|
Post by Maret Benoit on Jan 18, 2022 4:58:07 GMT
Los ojos de Maret se entrecerraron, mirando afilado al rostro de aquel joven que se había vuelto su último estudiante. Desde el inicio de la clase, le había insistido en que le esperara un momento y no le fue difícil imaginar que lo que buscaba era preguntarle por qué no había contestado a sus mensajes, durante Navidad.
¿Era caso importante? No, por supuesto que no lo era y, sin embargo, no pudo evitar escuchar su plática porque algo en su forma de hablar le decía que en verdad le preocupaba no haberlo visto.
Recibiendo su obsequio a cambio de una palmada en la cabeza, el hombre le sonrió para evitar que continuara con ese horrible monólogo que se formaba en el interior de su cabeza. Le dio un abrazo, intentando levantarse sobre las puntas de sus pies para envolverle en su totalidad. Claramente, no fue suficiente para alcanzarle por completo pero, de igual forma rió, intentando apoyar su mentón sobre su hombro para tranquilizarle. Eso debía ser suficiente para que no mirara lo mucho que le estaba molestando.
— ¿Por qué prefieres aclarar algo sobre mí con un extraño? Sobre todo con uno que te dice que no le agrado.
Sus palabras salieron en un susurro sólo para él y, como si no fuera suficiente la horrible idea que le traía pensar en aquel joven, sus ojos dorados le visualizaron al frente, mirándolos.
Maret miró a Renan en silencio, sin romper el abrazo que tenía con su alumno. ¿Por qué demonios no se iba? ¿Acaso otra vez se daría un incómodo encuentro? La última vez que le vio fue en esa tonta prueba para ascender de puesto y estaba seguro que le había mirado en televisión. Qué cansado era mantener todo eso. Pero aún así, repitiéndole que no le detestaba y que las próximas festividades estaría con él, tuvo que terminar con aquel gesto y se despidió, agradeciendo sus atenciones.
Giedrè dio media vuelta, agitando la mano para despedirse un poco más aliviado. Maret hizo lo mismo y, en cuanto le perdió de vista, tuvo que llenar sus pulmones con aire y soltar todo, en un largo y necesitado suspiro. Por supuesto que no odiaba a aquel otro pero era imposible hacérselo saber de buenas a primeras y en ocasiones le cansaba, como hoy. Navidad se llevaba todas sus energías y no tenía forma de ocultar su notable cansancio.
Maret tomó su portafolio y el par de bolsas que llevaba ese día e intentando ignorar la enorme necesidad que tenía por decirle un par de cosas a aquel otro, prefirió dar media vuelta y seguir con su rutina de volver a casa. Las pláticas entre ellos se habían dado lo suficientemente mal como para rematar con una tercera que no estaba seguro si podría sobre llevarle. Aún así, pudo diferenciar el sonido de la suela en su pisada y supo entonces que debía parar.
El hombre castaño miró a aquel joven de cabellos blancos a la cara.— ¿Te debo algo o similar? ¿O a qué se debe que quieras acompañarme ésta tarde?
|
|
|
Post by Renan Milovan on Jan 20, 2022 8:03:10 GMT
Una sensación incómoda se asentaba en su estómago mientras observaba aquella escena entre Giedrè y Maret. Sabía que este joven y su amigo David se veían aquí a veces mientras ambos se ocupaban de sus propios estudios, así que decidió pasar a ver como iban las cosas, la noche anterior había quedado intregado con las cosas que Giedrè le había contando. "El mundo de verdad es muy pequeño", pensó al llegar y ver con sus propios ojos que Maret de verdad era el tutor que el otro había mencionado. "Al menos es bueno ver que lo puede tratar bien a él".
Después de varios meses de aquel desgradable encuentro en el cementerio, los sentimientos negativos que sentía hacia aquel hombre se habían apagado bastante, pero aún le quedaba una sensación de desconfianza. Tras la charla que tuvieron aquella vez pensó que su actitud era sólo el resultado del disgusto general que sienten muchos hacia cualquier cosa que tenga conexión al gobierno, nada que no le hubiera pasado antes en alguna medida, pero el verlo semanas después participar en aquel circo del que ambos fueron parte le dejó inmensamente confundido. ¿Por qué Maret fue tan lejos en un intento de obtener un puesto en aquel mismo gobierno del que tanto se quejaba?. Las contradicciones eran parte de todos, pero ésta simplemente le intrigaba. Tenía preguntas, y ahora que estaba aquí aprovecharía para encontrar respuestas.
