E3:SV - Voulez vous (nsfw) [Priv] [Finalizado]

Incluso la bolsa de Navidad le parecía adorable al español, que acompañada de la felicitación enérgica hacían del regalo el mejor de todos sin siquiera haberlo visto. Y cuando finalmente lo hizo, no pudo evitar soltar una risita sin aire ante el pastel chispas de corazón.

- Aww. Gracias, Charles. Todo lo que preparas es delicioso, te aseguro disfrutarlo - a primera instancia pensó en compartirlo, partirlo ahí mismo y que ambos lo degustaran, pero de inmediato se contuvo, imaginando que comerlo él solo sería algo más personal, como decirle: esto es de ti para mi, y así será... Eso o solo exageraba un detalle simple y mundano. - También te tengo algo - se apresuró a decir, a riesgo de que sus pensamientos raros se notaran en su expresión. Metió la mano al bolsillo del saco para sacar un pin metálico de mapache. Este no tenía envoltorio, así que simplemente extendiendo la palma de la mano hacia Charlie. - Pensé en ti en cuanto lo vi - la verdad es que sus primeras opciones de regalo eran más ostentosas o "directas" como diría Valery. Pero un pin era gracioso, definitivamente menos romántico que un dije o collar. 

- Entonces - murmuró entrecerrando los ojos, inclinándose hacia la rubia como si fuese a confesar algo importante que nadie más en el café debía escuchar, mostrando una sonrisa ladina más juguetona. - ¿Ya no tienes un secreto para hoy? - claro que sentía nervios por la ilusión que él solo se había hecho, pero el tono divertido que le impartía era completamente real, pues su charla previa sobre secretos y jugar a revelarlos había sido bastante jocosa.

La ilusión moría ahí, Charlie no planeaba estar con él ni tenía un plan sorpresa para más tarde. Aunque tampoco tenía planes con alguien más, lo cual era un alivio, ¿cierto? Haber horneado algo para el español era un gesto hermoso, y mostraba la dedicación de la rubia para hacerlo sentir bien, así que, ¿en verdad importaba si no había más? Tal vez... El alivio era amargo, pero un descanso del asunto al fin.

O al menos hasta que Charlie mencionó la infame cita a ciegas, cosa que hizo reaccionar a Ciro de la manera más torpe posible. Se rio con sumo nerviosismo, volteando en todas direcciones sin mirar a nada en específico, haciendo imposible ocultar que se había puesto rojo como tomate y hasta llevándose la mano libre para acomodarse el fleco sobre la frente.

- No, no. Es decir si... Pero no es lo que parece - balbuceó antes de poder mirar a la rubia a los ojos, apretando los labios antes de tomar aire y explicarse. - Valery lo planeó todo sin mi permiso. Ella le dijo a su amiga que yo iría sin preguntarme primero... Así que es básicamente una obligación - confesó alzando los hombros en vergüenza. - Val sabe tan bien como yo, y como tú seguramente, que no voy a dejar plantada a esa chica sin motivo... Así que iré y seré caballeroso, hasta que pueda retirarme respetuosamente... No quiero dar falsas esperanzas, ¿sabes? - Algo irónico dado que él pedía a gritos esperanzas. - Realmente... Adoro a Rory, y que los dioses me amparen pero adoro a Valery... Solo... No es dónde quisiera estar hoy. Ni con quién quisiera estar - eso lo dijo bajando la voz a la par que la mirada, consternado con las señales tan obvias que daba, y lo ignoradas que serían de antemano. 

Tomó aire para reprochar, pero los labios de Ciro simplemente se volvieron a cerrar, apretándolos mientras asentía lentamente. Por supuesto que tenía muchas cosas qué decir, pero hacerlo solo volvería la situación mil veces más incómoda. Iría a la cita, con buena actitud, y punto. Terminó por dedicar una sonrisa amarga a Charlie, de esas que intentaba dar con calidez pero en el fondo solo había lástima por sí mismo. 

- Supongo que llegar tarde tampoco es opción - convino mirando el reloj en la pared del café. Aun tenía tiempo, suficiente para quedarse a conversar un rato con la irlandesa, pero ¿de qué serviría? Lo único que lograría sería convencerse más de querer quedarse con ella. - Nos vemos, Charles... Feliz noche - se despidió tras un último suspiro de resignación, ofreciendo otro abrazo a la rubia antes de salir. 

