Globos (Abierto)

Por más que le encantase Mystery City nada se comparaba a la superfície, especialmente en aquella época del año! Paris se veía hermosa bajo las luces de las decoraciones navideñas. Y las atracciones! Ah, las atracciones eran lo mejor! Había pasado la tarde patinando, más bien cayendo pero no le importaba pues la experiencia valía más que un dolor de trasero. Ahora disfrutaba de un descanso bien merecido sabiendo que mañana despertará dolorido, especialmente su trasero.

Había encontrado algo como una pequeña feria. Había algunos juegos, atracciones y mucha, mucha comida! Estaba hambriento así que no hesitó en pasar por los puestos de comida, pidiendo todo lo que la gula en él demandaba. También paró en un puesto de globos. Eran de helio, aunque Hugo solo los conocía como globos que se quedan atascados en el techo si los sueltas. Eran globos especiales!

Estaban dando mordidas en su sobredosis de azúcar, manchando sus labios con ese dulce polvo blanco cuando una multitud llamó su atención. Se acercó, curioso como era, para terminar más que encantado al ver que era un payaso! ¡Le encantan los payasos! Usaban ropas de colores brillantes y le gustaban los colores vibrantes.

Junto con el grupo río animadamente, aplaudiendo y balanceando su cabeza alegremente, tal cual un niño. Tristemente no pudo pedir al Sr. Payaso uno de sus famosos sombreros de globos, ya llevaba una gorra así que no podía usarlo. ¡Al menos tuvo un perrito! Algo era algo y lamentó tristemente cuando aquella actuación llegó a su fin. Quería más!

Su expresión de tristeza duró poco cuando se alejó y siguió caminando por el lugar. Consideró por momentos si debería comprar algo más de comer mas ya se encontraba lleno y aún tenía una bolsa con algunos churros. Mientras acomodaba las bolsas uno de sus globos de soltó del agarre en su muñeca y empezó a subir.

-Nooo, mi globo! -lloriqueó y brincó inútilmente, tratando de alcanzarlo con su mísera baja estatura.

El globo siguió subiendo y subiendo hasta el hilo quedar atrapado en las ramas de un árbol. Eso no fue un consuelo pues el árbol era demasiado alto. Ah, si estuviera allá abajo! Se transformaría en su forma de pandita rojo y subiría, pero en el mundo de arriba no podía hacerlo… Era frustrante! Tan cerca y tan lejos, su globo. Tan fácilmente podría recuperarlo, pero el método era imposible.

No se movió, su cabeza siguió hacia atrás, mirando tristemente su globo especial. Aun tenía el que le regaló el Sr. Payaso, pero ese globo no era “mágico”. Si lo soltase se caería el piso, pero el otro globo siempre seguiría subiendo sin importar qué. Siempre flotaría y por eso era único.