Se quedó unos momentos en la biblioteca para decirle un par de cosas a David y a Giedrè y aprovechó para darle unas palmaditas en el hombro a este último ahora que se veía más tranquilo, pero no dejó que pasara mucho tiempo para no perderle la pista la profesor. Para su suerte no fue nada difícil seguirle el paso, pues aunque lo evitó por completo cuando salió de la biblioteca no parecía querer ocultarse de él. Renan tampoco se molestó en ocultarse—. No necesito el abrazo y la palmadita, gracias —se detuvo en seco cuando el otro volteó a verle, una breve mueca pasó por sus labios—. Pero tengo un par de preguntas, así que te acomparé — dio un par de pasos hasta hallarse al lado de Maret—. Puede que te moleste un rato, me lo debes —elevó la mirada para verle directamente unos instantes— pero de ser posible también quiero evitar eso, no como que sea mi hobby o algo que disfrute —aclaró en lo que no era un muy buen intento de empezar aquella conversación pacíficamente.
Esperó hasta que el profesor retomó su marcha para dar comienzo a su interrogatorio, y con el tomo más neutral que pudo soltó su primera pregunta—. Cuando nos conocimos me dejaste bastante claro que no eras un fan de las autoridades de nuestra ciudad, ¿qué es lo que te hizo querer formar parte de ella cuando viste la oportunidad?
|
|
|
Post by Maret Benoit on Jan 22, 2022 3:25:18 GMT
Los ojos de Maret no dejaron de verle hasta que pudo, finalmente, decirle que estaba ahí para seguirlo. ¿Cómo se suponía que debía reaccionar ante eso además de molesto? Sobretodo cuando tuvo que soportar más de veinte minutos escuchando dudar toda esa sarta de pensamiento invasivos de su alumno hacía él. Vaya que este sujeto era irritable y, aún así, sus labios se curvaron cuando hizo mención de la palabra "deber".
Verlo a su lado le hizo saber que su tarde sería demasiado larga. No escondió un suspiro, hastiado; de modo que iban a darse así las cosas.
— Bueno, deberás disculpar cómo hablo entonces. Supongo que esa es mi manera de tratar las cosas pero es bastante incómodo para muchos, aunque... —Sus ojos giraron, divertidos, pero se detuvieron con él; su ceño se frunció y se inclinó hacia adelante, contra él, para hablarle molesto.— Yo ya te disculpé por dirigirte de esa forma, hacia mí, cuando decidiste decirle todo eso a Giedrè.
Decidió entonces reproducir su rutina. Caminar sintiéndose acompañado por las demás personas era algo que solía hacer, aunque ahora, teniendo a alguien que no quería a su lado, la sensación cambiaba a algo totalmente distinto. No sabía cómo describirlo pero, saber que aquel joven era alguien de armas tomar, le dejaba un sabor agridulce en la boca.
— ¡Oh, Renan! ¡Entonces me viste por televisión! —Maret se detuvo un segundo, escuchando con un atisbo de sorpresa. Una risa salió de su boca y su pecho se infló, ligeramente, y no pudo más que alcanzarle con un paso largo, casi con un pequeño salto.— Dime, ¿me vi bien? ¿No guardaste mi número entonces? ¿No te hubiera gustado citarme por mensaje? Que hagas tiempo en tu apretada agenda es halagador pero, es bastante gracioso que me preguntes eso ahora. Creerás entonces que soy un mentiroso... Aunque, te gustaría eso, ¿no es verdad? Que en verdad yo fuera alguien malo, que lo que te respondiera no fuera cierto. ¿Eso te alegraría?
|
|
|
Post by Renan Milovan on Jan 24, 2022 7:34:56 GMT
Renan arqueó una ceja cuando mencionó lo de Giedrè. Hace unos momentos lo había visto tranquilizando las inquietudes del joven, pero no entendía que tanto le molestaba lo que Renan había dicho la noche anterior. "No es como si esas inquietudes fueran mi culpa, Giedrè ya estaba así desde antes de hablar conmigo", pensó mientras dejaba de fruncir el ceño—. Perfecto, dejémoslo atrás entonces.Yo sólo le conté mi experiencia y él me contó la suya, eso fue todo...Él te aprecia mucho y no creo que mi opinión vaya a cambiar eso, y tampoco es mi intención ponerlo en tu contra, así que puedes estar tranquilo —contestó a aquello que le sonaba a reclamo con el tono más neutral que pudo. No quería echar las cosas a perder cuando apenas iniciaban una conversación, y tampoco quería alargarla más de lo necesario agregando a Giedrè a la ecuación.
