E3:SV - Voulez vous (nsfw) [Priv] [Finalizado]

En verdad que Ciro estaba haciendo su mayor esfuerzo por no decir "te amo" en ese momento, imaginando que arruinaría el arrebato carnal, en especial porque la chica no estaba hablando. Y en una mujer tan vocal como Charlie, vaya que era raro el silencio. Pero por suerte su lenguaje corporal confirmaba que estaba de acuerdo, así que el español podía continuar, deslizando las manos debajo de la blusa blanca, alzando la prenda a los costados de la chica mientras se deshacía en besos, hasta que ya no quedó más alternativa que sacarla y dejar al descubierto la lencería y la piel sonrojada. 

Había extrañado tanto sentir su piel. Adoraba el mar de pecas, y lo fácil que era hacerlas resaltar con el bochorno, incluso adoraba ese nuevo tatuaje de florecillas sobre el hombro. Una ligera risa sin aire escapó del español al recordar la charla sobre ello, deteniendo un momento la atención de sus labios para buscar la mirada de Charlie.

- Sí es un tatuaje sexy - y luego de decirlo volvió a dejar un beso encima de la tinta, acompañado de una ligera mordida, que era más bien rozar suavemente con los dientes, pues era consciente de lo delicada que era la piel de Charlie y lo fácil que quedaría marcada. Solo un pequeño juego antes de seguir. Y como las prendas iban 2 a 1, Ciro se apresuró a sacar su camiseta interior, por fin quedando con el torso descubierto como ella.

O casi, pues aun quedaba el bra. Así que toda la atención del español fue directo al pecho de la irlandesa, besando hasta donde la línea de la ropa le permitiera, apretando por encima de la prenda al frente y deslizando las manos por debajo en la espalda, estirando lo más que pudiera el momento de quitarla y estimular directamente. ¿Charlie la quitaría o sería iniciativa suya por completo? Necesitaba averiguarlo, pero honestamente no le importaba tener todo el control del momento. O de toda la noche... De hecho, ¿por qué no?

- Quítatelo - pidió directamente, regresando las manos al frente.

Por supuesto que sabía lo mucho que a Charlie le gustaba esa asertividad, y si requería ser más directo para borrar cualquier deje de arrepentimiento por lo que hacían, entonces podía jurar por cualquier dios que así sería. Arrojó el bra con el resto de la ropa, al mueble contiguo al suelo, daba igual, deleitándose con los senos totalmente puestos para él. Apretando, lamiendo y succionando como si la vida se le fuera en ello, amando esa parte del juego previo, sin poder ocultar su fascinación y básicamente kink por jamás detener la estimulación con su boca. 

Lentamente y luego de acariciar bastamente el pecho, las manos del español bajaron hasta la espalda baja y el inicio de la falda, quitando el botón y el sierre para liberarla. Aunque el roce de su entrepierna era tan sublime que no quiso romperlo para sacar la prenda por debajo, por lo que sencillamente optó por subirla desde la cadera y sacarla por la cabeza. Resultaba sumamente erótico el movimiento torpe de detener el estímulo para terminar de sacar la ropa, sobre todo por la desesperación de volver a juntar sus cuerpos tan pronto podían.

Lástima que su pantalón no podía salir de la misma manera, Charlie tenía que moverse de encima si o si, lo que hizo que Ciro soltara un leve quejido de molestia, que mezclado con los quejidos de placer no había diferencia. Y claro que eso no iba a detenerlo, vaya que no, pues solo significaba que el momento de consumación estaba por llegar. Tomó ambas manos de la rubia con las suyas, llevándolas a la hebilla del cinturón. 

- Es tu tuno... Desvísteme - no tenía que decirlo literalmente para que se entendiera, pero aún así lo hizo, pues el rostro nervioso de la irlandesa era una delicia. Durante su periodo de pareja, si daba órdenes a la chica era porque  prácticamente ella lo pedía, pero en este momento Ciro quería hacerlo. Tal vez por el cansancio emocional o porque simplemente quería todo de Charlie, pero en verdad estaba disfrutando verla tan obediente. 