Su camino hacia el restaurante fue especialmente lento, pero inevitablemente llegó a la hora de la reunión. Divisó a sus amigos esperando en la mesa de la reservación, teniendo que mentalizarse para pretender estar feliz antes de caminar hacia ellos... Sin embargo, la sonrisa de saludo se congeló al ver el par de bolsas de regalo que tanto Rory como Valery tenían sobre la mesa, convenientemente del mismo tamaño que la suya, y convenientemente igual de recicladas. Una de ellas incluso decía "feliz cumpleaños" siendo ninguno ahí cumplía ese día.

El vuelco en el pecho de Ciro casi lo hace mirar de golpe su propio regalo, aquel que también decía algo que no se celebraba ese día, aquel que había creído único y resultaba ser uno más... Tenía sentido, ahora que lo meditaba, ¿cómo pudo pensar que Charlie había pasado todo el día horneando tan solo UN pastel tan pequeño? Obviamente hizo muchos, para todos sus amigos. Ella era así, era generosa y amaba a muchas personas. Qué idiota creerse exclusivo, si hasta había sido el último en su lista de entregas. 

La chica en cuestión era agradable, Ciro no tenía problemas con hacerse amigo de Cecily, pero ciertamente no era el mejor momento para formar lazos. En especial porque la rubia no sabía absolutamente nada de él, lo que significaba que Valery había mentido descaradamente sobre el origen de esa cita... No había interés romántico ni le habían pedido salir de antemano, solo era conocer a alguien y ya. De no ser porque Rory mantenía el humor a flote la cena habría sido un desastre, y el español sospechaba que el mismo escocés se forzaba a hacerlo por la misma razón, aunque con la marcada diferencia de que si podía mantenerse animado hasta en una reunión tan embarazosa. 

Al final Ciro optó por ignorar olímpicamente el comentario del motel, y aunque sí intercambió números con Cecily, el motivo se reducía a compartir gusto por tendencias de moda. Sencillamente se despidió y se marchó. Mientras el tráfico y los transeúntes avanzaban en dirección al concierto, Ciro se alejaba.

Llegó a su departamento con los inexistentes ánimos por el suelo, entrando sin siquiera molestarse en encender la luz, caminando a oscuras mientras vaciaba sus bolsillos y dejaba todo a excepción del celular sobre la mesa. Por un momento consideró dejar el pastel de Charlie ahí, pero jamás podría ser tan desconsiderado, ni siquiera sintiéndose como basura. Lo llevó al refrigerador para guardarlo, y ya que estaba ahí, sacó una botella de vino a medio empezar para empinársela y dar un trago largo antes de devolverla, cual sorbo de agua casual. 

Si le ayudaría a dormir o no, daba igual. Se metió a la recamara, abriendo las cortinas y la ventana para martirizarse un poco más escuchando el ruido del concierto a la distancia, mientras se desvestía contemplando las luces. Ya se había quitado el saco y quedado en camiseta interior cuando su celular sonó con un mensaje: Charlie, tan considerada, le preguntaba cómo había ido la cita... Las ganas de pedirle estar juntos eran tan inmensas que casi lo hacen soltarse a llorar. Pues era obscenamente obvio que le diría que no.

Siempre era así. Para todo, siempre tenía el rechazo asegurado. Y lo peor de todo es que era con cualquiera. Procedía con sumo cuidado, siempre preguntando y dejando la decisión final en otros, remarcando que podían pisotearlo aunque rogara... Y estaba tan, realmente tan cansado de eso. Si ya iba a revolcarse en la miseria y soledad de su departamento, si ya estaba sin Charlie y si ya tenía garantía de una humillación más, entonces ¿qué carajo? 

"Ven conmigo" envió sin más. No preguntó, no se quedó a espera de proceder hasta donde la chica le diera permiso, no suplicó ni insistió. 