La inercia lo llevó unos pasos lejos de Maret cuando este se quedó atrás después de sorprenderse con la primera pregunta que le hizo. Renan se giró a verlo, pidiendo que le pudiera dar una respuesta sin tanto lío, pero como era de esperarse por la risa que salió del profesor, no iba a ser tan fácil. "¿Por qué cada vez que le hago una pregunta me responde con más preguntas?", apretó los labios para evitar decir un montón de "no"s a un montón de éstas, sabiendo que de hacerlo sólo ganaría otra risa de aquel hombre, y decidió responder sólo lo que le importaba—. No me alegraría en lo absoluto, si quisiera tacharte de mentiroso ni siquiera estaría aquí hablando contigo. Para aferrarme a las ideas que me haga me puedo quedar en casa— le puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos—. ¿Además por qué asumes que pensaría algo así de ti? No me agradas, pero porque has sido muy extraño conmigo, no porque te crea "alguien malo" —bufó frustrado, sin poder evitar decir más de lo debido—. Esta conversación no es para eso, Maret.
|
|
|
Post by Maret Benoit on Jan 24, 2022 16:30:03 GMT
El profesor se quedó en silencio, quieto frente a él. Su mirada volvió a afilarse, enfocándose en mirarlo cuando empezó a hablar. Por supuesto que se sabía de antemano irritable pero en esa ocasión tuvo que reconocer que en verdad el otro estaba haciendo un esfuerzo por no salir corriendo ni mucho menos, soltarle el primer golpe. ¿No sería ese escenario muy gracioso por cómo ambos lucían? La simple idea le hizo reír porque por supuesto que también deseaba devolverle un gesto de ese tipo.
— Tal vez se me haya pasado la lengua un poco contigo, sí, pero tal parece que quisiste hacerlo todo personal. Porque, digo, de haberte dicho esa vez que nos conocimos, algo como "Buenas tardes, estoy buscando el nombre de mi esposa muerta pero no lo logro encontrar en ninguno lado. ¿Podrías dejarme en paz?" —Se dijo, llevándose una mano al pecho para dramatizar, aún más, su propia interpretación de sí mismo.— ¿Lo hubieras en verdad hecho? ¡Por supuesto que no, pequeño magistrado! A los ojos de tu oficio, todos somos unos mentirosos hasta que podamos comprobar que no es verdad. De ser así, ni tú ni los tuyos tendrían un puesto ahí adentro pero, vamos, inclusive tus amigos decidieron tacharme de acosador hasta el final por aquello que quisiste compartirles, igual que a Giedrè.
La nariz de Maret se arrugó al pronunciar el nombre de su alumno otra vez. Con un suspiro, dio un par de pasos para alcanzarle pero, en lugar de detenerse, siguió avanzando aún más, hasta la esquina de la calle y esperar el cambio de color en el semáforo para poder cruzar. El castaño volteó a verle, levantando un brazo para que se acercara donde él. Tenía suerte, o no, de que la calle estuviera transitada a esa hora o sus reclamos no cesarían esa tarde.
— ¡Ajá, quieto ahí, querido Renan! Haz dicho algo interesante que me ha hecho emocionar. —El de lentes levantó el dedo índice a la altura de su cara y volvió a sonreír.— Acabas de mencionar que es posible cambiar tu mentalidad y por eso lo estás intentando, ¿no es verdad? Bueno, pues yo hice algo similar esa mañana que decidieron hacer ese concurso de selección. Supongo que tus jefes encontraron mis respuestas más que divertidas... Aunque, para serte honesto, ese día buscaba tomar la oportunidad de pagar mi renta del mes. —Dijo, expectante a lo que su rostro diría.— Si no me crees, podrías preguntarles a ellos mismos lo que les dije en ese momento. Ese día quise participar como un simple viejo aburrido, sin mucho que hacer.
Maret se llevó una mano al mentón y no pudo evitar la urgencia de morder su índice en el proceso.
— ¿Te parece entonces suficiente mi respuesta o es que te sigue sin ser sensata? Eres un hombre tan difícil, Renan. —Pronunció su nombre, enfatizando.— Ni siquiera hemos tocado lo que sucedió en televisión. ¿O todo eso te pareció bien? ¿Llevar a ese pobre hombre esposado te hizo sonreír?
|
|
|
Post by Renan Milovan on Jan 24, 2022 21:07:55 GMT
Como le desagradaba la forma en la que dramatizaba las cosas.
