Aquello que nos une y nos entrelaza [Privado]

Se llevó un bocado a la boca justo cuando Charlie comenzó a preguntar y quiso apresurarse a responder
-Disho cue esshtá tofffo bien...cue no me aprashtará de shu lado-terminó de tragar-ah...está muy bueno, Charlie
Una amplia sonrisa se le dibujó. Comer comida casera le hacía muy feliz. Le traía recuerdos buenos. Cuando su padre cocinaba. O cuando iba de visita a la casa de Marietta. Que era...demasiado seguido.

Hizo un gesto con la mano, restándole importancia al uso de drogas de la muchacha. No le importaba realmente. Confiaba ciegamente en ella y aunque las imagenes que Valery había implantado en su cabeza no se irían, el le daba su voto de confianza a la "nueva" Charlie.
-Ciro se lo tomó bien. Me agradeció por amarlo. Pero que no podía hacerlo de la misma manera que yo lo hacía. Pero...con tenerlo a mi lado es más que suficiente. Solo no...quería que me hiciera a un lado o me tratara distinto. Los amo mucho a ambos a ti y a él. Y yo quiero lo mismo que quieres tú, Charlie. Que mis amigos sean felices.

Aunque era de pésima educación, posó sus codos sobre la mesa y su mentón sobre su mano, observándola. Asintió otra vez con un gesto de cabeza. De verdad no le molestaba.
-Otro día fumaremos juntos-dijo sonriendo afablemente-Antes de otra comida casera. Promesa.
Vio a la chica encenderlo. Parecía un hobbit, encendiendo su pipa con su pelo ondulado rubio y su corona de flores. Rió un poco, una risa espontánea.
Entendía lo que Charlie decía. De verdad lo entendía porque él tampoco era muy posesivo.
-Yo comprendo a la perfección,Charlie. De verdad no podría poseer a nadie. Ni atar a nadie. Es como dices, él es un atardecer. O más bien un amanecer. Brillante, hermoso, que trae un nuevo día y un alivio al frio de la noche.
Soltó un suspiro al aire. 
-Estoy seguro de que volverán, Charlie. No lo dudo-dijo masticando más estofado-Sé que se aman. Solo necesitan el momento adecuado. Y ser sinceros. El mismo Ciro me dijo que hay que decir las cosas. Charlandolas todo se puede comprender mejor. Solo abre tu corazón.
Rió otra vez ironizando. Ahora todo parecía menos temeroso, una vez lo que tanto temía decir fue dicho.
-Y pensar que sé tan poco de amor, sin embargo en ustedes dos lo vi claro como el agua. Y bueno, también porque Ciro NO-SE-CALLABA al respecto. Sobre ti. Jamás-le dedicó una sonrisa Charlie-Espero no terminar así cuando me vuelva a enamorar...

Sonrió viendo la bolsita de Charlie. Todo era excentricamente alegre y brillantemente caótico en ella. ¿Como una muchacha así de distinta a él había terminado siendo su amiga? No lo sabía. Así funcionaba Charlie. En cuanto menos lo esperabas ya había entrado en tu corazón.
Dedicó una mirada melancólica al espacio del departamento y a Chunky que rondaba por allí.
-Es un gran hombre Ciro, sí. Cuídalo mucho, Charlie. Cuida sus sueños y esperanzas.
Suspiró, aún ensoñado, pero ligeramente triste.
-Supongo que debe ser divertido...sí-se giró y se encontró con Charlie lista con su porción.
La observo comer, disimuladamente. Verla comer así era bastante creíble que ella fuera dueña de Chunky. Compartían el mismo espíritu.
Una vez hubo terminado le sonrió. Verla tan feliz le hacia sentir pena en tener que darle malas noticias y casi se arrepintió de tener que hacerlo.
-Charlie...-dijo acercándose y poniéndola una mano en un hombro-Yo...-tragó saliva frunciendo las cejas ligeramente y mirando el aire, como buscando una frase adecuada con la cual empezar-Sé que eres alguien muy honesta y que no se puede callar-soltó una risita, mostrando que era broma-Si tú...si tú vieras algo que está mal. Una injusticia o un problema...¿te quedarías callada frente a eso?
Su tono se había tornado más serio ahora.

