Es una Locura (Priv. con Louis Black) +18

Louis tenía muchos sentimientos encontrados respecto al felino. A pesar de que todos le decían lo que pasaba con él y Ezra, estaba seguro que no era verdad. Cortó con Taylor por muchos factores, no era a causa de Ezra... entonces por que se sintió tan horrible cuando dijo en el chat que no lo quería así?

Le tomó varios días de introspección darse cuenta de sus verdaderos sentimientos, pero aún así no los terminaba de aceptar. En especial ahora que tenía en claro lo que el otro sentía hacia él... aunque su plática con Daiki le causaba conflictos sin parar.

Puso todo eso a un lado para arreglarse para la fiesta, usando un traje verde oscuro para darle un poco de vida a su imagen sin resaltar demasiado, complementando sus ojos esmeralda. Dejó a Valery y Rory arreglándose, enviando un texto a Ezra mientras salía de la casa.

Al ver a Ezra en bata y sin vestir hizo una mueca de amargado, llevándose los dedos a pellizcarse el puente de la nariz y suspirar exhasperado mientras entraba a la casa.

-"Cada día pones mi paciencia más y más a prueba, Ezrael"-se quejó con un gruñido, rodando los ojos y metiendo sus manos a los bolsillos.

Lo siguió sin quejarse demasiado, viendo el atuendo en la silla y sentándose al borde de la cama.

-"Que bueno que vine antes, imagino que si hubiera venido por ti a la hora exacta seguirías igual, o me equivoco?"- dijo con sarcasmo y ladeando un poco la cabeza, su cabello negro enmarcando como cortina su blanco rostro mientras le lanzaba una sonrisa ladina.

Asintió a lo del corsé, aunque volviendo a rodar los ojos por un segundo pero sin perder la sonrisa.

-"Claro. Te lo pondrás abajo o encima de la ropa?"

Frunció un poco el ceño y apretó los labios ante su pregunta, recuperando un poco su aire de seriedad. En serio era tan obvio, o solo era una de las muchas burlas constantes de Ezra hacia él?

Se tomó su tiempo para levantarse de la cama, acercándose y tomando el corsé de sus manos tan solo un poco más brusco de lo que esperaba.

-"Al menos podrías ponerte pantalones antes. Si no te conociera mejor, pensaría que intentas seducirme."

Miró al espejo para que su mirada se sostuviera con la de Ezra por apenas una fracción de segundo, como si fuera una forma de decir "Es broma, pero si quieres no es broma" sin necesidad de decir nada, aunque su rostro era frío y serio, sin una pizca de simpatía, sería extraño no interpretarlo en serio.

-"Bien, como te ayudo con esto? No suelo usarlos, lo creas o no, así que no tengo especial experiencia."

"Si quisiera, ya lo hubiera hecho", "si, y al parecer sin querer también", pensó amargamente, aguantándose las ganas de rodar los ojos de nuevo.

Se ruborizó apenas un poco al ver la espalda descubierta del muchacho, pero en su piel tan blanca era sumamente notorio, por lo que desvió un poco el rostro en lo que retomaba la compostura.

-"Tengo manos frías, te aviso para que te prepares mentalmente..."-dijo en voz algo baja, esperando no incomodar a su amigo con la diferencia de temperatura.

Comenzó a apretar el corsé con lentitud, concentrándose en su labor como excusa para no levantar demasiado la mirada. Al principio los roces con su espalda eran totalmente accidentales, pero empezaba a disfrutar los escalofríos que causaba, así que pronto se volvieron más frecuentes y duraban un poco más, jugando con la línea entre roces y caricias, pero aún sin buscar el contacto visual directo.

Verlo mover la cadera le sacó una sonrisa ladina y pícara, levantando la cabeza para buscar su mirada a través del espejo mientras jalaba los hilos del corsé un poco más fuerte y brusco de lo necesario.

-"Deja de moverte tanto o vamos a estar aquí todo el día"-lo reprimió, pero no era la misma voz que usaba siempre para reclamarle. Era suave, casi aterciopelada, y la sonrisa no había dejado sus labios.

Sus ojos verdes y felinos estudiaban su rostro a través del espejo, había algo sobre el nerviosismo del gato que le complacía, era diferente que cuando le coqueteaba con el objetivo de molestarlo.

Sin mirar lo que hacía sus manos volvieron a trabajar en el corsé, de nuevo buscando excusas para tocar y rozar la piel del muchacho tanto como podía sin literalmente manosearlo. Quería que dijera algo, que continuara o que lo cortara para ya irse, pero ahora recaía en el moreno.

La sonrisa pícara del vampiro se extendió, ahora mostrando sus colmillos blancos con arrogancia, sus pobladas cejas arqueándose con satisfacción.

Con la mano que tenía libre lo rodeó para tomarlo del mentón y girándolo para que quedaran frente a frente, su otra mano liberándose de su agarre pero sosteniéndolo de la parte baja de su espalda.

Ver directo a sus ojos rosados era algo que ya llevaba tiempo haciendo, no era nada nuevo, pero ahora algo al respecto era tan... distinto. El rubor de sus mejillas combinaba con sus labios, los cuales se veían un poco abusados por sus propios dientes, lo cual solo aceleraba más el ritmo cardiaco del vampiro.

Había tantas cosas que quería decirle. Tanto que le tomaría toda una vida enumerarlas. Pero en lugar de eso solo cerró la poca distancia que había entre ellos, ahora siendo él quien iniciaba el beso, primero gentil y vacilante, dándole la oportunidad de apartarlo si era lo que quería, pero como eso no pasó solo escaló la intensidad, sosteniendo su rostro con ambas manos como si estuviera necesitado de su tacto.

Era algo que se imaginaba desde hace mucho. No solo eso, pero si recapitulaba todas sus interacciones anteriores el coqueteo era definitivamente algo más allá que solo juegos y bromas, y estaba sumamente aliviado.

Una de sus manos bajó desde su rostro hasta su cintura, bajando apenas lo suficiente para sentir la bata de seda, pasando su mano al frente y deshaciendo el nudo para que la prenda cayera al piso, con riesgo de parecer atrevido, pero era algo molesto sentir el bulto de tela ahí.

El beso era profundo, necesitado, incluso algo torpe. Había esperado y fantaseado con este momento por más de lo que quisiera admitir. De vez en cuando paseaba su lengua por la pequeña herida que se había hecho en el labio, lo que solo le daba un extra al beso, y cuando por fin se separó para tomar aire su rostro estaba rojo, con los ojos nublados y la respiración agitada.