Le había dicho que no se apresuraría a llamarlo mentiroso, y no tenía intenciones de hacerlo, pero no podía negar que no le sorprenderia que lo fuera, la forma en la que decía las cosas hacía difícil distinguir si estaba jugando con él o si iba en serio. "En lugar de maestro debería ser actor de teatro", rió sin gracia en su mente. "Por otro lado, si no es un mentiroso no tendría motivo para repetir lo de su esposa", pensó, pero aquella idea quedó atrás al escucharlo cambiar de su pasado trágico a su odio por el magisterio una vez más—. Mi trabajo es más complejo que sólo ir por la vida llamando mentirosa a la gente, se trata de buscar la verdad, y supongo que sabes que aquellos que hacen mal se empeñan en ocultarla. Pero eso no tiene nada que ver ahora, no estoy hablando contigo por cosas del trabajo —suspiró de mala gana. "Y espero no hacerlo", quiso agregar, pero no quería sonar acusador—. Estoy en mi derecho de compartir lo que quiera con los demás...pero lamento que esa vez las cosas se salieron de control— admitió con un gesto amargo, una señal clara de lo mucho que le costaba decir esas palabras. Renan seguía sin creer que lo que hizo estuvo mal, pero tal vez hacerlo ver como un acosador era demasiado.
Se quedó con el ceño fruncido mientras veía como Maret ahora en lugar de quedarse atrás se adelantaba, siempre insistente en su dramatismo. Puso los ojos en blanco cuando le dijo "quieto ahí", y simplemente lo alcanzó en la esquina en lo que terminaba de hacer sus gestos. Lo miró seriamente, su atención completamente en él ahora que por fin le estaba dando una especie de respuesta—. Suena bastante convincente para mí, no es como si la mayoría de los magistrados estuvieran en sus puestos por querer hacerle bien a su comunidad, la mayoría están allí por el dinero y mero capricho —se encogió de hombros—. Aunque no lo creas no me pareció bien, para empezar televizar algo así ya era bastante ridículo, pero lo que pasó con ese hombre...— desvió la mirada cuando no supo como expresar sus ideas.
El mensaje que habían transmitido aquella vez quedaba bastante claro, la desobediencia tenía consecuencias de las que nadie podía zafarse, nisiquiera aquellos con dinero o influencias. Por un lado estaba de acuerdo que aquellos que amenazaran la seguridad de los ciudadanos no podían quedar impunes, pero lo que el magisterio hizo había sido más que sólo ejecutar justicia, era una muestra de que en su autoridad y poder no dudarían en aplastar a quien fuera necesario.
—No sé de quién fue la idea. El tipo cometió un crimen y merecía un castigo, pero no me pareció gracioso ni correcto lo que le hicieron —apretó los puños, frustado por la impotencia que sentía de no poder hacer nada en situaciones así—. No creas que estoy feliz con todas las decisiones que toma el Magisterio.
|
|
|
Post by Maret Benoit on Jan 27, 2022 14:54:44 GMT
El castaño le miró con satisfacción cuando el otro pudo alcanzarle. Saber que incluso era capaz de ceder en algo tan simple como esa indicación le hacía querer bajar la guardia también, como una especie de premio. Maret se sintió sumamente divertido por verle así pero, claro, no era momento de contárselo si es que quería compartir un poco de esa sensación, otro rato más.
La sonrisa que en sus labios descansaba se volvió más natural y menos marcada. No le miró ahora, necesitaba prestar atención al semáforo para saber en qué momento avanzar a la par de la gente y no tropezar con ningún otro; avanzó a su lado en cuanto pudo, junto a aquella música de fondo que solía acompañar a esa señal.
— Oh, me sabe tan bien escuchar que pienses así de tus jefes. Quizás y te pueda confiar a mi Giedrè, después de todo. —Dijo de manera suave y una risilla acompañó el final de sus palabras. Más adelante podían verse las jardineras que embellecían las calles, ahora no tan vistosas como se vestían en primavera, salvo una que otra especie de flor que lograba superar el crudo invierno.
Maret buscó una banca desocupada donde acomodar las bolsas que su alumno le había dado momentos atrás, cuando hubo de despedirse de él frente a la biblioteca. Acomodó su portafolio a un lado, contra el respaldo y, con cuidado de no romper nada, comenzó a sacar un par de frascos para identificar qué era lo que le había obsequiado.
— Para nada estuvo bien. Quitarle su humanidad a alguien nunca lo va a estar, ni siquiera para alguien que cometió un crimen. —Sus cejas se elevaron al enfatizar con burla esa palabra.— Ser humillado en público por dar una fiesta. De vez en cuando a mí también me gusta organizar convivencias con mis alumnos, Renan. ¿Crees que merecería un mal trato por algo así? Solo quiero compartir un momento con quienes quiero.
Continuó sacando todo de las bolsas hasta que éstas estuvieron vacías. Como lo había pensado, se trataba de comida en su mayoría salvo una adorable bufanda tejida que no dudó en enredar alrededor de su cuello. Después de eso, Maret comenzó a escoger algunos de los frascos según su contenido.