Él se dejó atento, apenas levantando la cadera para permitir que el pantalón se fuera, seguro de que esa imagen de Charlie quedaría en su memoria por muchas noches más. Le dedicó una sonrisa ladina al final, complacido con la expectación de la chica por más, pero un gesto pequeño en comparación a las sonrisas amplias que usualmente daba, pues no había que olvidar el origen de ese arrebato nacía de la melancolía. Llevó una mano a acariciarle la mejilla con la yema de los dedos y terminando con el pulgar en el mentón.

- Good girl - murmuró así para su deleite. - Pero necesito que lo digas - replicó ahora, de nuevo tomando las manos de la chica para controlar el siguiente paso, llevándolas una vez más al final de su pelvis. Hizo que Charlie tomara el elástico del bóxer, metiendo apenas la punta de los dedos, en una caricia superficial y queda pero con sumo sensualidad por ser tan controlada, sin quitar en ningún momento sus manos sobre las de ella. - Di que quieres esto - continuó en voz baja pero firme, empujando las manos de la chica bajo las suyas con lentitud, descubriendo apenas el tronco de su miembro que ya gritaba por salir. - Di que me quieres justo ahora.

Claro que pedía eso por perversión, y claro que deseaba oírlo por el placer que conseguía de esa sumisión... Pero también porque necesitaba sentirse amado más que nunca, aunque fuera un rato, aunque fuera solo por el cuerpo. Se sentía extraño no sonreírle y decirle que la amaba cada minuto, apenas riendo un poco con el chiste del tatuaje, pero esa noche no podía y no quería ocultar lo vulnerable que era.

Le sorprendió un poco la velocidad con que Charlie respondió, sin siquiera meditar el sentimiento de por medio, pero mentiría al decir que no lo disfrutaba, incluso sintiendo un vuelco cálido en el pecho. La respuesta del español fue relamerse los labios y morder un poco el inferior, que si bien no era la sonrisa de satisfacción esperada, sí mostraba la lujuria y disposición del momento brotando de cada poro.

Retomó el descenso del bóxer, aun con las manos de Charlie como gancho, liberando la erección de su prisión de tela. La idea fugaz de pedirle estimulación oral invadió la mente de Ciro, pues ya estaban en esa posición y la rubia más que dispuesta a hacer su voluntad, pero la verdad es que disfrutaba tanto ese acto que prefería dejarlo para el final como broche de oro.

Dejó que Charlie terminara de sacar la prenda para hacerla a un lado, y tan pronto la irlandesa volvió a alzar las manos, él las tomó para ayudarla a incorporarse. Esta vez sin una orden, yendo él mismo por la última tela que se interponía entre ellos, inclinándose para bajar las bragas de la rubia. La chica cooperó al levantar un pie y luego el otro, y antes de que pudiera decidir qué posición tomar ahora, Ciro la jaló bruscamente de regreso a sentarse sobre su regazo, haciendo chocar sus muslos como si tuvieran imanes. Las caricias en sus piernas y cadera eran más firmes, empujando el cuerpo de Charlie al frente y atrás para crear fricción en su entrepierna.

- Sigue moviéndote - pidió para que ella mantuviera el ritmo mientras él tomaba la erección con una mano y la frotaba contra la chica. Porque, bueno, tenía que asegurar que estuviera lo suficientemente húmeda primero. 

Dos segundos más tarde y Ciro ya habría entrado en Charlie, siendo descaradamente obvia su intención al detener la estimulación de golpe y quedándose con los ojos bien abiertos, incluso respirando profundo como si le hubieran tirado un balde de agua fría. Era lógico, tan lógico que le recordaba sin piedad por qué se sentía como una basura.

Durante su tiempo juntos era normal no usar condón, y eso era algo exclusivo para Charlie, pues ni en sueños el español habría llegado tan lejos con otra mujer... Sin embargo, no era excusa. ¡Claro que ella quería usar protección! No sabía dónde más había estado el español, y sería tremendamente ingenuo pensar que tampoco había más hombres o mujeres en la vida sexual de la rubia. Aquel era un acostón, aunque él no quisiera verlo así, aunque se dejara llevar y aunque su mente ilusionada lo viera como si el año separados no existiera.

Y encima de todo, fue tristemente obvio cómo Ciro dejaba de lado la "melancolía dominante" para sumergirse en los pensamientos pesimistas, tomándole varios segundos volver al presente. Tuvo que cerrar los ojos y carraspear para obligarse a recobrar la compostura, como si se diera una bofetada mental.

