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Post by Maret Benoit on Oct 29, 2021 6:52:58 GMT
Como ya se le había hecho costumbre, luego de dar por finalizadas sus clases de regulación en la biblioteca de la capital francesa, Maret se disponía a caminar de vuelta a casa. Aunque bien podría sumergirse en el fondo del Río Sena y nadar hasta el departamento que alquilaba en el Distrito Acuífero, había tomado el gusto, o quizás el auto castigo, de caminar hacia las catacumbas, no sin antes detenerse en el campo santo que estaba en la superficie.
Desde que había huido de la prisión para selenitas, y pudo hacerse de una nueva identidad, no había noche donde no pasara un día buscando entre cada tumba por el nombre de quien alguna vez había sido su pareja sentimental y la madre de su pequeña hija. Revisaba apellido por apellido en cada una de las lápidas, rogando mentalmente porque en alguna se encontrara escrito el nombre de soltera de su esposa pero, como había pasado en los últimos años, nada de eso había sido posible y no le quedaba más que caminar, resignado, hasta perderse entre las catacumbas y volver al cuarto solitario que no podía llamar hogar.
En esa ocasión, con poca sorpresa se encontró con la última despedida que una familia podía darle a alguna persona querida. Ansioso por saber de quién se trataba, se quedó mirando a la lejanía mientras revisaba algunos de las tareas de sus alumnos frente a una tumba sin nombre. Probablemente parecería que se trataba de otra persona recitándole poemas a un familiar fallecido, aunque desde siempre era común encontrarse con algún tipo extraño por esos sitios o a alguien que continuaba lamentándose por una perdida, casi como él.
El sol casi se metía y el grupo de personas que Maret observaba a lo lejos terminó por partir del lugar. Esperó un momento más, deseaba aprovechar los últimos rayos del sol para corregir una ecuación y hacer algunas notas sobre los puntos que debería reforzar en uno de los jóvenes a los que brindaba sus servicios, y justo cuando quiso partir para revisar esa nueva lápida, casi choca con la una persona a la que casi perdía de vista.
— Hey, ¿estás...? Disculpa, no vi que estabas a un lado mío. ¿Te encuentras bien? —Preguntó, reacomodando sus lentes en su lugar.
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Post by Renan Milovan on Nov 10, 2021 8:35:06 GMT
Al igual que la mayoría de los vampiros, Renan se levantaba y comenzaba su día con el caer del sol, el aterdecer trayendo la oscuridad que necesitaba para moverse con libertad en el mundo. Si bien en Mystery City podía ir a donde quisiera a la hora que quisiera, su trabajo lo mantenía en el mundo humano, yendo de un extremo a otro de Paris, asegurándose de proteger tanto a los parisienses como a los selenitas.
El día de hoy, sin embargo, el deber no lo llevó recorrer las calles de su amada Paris. "Tal vez debí quedarme allí abajo después del funeral del magistrado Goldfish", pensó mientras marchaba hacia el cementerio. Había recibido un comunicado de su departamento, el magisterio nunca descansaba y muchas cosas pasaban a la vez, así que tenía que ir a la oficina para una junta importante. "Más vale que no sea una de esas juntas que pudo bien haber sido un correo", bufó quedamente para sí, quejándose de pequeñeces en su mente en lo que llegaba a su destino. Renan normalmente entraba a Mystery City por alguna de las estaciones del metro esparcidas por la ciudad, pero los eventos de ese día le recordaron que tenía mucho tiempo sin pasar las catacumbas, y no era que fuera la ruta escénica precisamente pero era bueno memorizar buen los caminos hacia la ciudad. Además el cementerio era bastante tranquilo, transitado sólo por aquellos que se despedían de algún ser amado o que le visitaban en su último lecho. El llanto y la tristeza marcaban el aire entre las tumbas, pero también la paz del descanso eterno se respiraba en aquel lugar. Era interesante de visitar.
Después de seguir caminos flanqueados por árboles y tumbas y lápidas halló la entrada a su destino detrás de un grupo de gente que se hallaba allí para un funeral. Decidió esperar unos minutos a que se alejaran, y cuando al fin la última persona se separó de la nueva lápida, retomó su camino sin esperar que otra figura se movería al mismo tiempo que él y se atravesaría en su camino—. Cuidado —dijo con ligera molestia en su voz cuando esquivó al hombre, carraspeando al darse cuenta de que había sido un accidente—. Ah---Sí, todo bien, no se preocupe —carraspeó al recordar lo poco amable que sonaba a veces, y volteó a ver al hombre para asegurarse de que también estuviera bien.