— ¿Mermelada de frutos o de arándano? —Le preguntó, guardando un par de tarros para él.— Me pidieron que te diera esto para, ya sabes, reforzar nuestra relación. ¿O es que le quieres romper su corazón a Giedrè? Porque yo lo dejé bastante frágil al no contestarle un mensaje.
El profesor se quedó en silencio un momento, deslizando el pulgar encima de la etiqueta escrita a mano que describía el contenido de cada tarro. Como si hubiera algo interesante arriba, miró al cielo por un par de segundos y luego volteó a verle.
— ¿Qué harías si te dijera que le revelé a Giedrè mi identidad porque..? Supongamos. —El ruido del cristal chocando suavemente, dentro de la bolsa, fue lo único que se escuchó.— El muy tonto cayó de un bote en altamar y da la casualidad que yo soy un una muy guapa serpiente. ¿Qué harías, Renan? Dime, me encanta escuchar tu voz seria... —Preguntó entonces, mirándole por el rabillo del ojo.— ¿Vas a reírte de mí cuando salga en televisión y me paseen por las calles con grilletes en los pies y las manos? ¿O cuando el Magisterio vaya a hacerle una visita a su casa? —Continuó, sin detenerse en lo suyo.— ¿Te imaginas que te manden a ti a hacerle...? ¿Qué era eso que escuché? Ah, sí. —La sonrisa de su cara se desvaneció en cuestión de segundos.— Borrarle la memoria.
Maret soltó un suspiro, luego de tomar un poco de aire.— ¿Qué harías en ese momento? ¿Le darías un último adiós al lindo Giedrè? ¿O tendrías que fingir que no lo conoces para, ya sabes, no levantar sospechas entre tus colegas? A él no le gustaría verte en una encrucijada, así que puedes estar seguro que no le importaría nada si lo ignoraras en ese momento. Lo entendería. —Le aseguró ahora, guiñandole un ojo.— Con todo el trabajo que le costó aprender francés. Sus abuelos van a tardar tanto en encontrarle de vuelta, Renan, pero qué tragedia sería.
|
|
|
Post by Renan Milovan on Jan 28, 2022 10:53:42 GMT
¿Confiarle Maret a Giedrè? ¿Su Giedrè?. "A ver, soy yo quién duda si puedo confiarte a mis amigos", volteó a verlo duramente sin pensarlo, ofendido por sus palabras aquellas palabras que atribuyó de nuevo a la tendencia del otro a dramatizar. Simplemente sacudió la cabeza y regresó su vista al frente para terminar de cruzar la calle junto al profesor, tratando de no ser tan obvio y mostrar más de su molestia en su andar.
Se quedó de pie junto al otro cuando éste encontró una banca y decidió bajar sus pertenencias allí para inspeccionar lo que Giedrè le había obsequiado, sacando frascos y cajas de distintos tamaños que fue alineando de una en una—. Aunque no apoyo como hicieron las cosas, ese hombre y sus hermanos tienen que pagar de alguna forma lo que hicieron —exhaló con desdén y se cruzó de brazos ante la comparación de Maret—. Hacer una fiesta no es un crimen, poner en riesgo la identidad de nuestra gente, su seguridad y la de los otros —dijo puntuadamente, siendo lo más ambiguo posible al estar en un lugar público—. Eso sí, y es lo que les ganó su sentencia. Tú puedes hacer las fiestas que quieras con tus alumnos para lo que le importa al Magisterio, mientras te asegures de ser discreto con lo pertinente —bufó con fastidio que esta vez no pudo ocultar, ¿qué clase de comparaciones estaba escuchando?
La gente seguía moviéndose a su alrededor, su presencia esporádica sin pasar desapercibida mientras ellos seguían en su charla. Renan dedicó unos momentos a observar el flujo que les rodeaba, y no regresó su vista a Maret hasta que este le ofreción algo. Su postura rígida se aflojó un poco y descruzó sus brazos en lo que pensaba su respuesta—...frutos rojos—tomó el frasco con algo de lentitud en lo que notaba la bufanda que ahora decoraba el cuello del profesor, parpadeando rápidamente con aquella imagen.
Aquel pequeño descanso de la seriedad les trajo un momento de silencio, y mientras Maret elevaba la mirada al cielo Renan la bajó hacia el tarro que ahora tenía en su mano, sus pensamientos pasando brevemente a Giedrè. Sintió una pequeña punzada de tristeza al contemplar que haría con aquel regalo ya que el mismo no podía comerlo. "Prepararé algo con él y se lo daré a mamá la próxima vez que esté en casa, o a Obsidian...con que haga feliz a alguien que quiero deberá ser suficiente", siguió con la mirada fija sobre el contenedor. "Y así cuando le diga gracias y que estaba muy rica no le mentiré aunque no la haya podido saborear yo", se encogió de hombros mientras separaba su vista y su mente de la mermelada, regresando su atención a sus alrededores.
