Post by Adrin Mc'Coil on Aug 23, 2022 6:11:18 GMT
Terminó de teclear y guardó los últimos cambios al documento en el que trabajaba dejándose caer en el respaldo de su silla. Su trabajo estaba terminado, había dejado todo en orden por ese día e incluso había adelantado algunas cosas. Miró hacia el lugar de Astrid, por suerte la lobo no se encontraba en ese momento en la oficina lo cual le facilitaba a la arconte las cosas, no quería tener que dar explicaciones y que su jefa no estuviera le ahorraba el dolor de cabeza y el fastidio de hacerlo. Cerró los ojos un momento, ciertamente renunciar la tenía sin cuidado y hasta cierto punto estaba ya harta de trabajar en el Magisterio, toda esa burocracia innecesaria le molestaba.
Abrió los ojos y se quedó viendo al techo unos instantes, desde que regresaran de esas vacaciones en Tahití, algo había cambiado en su lugar de trabajo, podía sentir cierto nerviosismo y ansiedad pero no podía determinar la razón del por qué, incluso había notado el ligero cambio en su jefa desde que llegara toda cubierta de polvo a la oficina. Movió la cabeza hacia abajo y se presionó el puente de la nariz con dos dedos. Era claro que los de hasta arriba no querían que nadie se enterara de nada de lo que fuera que estuviera ocurriendo y no importaba qué tanto se esforzara, Adrin no iba a obtener respuestas.
Suspiró molesta, desde que se uniera a los Noctámbulos se había estado preguntando si era buena idea seguir trabajando en el Magisterio; inicialmente pensó que podría obtener información útil a la causa aprovechando su rol como secretaria mas no escuchaba o leía otra cosa que no fueran chismes de oficina y declaraciones constantes de amor u odio entre los magistrados. Inevitablemente hizo una mueca de desagrado, hacían demasiados públicos sus asuntos privados. Incluso el escándalo más reciente entre las dos amigas y el marido de una de éstas no era otra cosa más que otro asunto personal que la tenía sin cuidado.
Volvió a salvar el documento que había terminado sólo por costumbre y cerró el programa que estaba usando. Actualizó unas cosas, cerró sus sesiones y terminó de hacer el respaldo de su trabajo que no había requerido de gran espacio de almacenamiento. Al terminar, apagó su computadora y guardó sus cosas personales, que eran pocas, en el bolso que llevaba. Se levantó de su asiento y se encargó de dejar el lugar que había ocupado como si nadie hubiera estado allí. Todo estaba acomodado e impersonal justo todo lo contrario a cómo percibía funcionaba el Magisterio que estaba lleno de caos y personalidades disfuncionales.
Tomó su carta de renuncia y se dirigió al lugar de la lobo. Echó un último vistazo al sitio buscando cualquier cosa que no perteneciera; como lo esperaba, no había encontrado nada en su rápida inspección visual y francamente hacer una búsqueda manual se le hacía una pérdida de tiempo, tarde que temprano se enteraría de lo que fuera que estuviera ocurriendo. Dejó el documento con cuidado en el centro del escritorio de la jefa del DCI y dio media vuelta para marcharse del lugar. Ya había hablado con los de RH por lo que esa parte ya estaba cubierta, lo único que le faltaba era anunciarlo a su ahora ex jefa y ahora eso ya estaba hecho. Su texto no era complicado, simplemente decía que renunciaba por cuestiones personales y que agradecía la oportunidad, no más, no menos. Era sencillo, corto y al grano.
Salió del edificio caminando con paso seguro, elegante y altivo. Extendió sus negras alas, tenía mucho que no las estiraba. Se sentía un tanto ligera aunque presentía que los secretos que el Magisterio guardaba se volverían un problema para todos y sabía que su pareja idiota se vería involucrado si la situación escalaba. Sonrió una pequeña sonrisa, ahora tenía la libertad de apoyarlo abierta y absolutamente y si todo tenía que irse al carajo, ella estaría con él. Su sonrisa se ensanchó al ver que unos metros más adelante, Kleith ya la estaba esperando.