Idylion tragó saliva y apretó su garganta. Con un esfuerzo sobrehumano esbozó una sonrisa, aunque comenzaba a desmoronarse. Apretó la manga de su pantalón con su mano libre, debajo de la mesa, tenso.
-Charlie-dijo en tono alegre-Yo...no he sido del todo sincero. De la ciudad donde vengo la gente es distinta. Me costó adaptarme porque porque crecí con ciertas ideas. Con otros conceptos. Yo...cometí errores aquí. Una vez...-inhaló y miro un punto fijo en la mesa-una vez golpee a unos tipos que lastimaron a Marietta y me castigaron por ello. No salí bien librado...-su mano se fue instinivamente hacia su cicatriz.
Apretó los labios y cerró los ojos temiendo que Charlie le dijera algo horrible. Que lo juzgara.
-Perdí mucho tiempo, encerrado. Los jueces de mi comuna me castigaron. Y pagué el precio. Al salir tenía mucho odio. Tenía miedo. Tenía...perdí todos mis deseos de vivir. Pero..
Una lagrima cayó por su cara y se apresuró a limpiarla.
-Pero el día que vine a abrir la cerradura de tu puerta las cosas cambiaron. Tú me diste deseos de vivir. Y quiero vivir. Plenamente. Pero de donde vengo tienen leyes muy cerradas. Tienen ideas erradas y anticuadas y yo quiero cambiar todo eso. Quiero que todos puedan experimentar lo que yo viví. Sin tener miedo de convivir con gente como ustedes. Gente común. Gente buena...
Inhaló con fuerza.
-Y no puedo estar así, quieto. Sin hacer nada. Yo quiero cambiar las normas. Quiero que la gente viva en un mejor lugar-alzó la voz un poco, no agresivamente pero sí decidido-¡Quiero que puedan amar sin restricciones! Quiero...que sean libres.
Id se pausó un momento, ahora llorando a mares con las lagrimas resbalando por su cara sin parar.
-Pero no puedo llevarte conmigo. Tengo que hacerlo solo.

El moreno se dejó abrazar y hasta escondió la cara en su amiga. Aceptando el poco consuelo que podía ofrecerle en algo así. Después de todo era una decisión propia. Era su propio deseo lo que lo obligaba a hacer esto. Y en parte también un intenso agradecimiento a sus amigos. Sus palabras lo habían traído del abismo. Era solo lo correcto hacer algo útil con esta vida que le habían dado.

La firmeza del abrazo de la rubia le quitaba el aire y hacía que se sintiera protegido. Era extraño para él como se había adaptado tanto al contacto físico que ahora le resultaba algo común. Y la idea de su falta lo hacía sentirse increíblemente solo.

Trató de parecer valiente, de honrar las palabras que debían llenarlo de orgullo de parte de Charlie. Pero la suavidad de su caricia y el gesto tan maternal lo hicieron aflojarse y soltar aún más lágrimas. El afecto materno era algo a lo que no estaba acostumbrado y no conocía realmente. Charlie se había convertido en una amiga con quien había logrado sentirse a gusto. Quien apreciaba sus silencios. Y a quien ahora le había compartido parte de su secreto.

El pulgar sobre su cicatriz hizo que abriera los ojos, sorprendido y conmovido.Durante un par de segundos no supo reaccionar. Luego apoyo ligeramente su cara marcada sobre la mano de la rubia y llevo su mano libre a la de la caricia, aceptandola cual gato que busca más afecto Cuando lo atrajo hacia si se guareció en la rubia, queriendo permanecer allí en sus brazos, cobijado y a salvo...pero no podía perder más tiempo. No le quedaba demasiado.
-Tomaré el tren en unas tres horas...siento que haya sido tan repentino. De verdad no es personal Charlie. Todo lo contrario...-contuvo otra ola de llantos e hipidos con fuerza-...es gracias a ustedes. Estaré bien. Prometo no ser demasiado idiota. Tengo algunos amigos. Y está mi padre. Y prometo conectarme seguido a hablar también...intentaré venir algunas veces, aunque cueste.

Prometía y repetía, como un niño que esta por irse de excursión. Pensando que quizás así podrá aligerar la preocupación de sus guardianes. Pero esto era más serio. Y quizás más peligroso.

Su corazón se encogió un poco viendo a la rubia empacar comida como si nada. Como si solo se estuviera llevando sobras en cualquier otro momento. Asintió. Realmente no podía prometer no hacer nada imprudente. O peligroso. El camino que seguía estaba lleno de dudas, piedras. Solo un amplio abismo al cual no quedaba más que saltar. Pocas veces se había lanzado a una idea así en su vida. La sensación era aterradora. Pero se mostraba valiente. O así se sentía. Quizás un poco de ambos. 
Otra vez sintió que los ojos se le empañaban cuando Charlie le entregó la bolsa con comida.
Sus labios se torcieron a medida que ella hablaba. Que fuera tan comprensiva y le diese su apoyo solo lo hizo desear quedarse mas. Y la abrazó fuerte también, por segundos que parecieron minutos. Y minutos que el arpía deseó que fueran años. Murmuró "Yo también los extrañaré".Pero finalmente cortó el contacto. Se limpió la cara apresuradamente con agua, guardó las sobras en la mochila y enfiló hacia la salida.
-¡AH! Casi lo olvido...-le entregó un sobrecito de papel madera-Es un regalo, para ti. 

Dentro había una pequeña flor. Una strelitzia, pero en versión más pequeña. Parecía y se sentía muy real. Pero tenía un alfiler detrás para usarla como pin.
-También la puedes usar en tus coronas. 
Acto seguido le dio un beso en la frente y se marchó del departamento rumbo a las escaleras.