La voz de Maret rompió el silencio después de un rato, trayendo con ella otro disparatado escenario, un lleno de preguntas desagradables y situaciones hipotéticas incriminatorias. El ceño del albino se fue frunciendo más y más con cada oración que salía del profesor; comenzaba a considerar que tratar de mantenerse lo más en control posible había sido un error. Sentía que al mantenerse a raya le estaba dando más espacio al otro para nuevamente desquitar con él el desdén que sentía hacia el Magisterio; claramente quería molestarlo y ponerle incómodo con todas esas suposiciones en las que terminaría hacía cosas crueles.
Renan no le iba a dar el gusto.
Poniendo su frasco en la banca en lo que Maret terminaba de hilar sus escenarios hipotéticos, Renan borró la molestia de su faz, su expresión cambiando a algo más frío, más indiferente—. Si se llegara a dar el caso en que reveles tu identidad a Giedrè o a quien fuera que no debiera conocerla, no dudaría en hacer mi trabajo, no puedo hacer excepciones. Sería desafortunado e injusto, pero no puedo darme el lujo de tocarme el corazón —le reveló sin importarle lo insensible que sonaba—. Si lo hiciera, si me tocara el corazón UNA vez por no perjudicar a alguien a quien quiero, qué sería de todas las demás antes de él. Sería injusto para ellas también. Si cada uno de nosotros hiciera excepciones por quienes quiere, nuestro secreto se hubiera derrumbado hace mucho tiempo, y no me vas a decir que no hay ningún problema con eso —hizo una pausa, pero no una lo suficientemente larga para darle tiempo al otro de responder aquella pregunta—. La historia nos ha demostrado lo crueles que son los humanos con los que son diferentes de ellos, lo rápidos que son para atacar y destruir aquello que no entienden y les aterra, es el motivo por que muchos siempre han vivido ocultándose. Créelo exagerado, anticuado, cruel, o lo que se te antoje ¿pero si estuviera en ti la decisión, la responsabilidad de arriesgar a todos por sólo unos cuantos, realmente lo harías? Yo no lo haría, no lo hago —un rastro de amargura halló el camino de regreso a su voz, y tuvo que tomar un momento para modularla de nuevo.
Sin importarle que el otro le tuviera que ver hacia abajo, cerró la corta distancia que había entre ellos para también darle fin a su respuesta—. La noche de aquella maldita fiesta tuve que borrarle la memoria a mi mejor amigo, Maret. Me encargué personalmente de ello y después de mentirle para que no sospechara nada —confesó, sus labios temblorosos pero su mirada aún fría—. Borraría la memoria de Giedrè también si fuera necesario, sería lo menos cruel para él. ¿Te ha contado de las cosas que vio de pequeño y no puede entender? Le siguen después de muchos años, le inquitan. Yo no quisiera que volviera a ver cosas que no debe y que tuviera que cargar con más traumas.
|
|
|
Post by Maret Benoit on Mar 17, 2022 12:58:28 GMT
Ah, ahí estaba las palabras que necesitaba escuchar de Renan. Los ojos de Maret se entrecerraron, afilandose para ver mejor su rostro gesticulando cada palabra de tan decepcionante respuesta. Maret no era nadie para juzgar a otro hombre sobre cómo decidía ejercer su trabajo pero se trataba de Renan, un agente del Magisterio en el que quiso depositar un último gramo de confianza para ser capaz de pensar que, sólo tal vez, luego de tantos años, las cosas adentro podrían ser diferentes. No fue así.
Cómo le hubiera gustado tanto que le dijera todo lo contrario, que no le hubiera importado desobedecer a sus superiores, que hubiera luchado hasta conseguir una prórroga, que hubiera huído junto con su amigo para esconderlo en algún sitio, en cualquier otro lugar, sin importar si era eficaz o no.
Justo ahora, ese sentimiento de nostalgia se apoderaba de él. Maret se sintió igual que sus primeros años en prisión, donde no podía dejar de pensar en una infinidad de posibilidades inexistente para corregir un asunto que no era posible solucionar porque, por eso estuvo ahí, pagando el error más grande que pudo cometer. Qué inmaduro se sentía, pero qué idiota había sido. ¿Por qué quiso creer un poco en Renan, cuando tampoco le conocía en absoluto?
— Caray. —Una risa nasal le acompañó de pronto y, su semblante, tan calmo y risueño, no pudo sino cambiar a uno cansado. Su entrecejo cayó, débil sobre sus ojos y ese lamento mezclado, entre arrepentimiento y frustración, y que en su mirar estuvo por tantas décadas, seguramente se reflejó.— Renan, sí que no somos nada distintos, ¿sabes? Tú y yo somos una basura al final del día eligiendo cosas que van a lastimar a alguien más.