Lo saludó con una ligera inclinación de la cabeza, por muchas ganas que tuviera de saltar directo a sus brazos no era el lugar para hacerlo por lo que sólo aceleró un poco su paso. Al llegar a donde el chico la esperaba, sólo lo tomó de la mano y continuó caminando. Escuchó a Kleith reírse entre dientes ante su acción y después sintió un ligero apretón antes de que la soltara y pasara su brazo por hombros mientras le seguía el paso con facilidad.
- ¿Así que no te costó nada de trabajo eh? - la saludó el valkiria.
- Astrid no estaba, me ahorró la molestia. - Explicó la chica recargando su cabeza en el hombro de su pareja.
- ¿Y si te llama? - la cuestionó Kleith . - “Cuestiones personales” deja mucho que interpretar. - Sonrió divertido esperando la respuesta de su chica.
- “Hola sí, Astrid. Lo siento es que no es nada práctico apoyar el grupo rebelde que está en contra del gobierno mientras trabajo para ti y menos cuando mi pareja es uno de sus líderes. “ - Contestó Adrin con una voz fingida y chillona. - Por favor, si pregunta le seguiré diciendo lo mismo, dudo que quiera saber más de lo que quiera decirle. - Puntualizó la arconte ante la sonora carcajada que su novio ya estaba soltando. Adrin sólo volteó los ojos y lo empujó con suavidad diciéndole un suave “tonto”.
- Lo siento, D - se disculpó sin mucha sinceridad el hombre, - No pude evitarlo. - Ladeó con humor la cabeza y le dedicó una gran sonrisa a la mujer. - Entonces, ¿vas a buscar otro trabajo acá abajo no? - Cuestionó ya de modo serio.
- Sería lo mejor. - Contestó Adrin sin pensarlo mucho. - Si quieres saber qué está pasando en la ciudad necesitas estar en la ciudad, - continuó la arconte, - y como tú tienes trabajo allá arriba, lo mejor es que esté acá abajo, así podremos estar al tanto de lo que pase en ambas ciudades.
- Huh, si lo dices así ¿no sería mejor que fuera al revés? Tú allá arriba y yo acá abajo, no tienes por qué arriesgarte.
- No importa dónde, siempre hay riesgo además yo no soy de interés. - Miró de reojo a Kleith. - Es más peligroso que estés acá abajo.
Adrin continuó su camino, quería llegar ya a casa y quitarse de inmediato los tacones de aguja que llevaba. Definitivamente no iba a extrañar el estar vestida de manera formal todos los días. Dio unos cuantos pasos más antes de detenerse y voltear a ver a su pareja que se había quedado atrás.
- ¿Piensas quedarte el resto del día parado ahí? - le preguntó Adrin al verlo quieto, no tenía ganas de esperar a que el chico se empezara a mover de nuevo por cuenta propia y la expresión en su cara le decía que se sentía derrotado y orgulloso al mismo tiempo, la combinación perfecta para mandarlo a la quietud por unos instantes de duración indefinida.
- Ya voy, Dyane, ya voy. - Le contestó Kleith un tanto resignado al verla impaciente. Al llegar con ella, la tomó de la mano y ambos continuaron con su camino.
Con cada paso que daban, dejaban cada vez más y más atrás el imponente edificio del Magisterio y la estancia de la arconte dentro de sus pasillos y aunque Adrin no sabía cómo sentirse al respecto de haber trabajado ahí, sabía que no se arrepentía en lo absoluto de haber renunciado. Presentía que los secretos ahí guardados saldrían a la luz y cualquiera que fuera el cambio que se avecinaba, prefería enfrentarlo al lado del hombre que amaba.
