Back to December (Priv. Ciro)

El español había leído los mensajes con emociones mezcladas, como siempre esperanzado por el amor que sentían el uno por el otro, pero a la vez cansado del mismo juego de mostrarse afecto y luego empujarse lejos. Obviamente no quería irse con su madre, pero no era mentira que contemplaba sus opciones, y aunque Charlie le había pedido quedarse, no fue de la forma que le hubiera gustado. Le recordaba un poco a cuando ella dijo "te aprecio mucho" cuando él decía "te amo", una espina que esperaba poder sacar de una vez.

Tristemente, sus pensamientos dejaron de girar en torno a la rubia luego de salir del trabajo. Su desvío a la zona del desastre consumió sus horas, y el incidente en la caverna consumió su mente. Lamentos del averno, sombras con vida propia, ángeles hablando de la superficie, ciudades bajo tierra. ¿Cómo procesar todo eso sin enloquecer? Ciro volvía a casa en piloto automático, caminando sin prestar atención a su alrededor, inmerso en sí mismo y lo que repetía en su cabeza.

Pensaba en los Moray-Black, inevitablemente, relacionándolos con todas las cosas raras que ya había detectado en ellos a lo largo de los años, y ahora compaginando con las cosas nuevas que confirmaba. ¿Acaso vivían bajo Paris? Tendría sentido, sería una buena razón para no dejarlo ir a su casa, no por patrañas políticas. ¿Eran ángeles? ¿Eran sombras de ultratumba? Seguro ninguna de esas, ¿pero entonces qué más existía ahí? ¿Algún otro de sus conocidos provenía de ahí? Preguntas y más preguntas... Solo hasta abrir la puerta del departamento y ver a Charlie en la sala fue que recordó que efectivamente la irlandesa tenía algo importante para discutir.

- Charles - musitó al entrar, sin cerrar la puerta y yendo hasta la chica para tomarla de los hombros. Se le veía espantado, además de estar lleno de tierra y tener el labio roto, aunque poco le importó dar explicaciones sobre eso. - Lo siento... En serio. Pero no podemos hablar ahora.

- Me caí - fue su explicación, sin detalles ni contexto. Se detuvo en el marco de la puerta, con Charlie ya afuera pero él sin soltarla todavía. - Es que... Alguien va a venir - y aunque era una excusa, Ciro en verdad creía en esa posibilidad. Alguien podía ir a verlo: el ángel. Después de todo él aun conservaba el broche de oro en su bolsillo, y tenía vídeos comprometedores, y lo había escuchado hablar de ir a Paris, y lo había visto huir de la cueva. Si un ser así quería tomar represalias, nada lo detendría... Además, por mucho que el español deseara tener el consuelo de Charlie, el terror de que el ser celestial la fulminara junto a él tan solo por estar ahí, definitivamente no era una opción.

- Perdón... En serio - quería decirle que la llamaría mañana, pero eso podía ser mentira, y lo último que quería era irse de este mundo mintiendo a Charlie. Ojalá aquel ser no fuera vengativo, ojalá su reacción fuera exagerada y todo terminara en una mala noche. Pero no podía apostar al destino. Y peor aun: no podía decirle la verdad a la irlandesa... Es más, ni siquiera podía despedirse directamente porque eso solo alarmaría más. Ciro se contuvo de decir algo dramático como "no me olvides", pero lo que sí hizo fue subir el agarre de los hombros de la chica a sus mejillas, acercándose sin pensarlo dos veces para besarla. Puede que ella sintiera el ligero sabor a sangre de su labio partido, pero eso no importó, el beso había sido rápido de cualquier manera. - Te amo - dijo en cuanto se separó, dando un paso atrás y cerrando la puerta de inmediato. 

El silencio lo invadió, poniéndolo más nervioso a cada segundo. Terminó por llamar a su oficina, diciendo que se estaba sintiendo muy enfermo y que faltaría mañana, incluso pidiendo el trámite de un permiso para más días, solo por si acaso... La verdad es que ni siquiera pudo dormir, esperando ansioso. 

Sin embargo, Afrodita no respetó el deseo de Ciro de tener espacio, apareciendo en la mañana para mostrar su rostro amoratado. Y aunque el español no estaba de humor para esa historia, escuchó cómo Valery la había golpeado sin piedad por decir que él se iría con ella a vivir viajando por el mundo.
- Si, es una persona violenta - respondió, sin forzarse a mostrar empatía por ello. Cosa que enfureció a la mujer, alzando la barbilla y deformando su rostro sereno en una mueca muy similar a la de Ciro cuando apretaba los dientes con rabia. - ¿Qué más puedo decir? Ella siempre pelea… Con motivos - y entonces Troya estalló. Afrodita soltó el berrinche contenido, pataleando y gritando como adolescente caprichosa porque no le dieron la razón.

