustraciones conmigo. Por ahora te diré que estoy muy bien, pero te contaré más luego de que vayas a lavarte la cara y te quites la sensación de bochorno ¿De acuerdo?

Esperó paciente y daba golpecitos en la mesa con dos dedos. Ciertamente tenía muchas ganas de fumarse otro cigarro, pero no quería estropear la merienda y mucho menos el olfato de Arantza. Ya eran demasiadas emociones poco gratas para un solo día. Sintió alivio al verla regresar ya más tranquila y guardó el resto de sus paños húmedos justo a tiempo que el pedido para ambas llegaba.

- No hay de que, tesoro. - Se acomoda en su asiento agradeciendo al hombre en el proceso - Mi apestoso trabajo va de perlas, pero estoy considerando seriamente tomarme unas vacaciones. - Revuelve un poco el café dándole un buen sorbo. Estaba suave y delicioso. No existía una sensación más agradable que esa - Éstos idiotas del departamento policial si que son unos insensibles. Hacer retratos hablados de víctimas sin identificar, criminales y hasta posibles aspectos físicos de la etapa adulta o de tercera edad, superan por mucho mi capacidad. - Suspira - Mi muñeca ya está empezando a sufrir los primeros estragos de una posible tendinitis y, créeme, no quiero arriesgarme a contraer Tunel de Carpo a futuro. Dicen que duele como la mierda - Ríe nuevamente recargándose al respaldar de la silla - Pero eso es todo lo "interesante" que tengo para contar. Mejor ya no hablemos de ésta vieja resentida con la vida ¿Qué más me puedes contar de éstos últimos días?

- Si mamá. Ya te oí.

Respondió en forma infantil riéndose y comiendo uno de los bocadillos que pidió para si misma. No era sarcasmo ni se estaba burlando. Viniendo de la otra rubia, sus consejos siempre eran bienvenidos porque le garantizaban las mejores soluciones casi siempre. Si bien Arantza era consciente del nefasto estilo de vida oculto que llevaba, tampoco interfería (Sin mencionar que le salvó el pellejo en más de una ocasión por el consumo de estupefacientes). De vez en cuando usaba una pequeña férula para contrarrestar esos molestos dolores, pero si... Efectivamente la atención médica era primordial si quería ahorrarse una cirugía que la dejaría inhabilitada por un par de años como mucho.

Contempló a la chica beber su café con calma, pero si dándole un profundo sorbo contrarrestando el cansancio que cargaba tras su espalda. La demona se cruzó de brazos por un momento escuchando, apenas, el comienzo de esa historia.

- Oh vamos, ya conoces el dicho: Hay muchos peces en el mar. Pero en vista de que estás muy encaprichada con el tal Erik, dame un poco más de detalles ¿Volvieron a encontrarse o planificaron algo? He oído que tanto París como Mist Mistery estarán invadidos por una festividad propia del día de los enamorados y con un centenar de estrellas a bordo. En lo personal no me interesa ninguna, pero de seguro habrán otras actividades para disfrutar. Ésta podría significar una gran oportunidad para ti ¿No crees?

Ciertamente lamentaba en el fondo no poder darle a su amiga las verdaderas respuestas que necesitaba si lo que buscaba era armar una relación solida o más seria como suelen decir ahora. Se quedó pensativa por unos segundos dándole otro sorbo al café para idear un argumento válido.

- Hmm... Mra, con sinceridad, no creo que seas una estúpida ni mucho menos una ridícula. Eres una mujer que a muy corta edad ha logrado realizarse y ser independiente lo cual es muy raro de ver hoy en día dentro de ese rango. Quiero pensar que el haber obtenido lo que necesitabas para garantizarte una óptima calidad de vida te ha llevado a buscar, inconscientemente, un alma gemela con la cual compartir el resto de tus días y formar una familia.... Pff - Se tapa la boca - Lo lamento, he leído demasiados libros de psicología últimamente. Como sea, ejem... - Pausa - Comprendo que has estado con muchas personas buscando alimentarte y mantener tu cordura a raya, pero si realmente sientes que ésta persona ha despertado en ti un no se que, que te altera las hormonas como puberto en su primera clase de educación sexual, bueno... - Se encoje de hombros - Ni modo, mija. Dele pa' adelante.

Siempre con ese toque ácido y burlón, Valerya se consideraba la persona más elegante para aconsejar. No gozaba de ese don como bien podía tenerlo Arantza gracias a sus habilidades para declamar. Aún así, tampoco era tan pesimista como para decirle la clasíca frase de que el tal Erik Rohde no valía la pena o era, posiblemente, un tarado inseguro que no sabía ni que hacer con su propia vida. No lo conocía por si misma para sacar tal conclusión. 

- Si quiere verte es buena señal. Ya dijiste que ha sido atento pese a todo. Bueno, ahí lo tienes - Guiña un ojo - Es un comienzo. Fuera del buen sexo que mencionas, puede que sea tímido en otras cuestiones, no lo sé. 

- Ay vamos Arantza. Mis años trabajando en ese asqueroso departamento policial me enseñó muchas cosas respecto a los deseos o intenciones ajenas. Dices que no te estás proyectando para tener una vida entera junto a su persona, pero el solo hecho de que es la primera vez que sientes un enamoramiento tan intenso me dice lo contrario. Además... - Sonríe ladina - A ti te encantan los niños y tienes un talento bastante natural con ellos. Serías la madre ejemplar.

La merienda se acababa poco a poco y la charada continuaba sin prisas. La otra rubia se veía decidida a dar el siguiente paso y eso estaba bien. Valerya no tenía esa suerte, pero tampoco es que la buscase pues su cabeza yacía muy ocupada en otros asuntos más personales. Empezó a comerse el último panecillo dulce pensando con detenimiento que decir.

- Si es lo que buscas, hazlo entonces. Date esa pequeña oportunidad de tener a un hombre solo para ti sola que te ame, respete y fornique como si no hubiese un mañana, jajajajaja.