El hombre castaño necesitó quitarse los lentes y sujetarse el tabique de la nariz, agachandose mientras cerraba los ojos. Sus pestañas no tardaron en empaparse; el nudo de su garganta se apretaba con fuerza.
En medio de esa conversación, la tarde pasaba normalmente en las calles de París y el tiempo volvía a congelarse dentro de la cabeza de Maret. Qué desesperante era experimentar desesperanza luego de tantos años de sostenerse en silencio por sus propios pies, sin quien dirigirse ni mucho menos a dónde regresar. Era angustiante.
— Eres igual de despreciable que yo, eligiendo una decisión horrible. —Se dijo, deslizando su zurda por sobre su rostro hasta apartarla y dejarla abierta, con los dedos extendidos. Las cicatrices de sus manos parecían tan recientes, aunque el tiempo hubiera tratado de limpiarlas de su piel.— La única diferencia es que tú fuiste afortunado y no tuviste por qué quedarte sólo. Te envidio, Renan; tienes familia, tienes amigos, tienes quien te perdone tus errores. Tienes suerte, eres cruel pero no eres miserable. Con o sin memoria, pudiste regresar a él, con tu amigo, y continuar con tu vida y llamarlo al día siguiente, fuera linda o no. ¿Quién no querría estar en tus zapatos justo ahora?
Maret se echó a reír mientras buscaba el pañuelo dentro del bolsillo interno de su saco. Limpió sus anteojos con lentitud, usando su aliento para empañarlos un poco y frotar la tela encima del cristal.
— En serio me quieres dar una clase a mí, pequeño engreído, —Dijo, regresando a mirarla antes de colocarse lo lentes en su lugar.— pero se te olvida que más allá de recordar lo que unos hicieron, también estuvo lo que otros no. No todas las humanos fueron malos, Renan, no todos siguen siendo así de crueles. ¿En serio crees que ellos no se veían obligados a actuar según lo que un grupito de personas pensaba? Justo como, ¡oh, no lo sé! ¿En tu trabajo?
La nariz de Maret se arrugó al pensar en el Magisterio en ese momento. Los recuerdos de ese día, de cuando interrumpieron en su casa, en medio del almuerzo, para separarle de tajo estaban ahí, frente a él, entre todo lo que tenía que decirle.
— De no ser por tu oficio, estoy seguro que luego de esa fiesta te hubiera gustado serle sincero a tu amigo y revelarle quien eres. ¿Qué peso no te hubiera quitado de encima? ¿Qué cosas no te hubiera gustado contarle? ¿En verdad crees que te hubieran querido lastimar por ser quien eres? El Magisterio sí que hizo lo correcto contigo al contratarte. —Y sus ojos rodaron antes de flexionarse hacía el frente, irritado de tener que medirse con él.— Porque yo sí lo hubiera hecho, Renan. Le hubiera revelado todo a Giedrè. Saber la que pasa es un derecho básico y, de ese modo, no tendría por qué parecerle distante. Me hubiera entendido un poco, que todo esto que hago, esa lejanía que tanto le preocupa, no es más que el miedo de revelarle quien eres que por tantos años nos enseñaron a tener. Quizás se llevaría un par de sorpresas con sus únicos familiares, ¿sabes? Todo ese tiempo en el que sintió que le apartaban entonces hubiera valido la pena... Pero, mejor dime, —Un suspiro salió de su boca antes de llenar sus pulmones con aire.— ¿qué peligro representa que alguien como él supiera un par de cosas? Éste juego tan divertido de guardar las buenas costumbres es una completa mierda y lo sabes, Renan, porque no eres para nada tonto.
Maret cogió su portafolio y la bolsa en la que llevaba los presentes de su joven alumno. Hastiado por mirarse así de vulnerable, giró para mirar a Renan, una última vez. En ese momento quiso decirle todo lo que había hecho hasta ese momento para estar ahí con él, para tener esa plática horrible y tener que tragarse el orgullo para no perder los estribos. Sonrió cansado y avanzó un paso, apenas chocando su cuerpo con el ajeno. Debía dejarle un abrazo por petición de su alumno pero estaba seguro que el otro lo apartaría de un solo golpe.
— Giedrè me pidió que ambos fuéramos buenos amigos en el futuro, Renan. —Habló, con un suspiro.— Así que en verdad espero que el que jale el gatillo conmigo seas tú, de ese modo podrías dignificar mi cadáver, y si eso te da las herramientas para sumar a tu propio criterio, mi trabajo como profesor habrá válido entonces la pena.
