Post by Nasra Haidar on Nov 13, 2021 3:32:08 GMT
EuroDisney, otro de los tantos imperios de Mickey Mouse y el capitalismo… ¡suerte que a él no le importara absolutamente ni un poco! No, nada podía importarle en aquel día que presagiaba ser perfecto o casi perfecto por no ser a causa de cuatro pequeños estorbos que lo miraban con curiosidad.
Sus hijos ya hacían vestidos de cuatro de los siete enanos de Blanca Nieves. Zafir como Doc, Namir como Tontín, Ahmed como Gruñón e Ikram como Dormilón. La mitad de sus hijos no parecían nada contentos con tal decisión, pero nuevamente, nada le arruinaría tal cosa; quizás su Seina no vestiría cómo Blanca Nieves, pues en un parque como aquel no permitían disfraces en adultos, pero él podía imaginar.
¿Y a qué hora llegaba su mejor amigo? Habían quedado de verse dentro del parque, justo en la fuente. Él ya había rentado una carriola doble, por si alguno de los niños, excluyendo al bebé, quería tomar el lugar libre.
También contaba con una mochila llena de snacks de todo tipo y de bebidas para compartir. Bloqueador y batería portátil, además de un cambio de ropa para todos. Se había preparado como nunca, viendo una docena de videos en internet donde reseñaban cosas indispensables para ir en familia...
Familia. La idea hizo que su corazón palpitara con emoción y a la vez, que una opresión en el pecho surgiera, ahogando al grado de sentir que no podía respirar y de que sus ojos se humedecieran. Porque su Seina decía que esos cuatro niños eran como sus hijos y él mismo veía a Hannan como a su princesa; ¿no sería todo más bello y fácil si fuera real y no un simple decir? Pero no podía ser y aquel no era lugar para llorar por una fantasía imposible.
—Quiero papitas. —Namir lo jalaba del pantalón, distrayéndolo de sus ideas amargas —. ¿Puedo tener papitas, por favor?
—No. Es muy temprano para eso y después no podrás subir a los juegos — su voz monótona, sin prestar realmente atención en sus niños.
—No quiero subir a los juegos, quiero papitas—. Namir estiraba sus pequeñas manos, esperando que se le concediera aquel capricho de comida chatarra; no estaba acostumbrado a ser rechazado.
Nasra por fin lo miró, contemplando esos ojos violetas tan similares a los suyos. Estaban húmedos, seña de que en pocos segundos comenzaría a llorar de no obtener lo que quería; ¿no era su hijo tan parecido a él? Ambos lloraban por lo que no podían tener.
Resignado, buscó en la mochila colgada a la carriola hasta encontrar el empaque de frituras sabor a queso; la abrió con cuidado de no reventarla, arrugando la nariz ante el aroma. Namir casi saltaba de la emoción por su comida y Nasra no pudo mas que sonreír ante tal escena, ojalá él pudiera obtener tan fácil su deseo.
Apenas entregar la bolsa, volvió la mirada al frente; había tantas personas, que casi era la sensación de tener a todo París ahí. Todos parecían tan alegres y sonrientes, ¿habría alguno que sufriera por amor como él?.. No, no podía seguir pensando en ello, nada le iba a arruinar su día, ni siquiera él mismo. Se obligó a sonreir.
Pero su sonrisa perdió toda falsedad al notar a la pequeña niña de cabello negro y ojos ligeramente rasgados que jalaba con estusiasmo a un galante hombre, que atraía toda las miradas; por su atractivo o por lo exotico que resultaba.
—¡Mi Seina!, ¡mi Seina! —comenzó a gritar, e Ikram al instante pataleó en la carriola por el ruido.
Empujó la carriola, comenzando su encuentro con el par; sus hijos, por suerte, habían sido educados en que no debían separarse de él, así que no tardaron en seguirlos. Namir completamente entretenido en llenar su boca de papas, Zafir con vista fija en Hannan y Ahmed…
—Papá dice que tú eres Blanca Nieves. —Ahmed había alcanzado a Seina, identificándolo a pesar de ser aun pequeño. —No pareces ella…¡yo quiero ir a ver a los piratas!, ¡vamos a ver a los piratas! — señaló a Hannan —. Ella es igualita a la bruja Catsup.
Sí, ahora todo estaba bien, porque aunque aun dolía la idea de que aquello no era como en sus fantasías, era un momento para compartir con el kitsune y su princesa, y él podía conformarse con cualquier cosa que Seina quisiera darle.