- Lo siento... No pensaba - musitó, como siempre disculpándose como reacción, aunque negando de inmediato. - Están en el cuarto - se apresuró a decir, pues ni aun con toda la depresión brotando en él quería detenerse. No estaba dispuesto a ceder, no ahora. Con tanto calor y tan cerca de la unión, su cerebro podía hacerlo colapsar y culparlo DESPÚES, pero no antes. 

Empujó a la chica de la cadera para que se levantara un poco y entonces poder cargarla, manteniendo la posición directa de la rubia con las piernas a su alrededor y él sosteniéndola de los glúteos. Al menos la excitación de llevar a Charlie así hasta el dormitorio lo traía de vuelta a la necesidad de su cuerpo y no de la mente. Al llegar a la cama la arrojó de espaldas, mientras abría el cajón del buró al lado para sacar el dichoso condón y ponerlo de una vez.

La actitud juguetona de Charlie selló el pensamiento de que cualquier tristeza podía esperar, por fin sacándole una sonrisa más amplia al español, aún apenado por su mini-colapso pero hincándose en la cama con las ansias de placer intactas. Ciro estaba lejos de estar bien, y eso no cambiaría con el sexo, pero la irlandesa estaba ahí con él, su amada Charlie, con sus flores alborotadas y risitas coquetas. A ella le importaba, aún si no era la manera que el español deseaba, habían llegado a eso porque necesitaba sentirse amado y ella respondió, aunque fuera con el cuerpo.

- Gracias - musitó más tranquilo, sin especificar. Gracias por aceptar, gracias por seguir a pesar de casi arruinarlo, gracias por todo. Quería sentirse bien y que ella no tuviera dudas al respecto. Así que ahora solo quedaba corresponder, acomodando las piernas de la chica a los costados para colocarse en medio, bajando el cuerpo hasta poder rodear por la espalda baja con firmeza.

Y después del pequeño momento sin estímulo, había que retomar lo interrumpido, volviendo a flotar la erección en la entrepierna de la rubia. Algo insistente, jugando a introducir la punta en la fricción tan solo para volver a sacarla, acompañando con más besos y lamidas en el pecho. El calor y la necesidad se dispararon como si aquel pequeño desliz no hubiera sucedido, sacando varios quejidos gustosos a Ciro, sobre todo porque el cuerpo de Charlie pedía con desesperación que continuara. Hasta que, finalmente uno de esos jadeos fue especialmente gutural, mientras se abría paso en la intimidad de la chica, presionando su cuerpo en un primer vaivén que presionaba hasta el fondo, lento y profundo.

- Charlie - respondió el llamado entre besos y respiraciones agitadas, por fin siendo el nombre correcto para la mujer correcta, inclusive sintiendo el gesto de soltarle el cabello como algo único. Era algo de Charlie, algo tan simple que recordaba con gusto y le recorría el cuerpo con un delicioso cosquilleo, al igual que los lloriqueos y lo vocal que finalmente estaba siendo. Y en verdad amaba sus reacciones, cada respingo de sorpresa al sentir que él aumentaba el ritmo, embistiendo con más vigor, acariciando su piel con fuerza para marcar el dominio que le pedía. 

Cada espasmo de parte de la irlandesa le hacía gemir gustoso, manteniendo la estimulación con manos y labios por todo el cuerpo, acariciando a la vez que apretando, besando y succionando como si ese fuera el único propósito de su boca. Bueno, también decirle cosas en español al oído cuando se acordaba de que podía conjugar oraciones además de gemir su nombre y soltar gruñidos. Y aunque eran cosas rápidas como - adoro todo de ti - y - eres tan perfecta - atención no faltaba para la rubia.

Además, como Ciro podía presumir de un desempeño duradero, el cambio de posiciones eventualmente llegó, comenzando con el movimiento de sus cuerpos de costado para ponerse detrás de la chica. Y con la pierna ajena alzada casi encima del hombro, la profundidad que obtenía hacía que cualquier pensamiento coherente muriera de placer. Le besaba el hombro y deslizaba la mano libre al frente de su intimidad para estimular al doble, porque nunca era suficiente, mucho menos para su amada hippie que había perdido todas las flores del cabello.