- ¡¿Entonces es mi culpa?! ¡¿No cortarás a esas personas horribles de tu vida?! ¡Tu supuesto mejor amigo aplaudió lo que hizo! ¡Todos lo hicieron! ¡Son unos monstruos! ¡Yo soy tu madre! - Lo era, claro… Pero apenas por tres semanas. Rory era su mejor amigo desde hace ocho años, Valery hace dos, los conocía bien y ellos a él. Eran como hermanos, su segunda familia, y podía repetirlo con seguridad. No importaba si la situación paranormal lo aterraba, los amaba. De hecho, amaba a todos sus amigos… Amaba a Charlie, a Maxxie, Idylion, Flynn, y cualquier desacuerdo con su madre no se comparaba. Ya los había empujado mucho por ella.

- Jamás voy a cortarlos de mi vida… Madre - respondió firme, masticando la última palabra mientras igualaba la expresión de seriedad. El labio de la mujer tembló por la tensión, acercándose desafiante y plantándose lo más cerca que podía del muchacho sin empujar.

- ¿Esa es tu respuesta final?... ¿Para todo lo que está sobre la mesa? - inquirió, haciendo que Ciro relajara el ceño por la implicación. La mujer notó esa duda en él, retrocediendo y llevándose las manos a la cadera pavorosa. - Que así sea, mi niño - se dirigió a la salida, quedándose en el marco de la puerta y hablando por encima del hombro. - Encuéntrame en la comuna al atardecer… A las seis en punto. O hasta que el viento nos reúna - utilizó la misma frase con la cual se refirió a su encuentro, dejando al español más confundido que antes.

El día pasó entre más pensamientos dramáticos, analizando lo que podía hacer con la información de la ciudad bajo tierra, y sobre todo considerando sus opciones para poner en orden su vida. Todo sin dejar de ver el reloj, ansioso por las manecillas acercándose al número seis. No quería ir, no podría soportarlo, pero el hueco en su pecho lo hizo salir corriendo a la zona industrial con el tiempo justo… Llegó a la hora indicada, para entonces toparse con el espacio vacío de varios remolques. Unos niños le dijeron que habían salido hace quince minutos, toda esa "familia de paso" se había marchado. Así de simple... Ciro no dijo nada, volviendo a su departamento invadido por las náuseas. El daño estaba hecho.

Si el español ya había mostrado señales de recaer en el alcoholismo con sus colapsos anteriores, tras el abandono de su madre POR SEGUNDA VEZ, había tocado el fondo para quedarse ahí. Desde el momento en que había vuelto a casa, comenzó a abrir las botellas de vino que tenía guardadas para reuniones amistosas, empinándose una a una hasta terminarlas. Y como aquello no llenaba el vacío de su pecho ni de lejos, Ciro no reparó en ir por más alcohol a la tienda, esta vez trayendo tequila, esperando que mezclar las cosas ayudara a no fastidiarse del sabor, pues esa fue básicamente su cena y desayuno.

Poco importaba utilizar vasos, empinándose las botellas directamente y dejando los envases vacíos a lo largo de la casa, donde quiera que estuviera al momento para ir por la siguiente. Ni siquiera había notado que dejó la puerta abierta toda la madrugada, perdiéndose entre la borrachera y la resaca al mismo tiempo. Para cuando Charlie entró al lugar, el español se encontraba en el baño, vomitando como el ebrio que era. Se quejó audiblemente por la molestia de verse interrumpido, limpiándose la boca como pudo con papel higiénico antes de levantar la mirada, y como aun tenía la última botella de tequila en la mano: empinándosela para tapar el mal sabor.
 
- Hey, Charles - saludó, como si no se viera totalmente arruinado. En algún punto de la noche se había puesto un pants bombacho, probablemente para ir a la tienda, pero tan pronto quedó a solas de nuevo se había quedado sin camisa y descalzo. Se pasó la mano libre por el cabello enmarañado, en un torpe intento de arreglarlo ante la presencia de la irlandesa, pero perdiendo así lo que quedaba de la coleta usual, la cual por milagro había sobrevivido lo suficiente para no mancharse en el inodoro. 

Estaba a punto de decir que eso no era necesario, que ya había terminado ahí, cuando el trago de tequila recorriendo su garganta avivó las nauseas, inclinándose de inmediato para continuar con el vómito. Sostenía la taza del inodoro entre sollozos, sintiéndose más patético que nunca en su vida. Él mismo había visto a Charlie así, cuando la chica se sobrepasaba en los vicios, pero jamás se imaginó intercambiando papeles. 

