Post by Sally on Jan 9, 2022 22:39:28 GMT
Estaba cansado, algo nada nuevo para Sally.
La oscuridad en el área era perfecta para su acompañante, pero no mentía que le gustaría ver un poco de sol en estos momentos. Dentro de sus 28 años de vida solo ha sentido el sol de manera contada, principalmente por su antiguo encierro y ahora para proteger a Nervo -Deberías dormir Sally- la pequeña le trae un vaso de agua mientras el peliverde trabaja en su pedido -Gracias, pero debo terminar esto para hoy- tenía menos de una hora para buscar a su comprador, necesitaba ahorrar para conseguirle un mejor hogar a la niña.
Nervo no hace más que una pequeña mueca, aunque igual logra entender la situación, así que no insiste con ello -¿Puedo entregar el pedido?- Sally le voltea con un rostro algo preocupado, pero su tono sigue siendo tranquilo como siempre -No, tu te quedas aquí- voltea al reloj, para darle una excusa -El sol saldrá en un par de horas, no puedo arriesgarte con esta salida, ya para otra- sin ganas de seguir con la conversación, Sally empaca con cuidado los alucinógenos y se dirige a la puerta -Procuraré llegar rápido, ya te sabes las reglas- la niña asiente, sin mucho gusto de quedarse sola. Por aquel gesto Sally le acaricia su cabello, igualmente no gustaba dejarla aquí -Prometo traerte una sorpresa- los ojos de la contraria brillan ante ello -¡Más te vale! Aquí te espero-.
Con esa afirmación el peliverde acelera el paso de su escondite y se dirige a los centros de su distrito.
Procura taparse con una sudadera oscura, portando en sus bolsillos su pedido, un celular desechable y una navaja para cualquier circunstancia; llevaba rato caminando hasta llegar cerca de un bar como su punto de reunión. Esperó alrededor de veinte minutos y nada -¿Dónde está?- gruñía con la espera y sacaba su celular para mandarle un mensaje a su comprador “¿Dónde estás? Estoy justo donde acordamos” y luego, ninguna respuesta -Maldita sea- hacía frío y el cansancio no ayudaba. Se cruza de brazos y se apoya en una pared, esperando…
La oscuridad en el área era perfecta para su acompañante, pero no mentía que le gustaría ver un poco de sol en estos momentos. Dentro de sus 28 años de vida solo ha sentido el sol de manera contada, principalmente por su antiguo encierro y ahora para proteger a Nervo -Deberías dormir Sally- la pequeña le trae un vaso de agua mientras el peliverde trabaja en su pedido -Gracias, pero debo terminar esto para hoy- tenía menos de una hora para buscar a su comprador, necesitaba ahorrar para conseguirle un mejor hogar a la niña.
Nervo no hace más que una pequeña mueca, aunque igual logra entender la situación, así que no insiste con ello -¿Puedo entregar el pedido?- Sally le voltea con un rostro algo preocupado, pero su tono sigue siendo tranquilo como siempre -No, tu te quedas aquí- voltea al reloj, para darle una excusa -El sol saldrá en un par de horas, no puedo arriesgarte con esta salida, ya para otra- sin ganas de seguir con la conversación, Sally empaca con cuidado los alucinógenos y se dirige a la puerta -Procuraré llegar rápido, ya te sabes las reglas- la niña asiente, sin mucho gusto de quedarse sola. Por aquel gesto Sally le acaricia su cabello, igualmente no gustaba dejarla aquí -Prometo traerte una sorpresa- los ojos de la contraria brillan ante ello -¡Más te vale! Aquí te espero-.
Con esa afirmación el peliverde acelera el paso de su escondite y se dirige a los centros de su distrito.
Procura taparse con una sudadera oscura, portando en sus bolsillos su pedido, un celular desechable y una navaja para cualquier circunstancia; llevaba rato caminando hasta llegar cerca de un bar como su punto de reunión. Esperó alrededor de veinte minutos y nada -¿Dónde está?- gruñía con la espera y sacaba su celular para mandarle un mensaje a su comprador “¿Dónde estás? Estoy justo donde acordamos” y luego, ninguna respuesta -Maldita sea- hacía frío y el cansancio no ayudaba. Se cruza de brazos y se apoya en una pared, esperando…