—¿Maret? —hizo una mueca cuando vio bien con quién se había topado, la extrañeza de verse dos veces en un mismo día con alguien que apenas conocía tomándole por sorpresa. Observó sus alrededores y siguió con su vista el camino que había interrumpido, viendo como el otro parecía dirigirse a la nueva lápida— ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Eras conocido del occiso o sólo tienes afición por asistir a funerales? —preguntó frunciendo un poco el ceño con sospecha, extrañado de que su segundo encuentro fuera tan similar al primero.
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Post by Maret Benoit on Nov 11, 2021 5:08:06 GMT
Tan pronto como la voz de aquella persona con la que había chocado respondió que se encontraba bien, fue que se le ocurrió mirar hacia abajo según el sentido de dirección de donde provenía. Maret no era la persona más alta de su vecindario pero claramente la diferencia de estaturas estaba presente y no pudo más que dirigir su mirada hacia abajo, hasta donde esa persona de blanca tez se encontraba.
La manera en la que se expresó por su descuido le hizo sonreír de lado, divertido de ver el cambio de palabras que algunas personas debían hacer para evitar entrar en conflicto, pero, sin imaginarlo, de esa boca salió su nombre y su expresión no hizo más que congelarse por un segundo, obligando a sus ojos a entrecerrarse para precisar a quien tenía enfrente.
— ¿Quién-? —A penas si pudo abrir la boca cuando el otro le regalaba una expresión dura. El aludido tuvo que tomar un par de segundos para re buscar entre sus conocidos de quién podría tratarse pero ninguno encajó hasta que, en su lista mental, encontró el nombre de alguien que parecía encajar dentro de la columna de personas de quienes debía cuidarse.— Renan.
Maret soltó un suspiro combinado con una breve risilla.— ¿Un pobre viejo ya no puede lucir sospechoso en su tarde libre, verdad? Supongo que el Magisterio te manda de cacería a todas horas, incluso en un día de luto como hoy.
El hombre avanzó a su lado a paso lento, guardando la tarea que minutos atrás revisaba hasta que tuvo que chocar contra él. Depositó las hojas con cuidado dentro de uno de los folders que llevaba dentro de su portafolio y entonces se detuvo, regresando a ver al otro e indicándole que le siguiera con un movimiento de cabeza. No había contestado a su pregunta todavía y el otro parecía ser de aquellos que se entrometían donde nadie les llamaba, así que era mejor hablar si quería zanjar las cosas en ese instante.
— Me he acostumbrado tanto a este tipo de ritos que puedes llamarlo afición si así lo prefieres. Darle su último adiós al Magistrado Goldfish me recordó a las personas que ya no me acompañan, así que quise venir a buscarlas y a saludar a las nuevas que se unían a su lado. ¿No te parece una casualidad muy divertida? No sé por quién debo sentirme mal ahora, si me permites decirlo. ¿Por nuestro valiente Magistrado o por los que quedamos aquí presentes?
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Post by Renan Milovan on Nov 12, 2021 22:47:05 GMT
—Puedes hacer lo que quieras con tu tarde libre, pero atente a las consecuencias si eliges usar tu tiempo para actividades sospechosas, el Magisterio no le da descanso a los que persigue —resopló por la nariz, sin alegría ni gracia —. A sus gentes sí, por ley. pero siempre estamos lo que hacemos horas extras —agregó, un sutil recordatorio de lo serio que era respecto a su trabajo— ¿Entonces de verdad sólo vienes a ver? —levantó una ceja mientras preguntaba de nuevo, siguiendo a Maret con la mirada mientras este guardaba sus cosas.
Cuando terminó de acomodar sus papeles en su portafolio, el hombre le indocó que le siguiera. Renan se quedó en su lugar por un momento; tenía que regresar a Mystery City pronto, pero no era como si tuviera muchas ganas. "Ojalá fuera como dijo y el magisterio me mandara de cacería a todas horas", puso los ojos en blanco pensando en como las juntas, pese a lo mucho que las odiaba, eran necesarias y no podía escapar a ellas.