Sin dejar de caminar volvió a recargar su cabeza en el hombro del valkiria, el futuro era incierto pero pocas veces en su vida había sido lo contrario, sabía que debía esperar y actuar cuando fuera conveniente y con Kleith a su lado, estaba segura que no importaba qué, ambos saldrían adelante.
Abrió los ojos y se quedó viendo al techo unos instantes, desde que regresaran de esas vacaciones en Tahití, algo había cambiado en su lugar de trabajo, podía sentir cierto nerviosismo y ansiedad pero no podía determinar la razón del por qué, incluso había notado el ligero cambio en su jefa desde que llegara toda cubierta de polvo a la oficina. Movió la cabeza hacia abajo y se presionó el puente de la nariz con dos dedos. Era claro que los de hasta arriba no querían que nadie se enterara de nada de lo que fuera que estuviera ocurriendo y no importaba qué tanto se esforzara, Adrin no iba a obtener respuestas.
Suspiró molesta, desde que se uniera a los Noctámbulos se había estado preguntando si era buena idea seguir trabajando en el Magisterio; inicialmente pensó que podría obtener información útil a la causa aprovechando su rol como secretaria mas no escuchaba o leía otra cosa que no fueran chismes de oficina y declaraciones constantes de amor u odio entre los magistrados. Inevitablemente hizo una mueca de desagrado, hacían demasiados públicos sus asuntos privados. Incluso el escándalo más reciente entre las dos amigas y el marido de una de éstas no era otra cosa más que otro asunto personal que la tenía sin cuidado.
Volvió a salvar el documento que había terminado sólo por costumbre y cerró el programa que estaba usando. Actualizó unas cosas, cerró sus sesiones y terminó de hacer el respaldo de su trabajo que no había requerido de gran espacio de almacenamiento. Al terminar, apagó su computadora y guardó sus cosas personales, que eran pocas, en el bolso que llevaba. Se levantó de su asiento y se encargó de dejar el lugar que había ocupado como si nadie hubiera estado allí. Todo estaba acomodado e impersonal justo todo lo contrario a cómo percibía funcionaba el Magisterio que estaba lleno de caos y personalidades disfuncionales.
Tomó su carta de renuncia y se dirigió al lugar de la lobo. Echó un último vistazo al sitio buscando cualquier cosa que no perteneciera; como lo esperaba, no había encontrado nada en su rápida inspección visual y francamente hacer una búsqueda manual se le hacía una pérdida de tiempo, tarde que temprano se enteraría de lo que fuera que estuviera ocurriendo. Dejó el documento con cuidado en el centro del escritorio de la jefa del DCI y dio media vuelta para marcharse del lugar. Ya había hablado con los de RH por lo que esa parte ya estaba cubierta, lo único que le faltaba era anunciarlo a su ahora ex jefa y ahora eso ya estaba hecho. Su texto no era complicado, simplemente decía que renunciaba por cuestiones personales y que agradecía la oportunidad, no más, no menos. Era sencillo, corto y al grano.
Salió del edificio caminando con paso seguro, elegante y altivo. Extendió sus negras alas, tenía mucho que no las estiraba. Se sentía un tanto ligera aunque presentía que los secretos que el Magisterio guardaba se volverían un problema para todos y sabía que su pareja idiota se vería involucrado si la situación escalaba. Sonrió una pequeña sonrisa, ahora tenía la libertad de apoyarlo abierta y absolutamente y si todo tenía que irse al carajo, ella estaría con él. Su sonrisa se ensanchó al ver que unos metros más adelante, Kleith ya la estaba esperando.
Lo saludó con una ligera inclinación de la cabeza, por muchas ganas que tuviera de saltar directo a sus brazos no era el lugar para hacerlo por lo que sólo aceleró un poco su paso. Al llegar a donde el chico la esperaba, sólo lo tomó de la mano y continuó caminando. Escuchó a Kleith reírse entre dientes ante su acción y después sintió un ligero apretón antes de que la soltara y pasara su brazo por hombros mientras le seguía el paso con facilidad.
