Post by Obsidian on Feb 1, 2022 3:00:55 GMT
Tras los primeros terremotos que se sintieron en su amada ciudad, Obsidian no había tenido ni un sólo respiro de todos los problemas que acontencían a Mystery City hasta ahora. Su agenda estaba repleta de juntas, su teléfono no dejaba de sonar y la pila de papeles sobre su escritorio parecía no tener fin, pero después de muchas noches sin dormir, aprovechó la primera oportunidad que tuvo para regresar a casa a tomar un merecido descanso.
O al menos era su intención.
Se había enfocado tanto en hacer su trabajo para que la ciudad se recuperara de los desastres que descuidó enteramente su casa. "Es un milagro que siga en pie", desfalleció recargado en el marco de la puerta principal. Parecía que en su hogar había también muchas cosas por hacer, cosas que no se haría solas si se quedaba de pie en la entrada.
Obsidian nunca había sido la persona más ordenada, siempre contento de guardar un montón de cachivaches por mero capricho, tenía la costumbre de sólo traer más y más cosas a casa que le hacían muy difícil mantener un orden en el lugar. Muchos de sus allegados le llamaban la atención de vez en cuando por esto, pero siempre hacía caso omiso a sus comentarios. El brujo amaba sólo ser y vivir a su manera, y no fue hasta ahora que la tierra bajo sus pies se sacudía que notó que tal vez "su manera" era bastante inconveniente.
Se permitió sentir un poquito más de pena por si mismo otro rato entes de entrar a su casa, y cuando recuperó algo de fuerzas se abrió paso entre el caos para hacer recuento de los daños y hallar un lugar por donde comenzar a ordenar antes de que las ganas de tirarse a lloriquear en un sillón le ganaran y dejara que todo siguiera igual.
Le costó bastante, pero con mucha ayuda de amigos y familiares había salvado la mayoría de sus cosas y ponerlas en su lugar, su hogar recuperando un poco de normalidad luego de unos días. Sacar el agua de las lluvias torrenciales, levantar vidrios rotos del piso, deshacerse de todo cuanto había quedado sin reparo; lo más difícil ya estaba hecho, y ahora sólo le quedaba reacomodar un par de cosas. "Sólo tengo que arreglar un poco la sala y el estudio", trató de ser optimista.
En comparación con todas las reparaciones que había estado haciendo, esto era de las cosas más sencillas y una de las cuales creia poder hacer sólo, pero aún así no se sentía a gusto con la tarea. Podría ser el frío que no se despegaba de él desde aquella noche lluviosa que leyó las cartas en su oficina y lo que éstas le revelaron sólo trajo inmensa inquietud a su corazón. No había nada que realmente le pudiera quitar eso, pero...
—¡Pasa, corazón, bienvenido seas a mi humilde y lindo hogar! —invitó, extendiendo una mano hacia el interior de su casa tras abrir la puerta, una sonrisa brillante en su rostro—. Espero te parezca acogedor aún con...todas las cosas que todavía no están en su lugar —agregó aún con un tono animado—, he estado trabajando con Caliope y otras brurjas en arreglar pero han hecho tanto por mí, quise darles un descanso hoy—comentó con un suspiro y di el primer paso dentro de su hogar.
Cuando pensó que debía hacer las cosas sólo y se dio cuenta que no le agradabla la idea, decidió aceptar la ayuda de alguien que en un principio creyó un extraño. Joa Crane era un hombre que conoció por casualidad en las redes, uno que desde el momento que le conoció se ofreció amablemente a ayudarle con los problemas de su hogar. Obsidian no tomó la oferta tan en serio esa vez ya que, aunque era una persona muy social y amaba conocer gente nueva, desconfiaba lo suficiente de otros para dejarlos entrar a su hogar tan rápido; sin embargo, se sintió un poco más tranquilo de ponerse en contacto con él de nuevo cuando descubrió que este era también conocido de confianza de su linda sobrina Caliope.
Eso cambiaba muchas cosas, en especial la curiosidad que sentía por el hombre. Aunque ya tenía planes de encontrarse con él en el futuro, pensó que valía la pena no dejar su primer encuentro para después.
—Ah, no te vayas a espantar, no sé que tan fan seas de la limpieza pero si no es de tu agrado no te preocupes, la verdad lo que más necesito hoy es apoyo moral —posó ambas manos sobre su pecho después de colgar su abrigo en el perchero, temblando un poco cuando el calor de éste le dejó—. Tomemos un buen té mientras charlamos y yo acomodo cosas —sugirió, adentrándose hasta la cocina para comenzar con los preparativos.
El recibidor y los cuartos principales por los que pasaron, pese a que a consideración del brujo estaban "ordenados", se hallaban repletos de todo tipos de objetos, toda su casa lo estaba en realidad. Libreros que no podían acomodar un libro más, fotografías y cuadros en cada rincón de la pared, mesas y gabinetes repletos de plantas, botellas y figuras de porcelana. Le gustaba pensar que todo aquello coexistía en armonía, especialmente ahora que le habían ayudado a "arreglar", pero a los ojos de muchos aún era un caos.
Pero eso no lo detuvo de invitar a un amigo nuevo su hogar sin una pizca de pena.
Pero eso no lo detuvo de invitar a un amigo nuevo su hogar sin una pizca de pena.
—Toma asiento de momento ¿Qué clase de té te gusta más? ¡Tengo un poco de todo! ¿O preferirías café? —comenzó casualmente mientras abría un par de alacenas.