Bueno, no podía escapar a ellas pero sí podía desviarse un poco en el camino. Tal vez otro día le hubiera exigido que le contestara su pregunta allí mismo, o simplemente se habría ido sin una respuesta, pero el día de hoy podía (aún cuando le agradabla la idea), darle gusto a esta persona que apenas conocía y seguirle. Algo renuente aún, dio varias zancadas hasta alcanzar a Maret y escuchar lo que tenía que decir, la respuesta a la pregunta que hizo Renan acompañada de otras preguntas. "Debí imaginarlo, se ve y escucha como uno de esos señores que te sacan plática por nada", pensó, poniendo los ojos en blanco de nuevo pero sin poder evitar responder—. Si siente pena por alguien sientala por los vivos, a los muertos no les sirve de nada —se encogió de hombros, la muerte no era un tema que le interesara, pero al menos esto lo tenía muy claro—. Ya están descansando y a los vivos nos toca seguir adelante y continuar con el trabajo que dejaron.
Queriendo evadir otras preguntas como la anterior, Renan regresó a lo que para él era el tema principal—. Entonces los que ya no te acompañan...¿los enterraron aquí?
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Post by Maret Benoit on Nov 13, 2021 0:33:15 GMT
La sonrisa de Maret se ensanchó con la primera frase del chico bajito. No pudo evitar estallar en risa y emprendiendo el camino hasta la nueva lápida del cementerio, pensó entonces que probablemente se trataba de un hombre demasiado extraño, quizás hasta tétrico pero bastante deprimente. En ese momento le hubiera gustado contestarle de forma directa y terminar sus no tan erróneas indagaciones.
— Oh, lo siento, lo siento. En verdad lamento la forma tan escandalosa en la que me he reído pero no pude expresar de otra forma mi sorpresa. —Repitió, moviendo una mano frente a él como si eso disminuyera sus ganas de seguir riendo.— Pero, ¿es en serio, Renan? ¿Ni siquiera el Magisterio dejaría estar a alguien tan triste, sólo porque se ve sospechoso?
Su camino avanzó mientras miraba al suelo, evitando tropezar con alguna piedra o con una tumba. Necesitaban rodear el camino hasta el punto donde querían llegar y él se encargaría de hacer incómodo ese transcurso.
— Definitivamente hay alguien por quien siento una gran pena en este momento. —Dijo, juguetón.— Espero que esas horas extras se vean reflejadas en su paga porque perseguir a ancianos no suena muy ético, que digamos. ¿Qué harías si alguien levanta una queja contra ti? ¿Te daría problemas? ¿O también mandarían a alguien del Magisterio a investigarte? ¿No sería eso gracioso?
El camino que ambos seguían se hizo corto y entonces Maret se detuvo cuando estuvieron frente a la tumba recién puesta. Adornada de flores y múltiples adornos, decidió leer el nombre de la persona que yacía en la tierra y, como siempre, vino la decepción dentro de su alma.
Habían pasado años desde que perdió la cuenta de cuántas lápidas había visitado hasta ahora pero ninguna de ellas quiso darle respuesta acerca de lo que tanto anhelaba. En otro momento se hubiera sentido tan frustrado pero, después de repetir la misma sensación una y otra vez, no hizo más que acostumbrarse.
— Eso pensaba, Renan. Creí que conocía a esta persona pero no fue así. —Un suspiro acompañó sus labios y volvió a verle, inclinándose un poco para mirarle de frente.— A que eso que te dije te sigue pareciendo extraño, ¿verdad? ¿No te interesaría ponerme una orden de jurisdicción cuando llegues a tu trabajo? Imagina que alguien me pone una queja encima por querer regresar a la Ciudad usando las Catacumbas.
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Post by Renan Milovan on Nov 13, 2021 20:09:47 GMT
Por un momento se quedó en blanco al escuchar las risas de Maret sólo para volver a fruncir el ceño más profundamente— ¡¿Qué?! —reaccionó sin darse tiempo de modular su voz. Renan rara vez contaba chistes o decía algo con gracias, y cuando lo hacía era para reírese él de otros. Debía admitir que, además de seguirle el juego a Maret porque no le apuraba ir a la oficina, también lo hacía porque no le gustaba hacerse para atrás, por más infantil que fuera—. No tiene nada de gracioso, en este trabajo uno no se puede fiar sólo de las apariencias. ¿Supiste algo de aquella fiesta en Le Vent en Halloween? tenía pinta de ser sólo otra extravagante fiesta de ricos, pero no lo era —explicó mientras le miraba con un gesto amargo—. El Magisterio no puede bajar la guardia —concluyó, desviando la mirada bruscamente.