- ¿Así que no te costó nada de trabajo eh? - la saludó el valkiria.
- Astrid no estaba, me ahorró la molestia. - Explicó la chica recargando su cabeza en el hombro de su pareja.
- ¿Y si te llama? - la cuestionó Kleith . - “Cuestiones personales” deja mucho que interpretar. - Sonrió divertido esperando la respuesta de su chica.
- “Hola sí, Astrid. Lo siento es que no es nada práctico apoyar el grupo rebelde que está en contra del gobierno mientras trabajo para ti y menos cuando mi pareja es uno de sus líderes. “ - Contestó Adrin con una voz fingida y chillona. - Por favor, si pregunta le seguiré diciendo lo mismo, dudo que quiera saber más de lo que quiera decirle. - Puntualizó la arconte ante la sonora carcajada que su novio ya estaba soltando. Adrin sólo volteó los ojos y lo empujó con suavidad diciéndole un suave “tonto”.
- Lo siento, D - se disculpó sin mucha sinceridad el hombre, - No pude evitarlo. - Ladeó con humor la cabeza y le dedicó una gran sonrisa a la mujer. - Entonces, ¿vas a buscar otro trabajo acá abajo no? - Cuestionó ya de modo serio.
- Sería lo mejor. - Contestó Adrin sin pensarlo mucho. - Si quieres saber qué está pasando en la ciudad necesitas estar en la ciudad, - continuó la arconte, - y como tú tienes trabajo allá arriba, lo mejor es que esté acá abajo, así podremos estar al tanto de lo que pase en ambas ciudades.
- Huh, si lo dices así ¿no sería mejor que fuera al revés? Tú allá arriba y yo acá abajo, no tienes por qué arriesgarte.
- No importa dónde, siempre hay riesgo además yo no soy de interés. - Miró de reojo a Kleith. - Es más peligroso que estés acá abajo.
Kleith cerró los ojos y suspiró, sabía que no importara lo que dijera no iba a lograr que Adrin cambiara de opinión. Cuando abrió los ojos la chica ya iba unos cuantos pasos más adelante que él. Alzó los ojos al cielo al tiempo que movía la cabeza de un lado a otro y resoplaba por lo bajo. Su pareja sí que era una mujer decidida y algo terca, pese a eso sonrió orgulloso de ella, sabía que no tenía de qué preocuparse pero no podía evitarlo, la sola idea de que algo pudiera pasarle le helaba la sangre.
- ¿Piensas quedarte el resto del día parado ahí? - le preguntó Adrin al verlo quieto, no tenía ganas de esperar a que el chico se empezara a mover de nuevo por cuenta propia y la expresión en su cara le decía que se sentía derrotado y orgulloso al mismo tiempo, la combinación perfecta para mandarlo a la quietud por unos instantes de duración indefinida.
- Ya voy, Dyane, ya voy. - Le contestó Kleith un tanto resignado al verla impaciente. Al llegar con ella, la tomó de la mano y ambos continuaron con su camino.
Con cada paso que daban, dejaban cada vez más y más atrás el imponente edificio del Magisterio y la estancia de la arconte dentro de sus pasillos y aunque Adrin no sabía cómo sentirse al respecto de haber trabajado ahí, sabía que no se arrepentía en lo absoluto de haber renunciado. Presentía que los secretos ahí guardados saldrían a la luz y cualquiera que fuera el cambio que se avecinaba, prefería enfrentarlo al lado del hombre que amaba.
Sin dejar de caminar volvió a recargar su cabeza en el hombro del valkiria, el futuro era incierto pero pocas veces en su vida había sido lo contrario, sabía que debía esperar y actuar cuando fuera conveniente y con Kleith a su lado, estaba segura que no importaba qué, ambos saldrían adelante.