Post by Caliope Edevane on Feb 20, 2022 9:02:50 GMT
TW: puede haber contenido sensible respecto a autolesión leve
Pequeña.
Frágil.
Adorable.
Muchas de esas palabras podrían definirla a ojos de todos. Todos podían ver eso de ella. Una hermosa muchacha de cabellos rubios ondulados, grandes ojos verdes expresivos y unos adorables mas sensuales labios carnosos. Era lo que a simple vista muchos quisieran probar… quisieran poseer. Pero ella también era…
Desechable.
La querían, la usaban y la desechaban.
Era constante.
La nieve caía fuera de la ventana del departamento y sonaba casi lejanamente para la joven bruja el sonido de su televisor que miraba perdidamente. Quería ser amada más que nada, siempre quiso eso y soñó tanto con ello, lo anhelaba más que nada entonces… ¿por qué me pasaba todo esto? Se repetía otra vez el patrón y casi podía estar segura que era su culpa. Se dejaba usar y poseer por personas constantemente en busca de ese contacto tan básico que le daba incluso asco…
Se levanto y apago el televisor, era tarde y su roomie parecía estar ocupada en su habitación así que aprovecho de ir al baño a darse un baño. Lleno la bañera y apenas tuvo la fuerza para prender una vela, era alguien que adoraba preparar un ambiente pero ahora las energías apenas le alcanzaban para completar aquel ritual que hacía. Dejo caer sin preocupación alguna sus prendas al piso y se introdujo a la bañera donde cerró los ojos llevando su cabeza hacia atrás sintiendo el abrumador silencio rodearla.
"Sucia"
Esa palabra resonó en su cabeza haciendo que sus ojos se abrieran abruptamente.
"Estas muy sucia, Caliope"
"¿quién querrá a alguien tan sucia como tú?"
Su respiración se aceleró y tomó la esponja y jabón para empezar a restregar su propio cuerpo desesperadamente. Era tal la desesperación de Caliope que ni notaba como su piel se iba irritando quedando al rojo vivo por la fuerza que usaba contra ella misma pero… no le importaba. Era lo que se merecía… ¿Verdad? Si… si lo era. Era tal su desesperación que las lágrimas empezaron a humedecer sus ojos y su nudo en su garganta no la dejaba ni hablar.
El vapor que cubría la ventana lentamente se fue solidificando y la temperatura en el baño fue bajando abruptamente, soltó la esponja y empezó a abrazarse a sí misma sintiendo el ardor de sus heridas provocadas por sí misma, como si de golpe volvió en sí y se dio cuenta el castigo que se había propinado. Tomó aire y se inclinó hacia adelante hundiendo su cuerpo totalmente en el agua helada que su cuerpo no sentía para soltar un grito lleno de frustración e ira hacia sí misma.
Su peor enemigo siempre serían ella y sus propios prejuicios que se impone sola.