Maret hizo un pequeño gesto con la cabeza, antes de devolverse a su sitio para partir.— Si esto sacia tu necesidad de responder una que otra inquietud, entonces me voy. Que pases una buena tarde, querido Renan.
|
|
|
Post by Renan Milovan on Apr 8, 2022 21:56:58 GMT
Que lo llamara basura le molestó un poco, pero ya se había preparado para algo así, después de todo Maret lo había puesto en una posición donde no le quedaba más que admitir al "peor" de sus lados. Frío y distante, sin tentarse el corazón. Casi cualquier otro selenita lo vería de la misma manera, no era realmente nuevo. Lo que realmente le puso incómodo fue que el otro comenzara a llorar tras aquella declaración. "¿Y a este que le pasa?", arrugó la nariz con disgusto, sin poder comenzar a imaginar que pasaba por la mente del otro. ¿Era acaso sobre Giedrè aún o las cosas iban más allá? No tuvo tanto tiempo de darle vueltas a los motivos del llanto del otro, pues aún con aquel aspecto cansado y triste volvió a insultarlo.
Basura, despreciable. Palabras superficiales que ya se sabía bien no le irritaban más allá del saber que nuevamente el otro desquitaba con él el claro odio que sentía por el Magisterio y la gente de su depatamento. Pero una cosa era decir cosas de lo que representaba y otra era llamarlo más afortunado. ¿Quién rayos se creía para asumirse más miserable que él? No se conocían en lo absoluto, nunca le había preguntado sobre él y sólo se enfocaba en su trabajo ¿cómo podría imaginarse lo que era estar en sus zapatos? ¿Tenía suerte?
Renan agradecía aún conservar parte de su familia y amigos, aún con lo distante que se había vuelto, ¿pero qué suerte había en que su propia familia le hubiera arrebatado a su hermana y que ésta misma hubiera intentado asesinarlo? ¿Qué suerte había en que una de las personas que más amaba en su vida le traicionara así sin motivos?
La sangre que corría por sus heladas venas comenzó a hervir más y más con cada palabra que decía, y sólo con toda su fuerza de voluntad se abstuvo de soltarle un golpe al otro para cerrarle la boca.
—No sabes nade de mí, Maret—masculló el nombre del otro con veneno en su voz, permitiendo que siguiera hablando sólo porque toda su concentración se iba a controlarse. En otro momento de su vida no se habría contenido, o habría escalado la discusión, pero ahora había cosas más importantes que pelearse con el hombre frente a él.
Exhaló con hastio cuando volvió a mencionar lo de su trabajo con el tono despectivo de antes. No era diferente de otros habladores con los que ya había tratado. Siempre eran un fastidio con su "no todos los humanos fueron/son iguales". Por su puesto que no lo eran, pero no iban a arriesgar a su gente basados en simples "la gente ya no es tan cruel" "sólo estaban obligados por grupos de poder". Que coraje le daban aquellas palabras, todos siempre las usaban para excusar sus deseos de justificar excepciones hacia la gente buena, la que jamás les haría un mal. ¿Qué hay de peligroso en que alguien como Giedrè supiera un par de cosas? Si fuera sólo Giedrè ninguno, pero si cada selenita pensara igual, seguro terminarían revelando su verdad a alguien que los metería en problemas a todos. No podía haber excepciones para nadie. "Si puedes o no quieres ver el panorama completo entonces eres o un ingenuo o un egoísta", pensaba siempre que se topaba una persona así, porque no podía ver una realidad donde exponer su mundo a los solarios no acabara mal.
Las lágrimas de antes no le importaban. No poder contarle la verdad a sus seres queridos era algo que a todos les dolía en diferentes grados. Cuando era más joven hasta él había llorado al comprender que nunca podría entregarle a su mejor amigo la verdad que tanto anhelaba, no importaba cuán inofensivo fuera. Ni él ni Maret, ni ningún otro selenita era especial, todos tenían que cargar el mismo secreto sobre sus hombros. Así eran las cosas.
—Púdrete— le devolvió la "cordial" despedida a la serpiente—, no necesito escuchar nada más de ti, yo también he tenido suficiente. No vayas a hacer nada estúpido en el futuro que ponga en riesgo a Giedré, ni algo que me haga jalar el gatillo hacia ti, no lo digas como si fuera algo que yo quisiera hacer. Sácanos a ambos de tus elaborados escenarios hipotéticos y sólo cumple tu papel de profesor con él. Giedrè necesita eso de ti, yo no.
Le hizo una pintoresca seña con su dedo medio con desdén y se dio la vuelta para emprender su camino de regreso a la ciudad, echando humos mientras se mordía los labios con rabia de tener que dejar las cosas así.
|
|