Abstinencia (Priv. Rory)

Usualmente, luego de que Valery saliera de cacería, Rory se ponía aún más cariñoso de lo normal los días posteriores, siendo esa su manera de mostrar apoyo, así que aquel día no era la excepción. Mientras la vampiresa refunfuñaba cruzada de brazos, su esposo le acariciaba la espalda con una mano, manteniendo la otra sobre su rodilla. Esperaban malas noticias, claro, por ello cuando Valery le tomó la mano, Rory bajó la otra para envolverla en las suyas. Pero vaya que nadie esperaba la noticia del embarazo. De hecho, el joven no lo creyó, soltando una risita nasal como puerquito y mostrando una sonrisa divertida... Pero igualmente nerviosa.

- No está embarazada, Doc - convino ante el asombro de los Black. - Hace dos meses yo seguía lisiado - su argumento más firme, el que repetía para cualquier mínima insinuación de bebés, el cual no inmutó al doctor.

- Dos meses y medio, precisamente - respondió el hombre, y al tiempo en que Rory recordaba que efectivamente ese mismo médico era quien lo había atendido a él, su sonrisa bajaba y pasaba a una expresión de ojos como platos. - Creemos que la prueba puede tener un margen de dos a tres semanas de exactitud debido a los medicamentos para el ojo dañado. E incluso, que el desajuste hormonal del embarazo puede ser la causa de que éste no mejore - el hombre hizo una pausa, simplemente mirando las caras de los presentes. - Les daré un momento para que lo procesen - pues vaya que tenían que procesarlo. 

Rory mantuvo la mirada en la puerta incluso cuando el doctor ya había salido, con los labios entreabiertos y la mano de su esposa aun entre las suyas.

La concentración en la nada de Rory se rompió cuando Valery alzó la voz alarmada, apenas pudiendo reaccionar a sostenerla cuando ella misma se recargó en su hombro. Podía verse en su expresión perpleja que estaba igual de asustado que la vampiresa, y es que se había arriesgado DEMASIADO con su última cacería. De no ser porque la comida en cuestión se desmayó, incluso pudieron llegar a los golpes, y oh Dios, las medicinas... La mente del escocés iba de 0 a 100 y de regreso, haciendo su mayor esfuerzo por rebobinar la cinta y recapitular lo que había dicho el médico unos segundos antes. 

- Se ve bastante saludable... El pequeño se ve bastante saludable - repitió, ahora siendo él quien directamente tomaba a su esposa por los hombros. - Felicidades - aunque tal vez repetir eso estaba de más. - Está bien... Está... Muy bien - eso último lo dijo con una pequeña sonrisa estirando sus labios. Seguía horrorizado, cosa que se notaba en su frente arrugada, pero también comenzaba a sentir el cosquilleo de emoción. Dejando de lado lo que pasó y pudo pasar, su hipotético hijo para planes futuros estaba menos hipotético que nunca. Subió el agarre de los hombros a las mejillas de su esposa, sosteniéndole el rostro frente al suyo. 

- Te amo tanto - soltó, tal vez inoportuno, pero casi saliendo en automático desde su interior, hasta sonando ensoñado con un suspiro. - Pero no más cacería - añadió volviendo a fruncir el ceño. - Y... el ojo... ¿Qué haremos con el ojo?- porque el ojo ciego seguía siendo el mayor de sus problemas. Aunque irónicamente había evitado que Valery fumara y bebiera durante esos dos meses. Lo bueno en lo malo.

A Rory no pudo importarle menos que su cuñado saliera, ni siquiera volteando a verlo, con la mirada solo para Valery. Que ella preguntara si se iban a quedar al bebé le revolvió el estómago, sintiendo un vuelco en el pecho al saber de primera mano lo mucho que su esposa anhelaba tener hijos. Y claro que también estaba el factor de salud, pues por algo el médico les había dicho que lo pensaran... Si interrumpían el embarazo, tal vez el ojo finalmente mejoraría. Sin el desajuste hormonal, tal vez se quedaría estable. Pero ¿estaban dispuestos a eso?

- Oww, sweetheart - musitó, quedándose con ella de pie, pasando una mano a rodearla por la espalda baja y manteniendo la otra en su mejilla, ahora acariciando con el pulgar. El cambio de actitud alarmada a tímida de su esposa tenía ese efecto protector en él. - No me obligas... Claro que quiero... Solo estoy aterrado - confesó lo obvio, apretando la sonrisa como disculpa y alzando los hombros. - Pero también estoy feliz... Se pueden ambas... Un miedo bueno - siguió su explicación un tanto innecesaria.

- Como entrar al laberinto... Me muero de miedo... Me falta el aire, y las paredes se encogen... Pero me emociona la recompensa al salir... Aun si no estoy listo. Porque no estoy listo - porque no podía mentirle con eso, de cualquier manera la vampiresa sabía cuando mentía. - Pero tú me ayudas a cruzar... Y quiero cruzar este laberinto contigo - añadió casi en un murmuro, acercándose para pegar la frente a su esposa. La mezcla de pánico, cursilería y emoción definían a Rory en ese momento.

Ver a Valery derramar un par de lágrimas hizo que Rory sintiera los ojos llorosos también, aunque las palabras de apoyo y amor le sacaron una exclamación de ternura, respondiendo el beso y la sonrisita emocionada con la propia. Incluso levantó ligeramente a su esposa rodeada en brazos para dar una vuelta en su lugar, como la película más melosa y romántica que pudieran imaginar.

- Tendremos un hijo - repitió, cerrando los ojos unos segundos antes de alzar la mirada con un suspiro, como si imaginara el futuro con ese bebé entre ambos. - Lo haremos bien... Pase lo que pase... Aunque nazca como yo - la sonrisa se congeló con eso, aun si el abrazo seguía fuerte. - Y tengamos un bebé con ansiedad... Y no funcione conseguirle su propio corgi... O sea alérgico como tú... O si es como Leith... Y no puedo abrazar a mi hijo hasta los cuatro años - su voz volviendo más delgada cada vez, quebrándose hasta tener que tragar saliva con algo de pesadez.

El abrazo apretaba un poco, pero la verdad es que cuando Rory decía que tenía miedo a los bebés, se refería a cosas muy específicas, como esas. Intentó recuperar la compostura, parpadeando rápido varias veces, hasta bajar la mirad a su esposa y volver a mostrar la sonrisa flaqueada.

- ¡Pero me esforzaré! Lo juro... Seré responsable. Haré lo que sea - su frente arrugada con el temor pero también decisión. No estaba listo, y tal vez nunca lo estaría, pero eso no lo detendría de aprender sobre la marcha.