—Ah, ¿si? Entonces lamento eso —trató de no sonar indiferente, pues no le gustaba ser duro con alguien que la estaba pasando mal, pero la actitud de este hombre no ayudaba a que de verdad sintiera pena por él—. Sería irónico que me investigaran, aunque a mí no me haría gracia es algo que el Magisterio no dudaría en hacer pero...—se encogió de hombros mostrando lo poco que le importaba. Comenzaba a arrepentirse de seguir a Maret, la oficina ya no sonaba tan mal como creía hace unos minutos.
Le acompañó hasta la más reciente tumba, esperando que el profesor le dijera que era un familiar suyo, o al menos un conocido, sólo para descubrir que no era así— ¿Siempre no? —entrecerró los ojos, de verdad que no entendía a este señor, era extraño ir por allí observando funerales de desconocidos. Maret era bastante extraño, no de la manera en la que bromeaba, no aún, pero definitivamente había algo extraño en él. Y su humor, su humor era de los que menos le gustaban a Renan, frunciría más el ceño pero había aprendido a estas alturas de su vida que este tipo de personas les hacía gracia ver esos gestos—. No, por ahora no —dijo cortante, dándose la media vuelta para seguir con su camino hacia las Catacumbas. "Muy graciosito el señor, todo ese rollo para decirme lo obvio"—. Ten buenas noches, continua con tus actividades de viejo triste —puso los ojos en blanco antes de dejar que Maret le diera la bienvenida al recién llegado a gusto. Ya lidiaría con él después si tenía qué.
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Post by Maret Benoit on Nov 14, 2021 10:21:42 GMT
Oh, parece que había tocado alguna fibra sensible de aquel chico. No esperó que decidiera irse tan pronto cuando recién habían llegado hasta ahí. Quizás en verdad quería descubrir un par de cosas de él pero eso significaría que el juego terminara para ambos.
Maret avanzó hasta él a paso normal, no le fue difícil alcanzarle cuando sus piernas eran más largas que las contrarias y, una vez estuvo a su lado, decidió inclinarse, cercano a su oído.
— ¿Dejé de serte divertido? ¿Qué podría decirte para que pudieras quedarte un rato más? ¿Que estoy buscando a mi hija muerta? ¿O tampoco te gusta esa idea?
Su sonrisa se extendió aún más tras decirle eso pero decidió detenerse. Probablemente le había fastidiado lo suficiente y no deseaba ser golpeado, aunque quizás lo mereciera, de vez en cuando.
— Por supuesto que es divertido cuando las cosas no te suceden a ti, Renan. —Habló, desde su lugar.— Deberías fingir un poquito mejor. ¿Qué harás si un día el Magisterio te ordena dar la vida por la basura que dejas atrás? —Sin ser visto, se señaló, tocando su pecho.
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Post by Renan Milovan on Nov 14, 2021 19:11:26 GMT
Justo cuando decidió retirarse por su propia paz y creyó que podría retomar su camino hacia su aburrido día de oficina, escuchó pasos detrás de él. "No puede ser", pensó exaspeado, le había parecido que Maret era de esas personas que son llevadas cuando nisiquiera te conocen, por eso se había alejdo. Exhaló molesto cuando sintió al otro hombre alcanzarle para hablarle prácticamente al oído.
Tenía mala suerte, cada vez parecía más que sólo un bufón.
Se detuvo en seco y dio vuelta, poniendo su brazo como una barrera entre de ambos con un moviemiento brusco. Levantó el rostro para verlo a los ojos fijamente sin disimular su molestia; qué importaba ya si le estaba dando justo lo que quería—. Aléjate —advirtió, sin moverse él de su lugar. Si lo que quería Maret era molestarlo lo había logrado, pero si buscaba pleito tendría que hacer más que eso. "Contrólate", se dijo a sí mismo cuando sintió ganas de empujarlo, bajando su brazo lentamente. Escalar las cosas sólo le robaría más tiempo—. Quédate solo como cuando te encontré y continúa busca a tu hija o a quien quieras, no me interesa nada más que tengas que decir ni me voy a quedar a consolarte o algo.
Sin ganas de decirle más, iba a dar media vuelta para a retomar su marcha hacia las catacumbas, cuando el otro dijo algo fuera de lugar. Maret tenía muy buen tino para seguir molestándolo—. No sabes nada de mí ni de las cosas que me han sucedido ¡Nada! ¿Crees que no he perdido gente también? —aunque se hubiera dicho así mismo que ya no dejaría que lo interrumpiera, se quedó allí, y le sostuvo la mirada mientras seguía hablando con la voz alzada—. No tengo porque fingir, no por alguien que se empeña en molestarme, y no vayas a fingir TÚ y decir que no es lo que estás haciendo o que te importa lo que hago con las órdenes del Magisterio. Estate tranquilo de que de verdad hago lo que puedo por el bien de nuestra gente, por quién o qué doy mi vida no te incumbe.