Los siguientes mensajes Ciro no los respondió, no tenía nada más qué decir, Charlie iba o no. Aunque pensar en la respuesta positiva también lo hacía sentir un asco, pues esa noche no parecía importante que la rubia anduviera a solas a esas horas en un barrio peligroso. Tremendo hipócrita. 

Lo único "productivo" que hizo en el tiempo de espera fue lavarse los dientes, aunque él mismo arruinó la buena impresión al regresar al refrigerador un par de veces más para otro trago. La pobre botella pasó de estar a medio empezar a medio acabar en minutos. Y ni siquiera se molestó en terminar de cambiarse, dejándose el pantalón de vestir y la camiseta interior, apenas disimilando al volverse a poner la camisa desabotonada encima, pero aun así andando descalzo por el lugar.

Cuando la irlandesa finalmente llegó, la sonrisa boba apareció por arte de magia tan pronto abrió la puerta, porque sencillamente ese era el efecto natural al verla. Encendió la luz al percatarse que Charlie intentaba hacerlo, aunque lo hizo presionando sobre la mano de la rubia que ya había llegado al interruptor. No fue un tacto prolongado, pero el descuido al hacerlo se sentía... ¿Bien?  

- No, no estoy bien - convino al soltar la mano, achicando los ojos por haber estado acostumbrándose a la oscuridad. - Pero eso ya lo sabíamos - se burló de sí sin bajar la sonrisa, esperando no verse tan mal pero sabiendo que así era. - Hmm pues si, bebimos algo de vino en la cena, lo normal - le restó importancia, aunque pensar en ello derrumbaba la fachada de querer mostrarse en una pieza. Pronto su frente se llenó de arrugas de consternación, tragando saliva con la garganta seca y la mirada desviada de vergüenza. - Lo normal en una cita incómoda... ¡Pero no por ella! - se apresuró a aclarar. - La chica es agradable. Es linda y eso... Pero se sintió como una reunión, no una cita... Ella solo fue porque la invitaron, no porque quisiera conocerme... Valery mintió, no sé por qué no lo vi venir.

Siguió a la chica en silencio, sentándose en el mismo sofá que ella pero aún en su espacio, mirando a la nada por un instante. Costaba algo de trabajo poner en orden las ideas cuando cada fibra de su cuerpo pedía a gritos pegarse a la rubia de una buena vez.

- En el café - comenzó, ladeando el cuerpo para mirar a Charlie, subiendo la pierna y con el brazo sobre el respaldo del sillón. - Dije que no estaba donde quería estar... Y aunque sí me refería a la cita, también hablo de aquí... No me interesa el concierto, pero tampoco es que desee quedarme en este departamento... Es frío - soltó un risa para nada divertida y completamente amarga. - Digo, no de frialdad, sino de soledad... Es cómodo y todo, pero no es un hogar. No tiene vida... Y cada vez me pregunto más seguido cómo es que llegué a esto. Si no estoy donde quiero, ni con quien quiero, ¿entonces qué estoy haciendo? - una confesión múltiple que aun no podía poner en orden.

Suspiró por su incompetencia en explicarlo, pasando la mano libre por el cabello hasta bajarla a su pierna y rozando un poco la de la rubia en el proceso. De nuevo el tacto distraído que deseaba volver directo... Ya estaba ahí, ya había pedido su presencia sin pretextos, ¿podía entonces ir al grano con sus sentimientos? Dudaba poder romperse más de lo que ya estaba si ella lo empujaba lejos, así que ¿qué carajo? Ese parecía ser su nuevo lema.

- La verdad es que no importa cuántas citas tenga - habló en voz baja, acercándose para invadir el espacio de la chica. - Ninguna va a funcionar... Y no quiero que lo hagan - el brazo que tenía detrás del respaldo ya quedaba detrás de la rubia, con la pierna pegada a la de ella y su cuerpo inclinándose más y más hasta quedar tan cerca como le era posible. La mano que antes estaba libre ahora subiendo hasta tomar el mentón de Charlie con delicadeza. - Porque ninguna eres tú - para este punto su voz era prácticamente un susurro rasposo, al tiempo en que ladeaba la cabeza y respiraba el aliento ajeno por estar a escasos centímetros de sus labios. - Siempre has sido tú - declaró para sellar el beso.