Volvió a estirarse por papel para limpiarse mientras la chica aun sostenía su cabello, apresurándose a tirar todo e incluso bajando torpemente la tapa del escusado para tapar el agua sucia y bajar la palanca, como si aquella fuera la evidencia de su delito. Decir que se sentía humillado era poco, dejando escurrir las lágrimas mientras hipaba aun hincado, sin atreverse a volver a mirar a la chica, como si el resto de su dignidad se hubiera ido con la succión del inodoro. Aunque siendo honestos se había ido desde hace horas.

- Lo siento - murmuró como pudo. - No puedo - dijo sin especificar a qué se refería, para entonces ponerse de pie a trastabillones, sosteniéndose de la pared y de la propia Charlie. Claro que huir del baño no era tan fácil como parecía, apenas llegando al borde de la cama para caer de rodillas. De no ser por su estado de ebriedad, aquello le habría dolido, pues tan solo quedó con medio cuerpo sobre el colchón, golpeándose las piernas con el piso. Se quejó por inercia, arrastrándose arriba para quedar sentado, según él disimulando... Lo cual solo aumentaba lo patético y doloroso que era verlo.

Él esperó, sin poder hacer otra cosa. Le dolía la cabeza y el pecho, además de la acidez que le recorría el cuerpo. Había pasado toda la mañana embriagándose más con tal de no sentir la resaca, pero eventualmente tenía que terminar. Ahora tallaba sus manos con nerviosismo, mirando cabizbajo hasta que Charlie regresó con comida y agua. No tenía apetito, pero tan pronto dio el primer bocado sintió el vacío característico del estómago de alguien que no ha comido en más de doce horas.

- Gracias - musitó bajo, masticando lento pero al menos sin ganas de volver a vomitar. El agua venía bien, obviamente, aunque su mirada se desvió por un momento hacia la puerta del baño para ubicar la botella de tequila que le habían arrebatado... Luego volvería por ella, estaba seguro. Pero por ahora se concentró en masticar, limpiando de vez en cuando su cara de las lágrimas secas. - Es exagerado, ¿no crees? - habló con más de dos palabras por fin. - Ella es ruin... ¿Por qué llorar por alguien así?... Y ni siquiera es el más grande de mis problemas... Yo mismo lo hice grande... Arruiné todo. No solo esto, no solo ella... Todo - dijo antes de subir las piernas a la cama, pegándolas a su pecho para abrazarlas. Claro que estaba mezclando temas, pero en ese estado tenía que recuperar la coherencia poco a poco.

- Me citó... Y fui... Fui a verla y ya no estaba... ¿Te imaginas? ¿Qué tal si hubiera ido con maletas?... ¿Qué tal si me hubiera convencido a última hora? Solo para encontrarme con que se había ido... ¡Ella ya había decidido abandonarme! - masculló apretando la tela de su pantalón y frunciendo el ceño, dejando brotar las emociones. 

Con eso fue que el español finalmente devolvió el contacto visual, mirando los sorprendidos ojos café que tanto le gustaban, soltando una risita sin aire. O más bien solo hipando con una mueca de sonrisa.

- ¿Sabes? Me halaga que les preocupe tanto. A ti y a los otros... Que les duela la idea de que yo me vaya... Pero también me ofende que creyeran que sería con ella - convino con un encogimiento de hombros. Y tan pronto como la sonrisa apareció, ésta se desvaneció, regresando a la mueca de consternación y pena por sí mismo. - Si plantó la idea de irme en mi cerebro. No puedo negar eso... Pero solo la idea... Lo que medité todo este tiempo fue cómo hacerlo por mi cuenta... Si volver a España o buscar otro lugar... Pero definitivamente no con ella. No podría... Tendría que odiarme a mí mismo más de la cuenta - negaba con seguridad, entre todo el destrozo y el corazón hecho papilla, al menos eso le quedaba. Intentó quererla, intentó perdonarla e intentó rescatar lo que sea que hubieran tenido en común, pero al final esa mujer no era capaz de aceptarlo.

- Ella jamás pidió disculpas... Es más, reconocía que no se arrepentía de haberme dejado cuando nací - continuó, frunciendo el ceño y tensando los brazos a su alrededor. - Y estúpidamente la justifiqué... Yo en verdad quería creer que tenía sentido... Que dejar a un bebé tiene sentido, ¿puedes creerlo?... Porque no me conocía, yo no era un ser humano con personalidad y características únicas que pudiera querer - su voz se quebró a medio hablar, sintiendo que ningún abrazo a sus piernas era lo suficientemente fuerte para mantenerlo en una sola pieza. - Pero ya me conoció... Me conoció ahora, totalmente formado... Y me abandonó de nuevo... Me dejó sin conocerme ¡Y conociéndome! - apretó los dientes por la rigidez al hablar, sintiendo las lágrimas acumulándose detrás de sus ojos una vez más. Aunque en lugar de llorar, soltó otra risa de bufido para nada divertida y en realidad bastante lastimosa. - Y ahora estoy aquí, desahogándome con la otra persona en mi vida que hace lo mismo.