Renan dio un paso hacia atrás, pues en su arrebato se había acercado al rostro del otro casi sin darse cuenta. De verdad quería irse ya, a este paso llegar temprano y tener que hablar con la gente del departamento sonaba menos irritante, al menos a ellos ya sabía como trararlos—. Ahora déjame en paz, me voy.
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Post by Maret Benoit on Nov 15, 2021 13:20:17 GMT
En otro tiempo, las palabras que el chico albino le dedicaba le hubieran roto completamente pero, ahora, luego de haberse lamentado día tras día por lo que había sucedido, no quedaba ni una pizca en su lagrimal que pudiera cambiar la estoica forma en la que ahora le observaba.
Los ojos dorados de Maret se entrecerraron, enfocándose en esa expresión del hombre que tenía enfrente. Hace unos minutos le había parecido divertida pero justo ahora le provocaba el rechazo necesario como para sonreírle a propósito y buscar, aún más, la rabia que seguramente le hervía por dentro.
— Ah, sí, lo olvidaba, que sin ese brochecito soy yo el que no tiene derecho de defender nada. —Y ahora fue su turno de dar un paso al frente, agravando su voz en el proceso.— No te quieras hacer el igual conmigo cuando claramente estamos en posiciones diferentes. Eres uno de los chicos buenos. Ni siquiera tu pérdida tendría por qué ser juzgada, Renan... De decirla, estoy seguro que todos a tu alrededor la lamentarían tanto como si el mismísimo Magistrado hubiera muerto hoy.
Maret había dicho algo que incluso a él le costó decir.
Su nariz quedó ligeramente arrugada en ese momento y no pudo ocultar el resentimiento atorado en su garganta. Quizás lamentaría más tarde haber descargado un par de cosas sobre él pero tampoco era como si todo lo que había dicho se tratara de una mentira. No todas las personas eran fugitivas de su condena y su pérdida era considerada un castigo. Ni siquiera le habían llamado así cuando sucedió.
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Post by Renan Milovan on Nov 16, 2021 1:26:33 GMT
Cuando el otro sonrió insolentemente en su cara se arrepintió por un momento de no haberlo empujado antes, pero era claro que Maret sólo buscaba molestarlo, no era un inocente señor triste pasando sus tardes deprimiéndose en un cementerio. Al menos inocente no era, y como quería borrarle esa sonrisa de sus labios con un buen---
No, no podía, golpearle la cara le traería tal vez 5 minutos de satisfación pero sería un fastidio lidiar con las consecuencias. Había aprendido eso a la mala.
Extrañamente, aunque la sonrisa del otro echó más leña al fuego y lo empujaba cada vez más cerca de sus límites, sus palabras ahora le hacían dudar de porqué estaba molestándolo. Renan no era tonto, sabía que su actitud normalmente lo hacía el blanco fácil de burlas o desquites y eso le sacaba de quicio cada vez, pero también podía ver algo en todo lo que Maret había dicho hasta ahora, algo que iba más allá de molestar a alguien que apenas conocía y que apuntaba más arriba. Al notar esto la rabia en sus ojos se apagó y su mirada se tornó inquisitiva en un instante. Si había algo de verdad en las cosas que había dicho antes no era de su interés, pero este hombre parecía tener un desdén especial por quienes trabajaban para el Magisterio, tal vez contra este mismo.
—No lo necesitas, eres un profesor, tienes tus propias armas para procurar el bienestar de nuestra sociedad, ¿no? Eres de los buenos también... ¿o acaso con los buenos te refieres sólo a la gente del Magisterio?—su cuerpo se hizo hacia atrás pero su mirada no cedió, era su momento de sonreír—. Sí, claramente no somos iguales, pero ninguno es especial, ¿por qué nuestras pérdidas deberían ser juzgadas de maneras distintas? ¿por qué deberían ser juzgadas en primer lugar?
Resopló con impaciencia, y finalmente le soltó la mirada para echarle un vistazo a su reloj, todavía estaba molesto por todo lo que había pasado desde que llegó al cementerio y sus ganas de pelear aún ardían en su interior, pero del fuego no quedaban más que brasas, y tenía otras prioridades—. Te pediría que me explicaras eso pero no quiero que me des otra respuesta envuelta en más preguntas— le dio la espalda y comenzó a caminar—. No me molestes más, no soy el buzón de quejas y sugerencias del Magisterio, cualquier cosa que tengas contra él dirígete al departamento correspondiente —levantó la mano y sin voltear a verlo la agitó, el ademán más una muestra de desinterés que de despedida.
