Lost [Privado]

Aristóteles era una de esas personas con el extraño don de siempre verse relajado y sin preocupación alguna, aún cuando la realidad era la contraria. Entre la universidad y su trabajo el joven hiena apenas y podía mantener algo de su sanidad mental a flote, varias noches despierto a base de cantidades absurdas de cafeína y mezclas extrañas de bebidas energéticas habían logrado que por fin lograra su cometido, sobrevivir a un semestre más.


-¡Libre, al fin! -diría en un murmullo que acabaría con un pequeño quejido cuando estiraba sus brazos hacia el cielo. Aris volteó su vista hacia las nubes por un momento, estar al aire libre le ayudaba a levantarle los ánimos, en especial cuando recordaba que técnicamente no estaba del todo en libertad, pues aún tenía su puesto nocturno en el bar para el que trabajaba...

Aristóteles comenzó su caminata por el parque como si de un hombre renovado se tratara, en su mente iba tarareando una canción que había escuchado días atrás y no se había podido quitar de la cabeza. Su rumbo iba directo hacia la estación de tren, pero un singular aroma le detuvo en sus pasos, el dulce olor a postres callejeros recién orneados. A ese punto su adicción al azúcar era más grande que su adicción al tabaco, pues volvió a guardar los cigarrillos que estuvo a punto de sacar dentro de su bolsillo y se encaminó directo hacia el puestecito de comida, o eso hubiera hecho, si casi no chocara con alguien que estaba agachado en el suelo.


-Ehh no mames -expresó con su dialecto tan refinado de siempre.- ¡Ay! No te vi, perdón dude, ¿estás bien? ¿Por qué andas tirado ahí carnal? Te van a pisar, levántate -decía mientras hacía justamente lo contrario y se ponía en cuclillas frente al desconocido.