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Post by Maret Benoit on Nov 16, 2021 11:21:03 GMT
Oh, por amor de Dios. Maret de cubrió la frente cuando escuchó su discurso acerca de lo que significaba ser profesor. Justamente antes de encontrarse en ese sitio, se la había pasado revisando la tarea de sus alumnos pero con lo que Renan decía, tuvo ganas de arrojarle su maletín en la cara.
— Ser profesor se encuentra muy lejos de lo que el Magisterio hace, Renan, por si no lo has notado. Ustedes hacen las leyes, los demás sólo las reproducimos. ¿En verdad necesitan estudios para tener un cargo ahí? —Así de frustrado se debía sentir el otro por escucharle al dar tantas vueltas a las cosas. Por un segundo quiso reír. La sorpresa siempre quedaba pero al parecer, ambos habían tenido suficiente, el uno del otro.
Verlo sonreír, aunque fuera pura altanería, le hizo recordar que aunque trabajara en ese sitio, no era más que un muchachito. No importaba su raza ni los poderes que, pudiera o no, tener. Estaba ahí porque creía que era la mejor manera de resolver las cosas y todo lo que le decía, sólo se lo confirmaba.
¿Sería alguien en quien pudiera apoyarse?
— De lunes a sábado, de 2 a 6 de la tarde, me encuentro en la Biblioteca de esta ciudad. —Le dijo a su espalda.— Esta es la invitación para Renan, no para el perro de ningún Magistrado... ¿O tal vez ese perro quisiera aprender algunos trucos nuevos?
Maret le mostró la lengua tras decir eso último. Muy a su pesar, no pudo detenerse a hacer otra odiosa pregunta. Mi culpa, pensó por último mientras le miraba partir. Tan pronto como el otro se alejara, regresaría a la tumba que en un principio visitaron, antes de empezar con esa pequeña guerra.
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Post by Renan Milovan on Nov 16, 2021 21:19:45 GMT
Se encogió de hombros con aquel comentario y río. Podría quejarse e insultarlos ya todo lo que quisiera, esto no tenía nada que ver con él, además de que no estaba en total desacuerdo con Maret en esto. Renan sabía que había mucha gente dentro del Magisterio que sólo tuvo que jalar un par de palancas, conocer a la gente indicada para conseguirse un puesto cómodo en la Fleur de Lys. Había demasiada gente incompentente pero privilegiada dentro del sistema, corrupción había en todas partes, pero también había gente dedicada y capaz, gente que creía en lo que hacía y ayudaba a otros.
El vampiro no podía mentir y llamarse así mismo una de éstas últimas cuando él trabajaba para el Magisterio más que nada para su conveniencia, pero no era algo que le fuera a decir, ya había entretenido bastante a aquel hombre y Renan no era fanático de escuchar disgustos y tragedias de extraños ni de divulgar detalles tan íntimosy propios mucho, menos cuando le trataban así—. Lo noto, pero si no es la forma en la que quieres ver por tu futuro y el de los demás entonces... —se volvió a encoger de hombros con desinterés—. Haz lo que tu quieras Maret, sólo recuerda no romper las leyes, todos tenemos que seguirlas, todos nos atenemos a las consecuencias si no lo hacemos. No eres un casi especial ni yo tampoco—advirtió como al principio de su conversación. Estaba seguro de que había gente en los altos mandos a la que esto no aplicaba y por la que inlcuso él sentía desprecio, pero averiguar o resolver esas cosas no era trabajo de su departamento ni parte de sus proyectos personales.
Se alejó lo más que pudo y trató de ya no inmutarse con lo que fuera que el otro dijera, pero su extraña invitación detuvo sus pasos por un momento por cuán fuera de lugar parecía desde su perspectiva, en la cuál quería ver a Maret como un hombre que, como muchos otros, despreciaba al Magisterio muchísimas razones—... — se quedó en silencio y volvió avanzar, poniendo los ojos en blanco mientras finalmente dejaba al otro atrás pero guardaba aquel detalle en un cajón de su mente. A cómo él lo veía era sólo otro hombre enojado, molestándolo a él el día de hoy que vio su oportunidad de desquitar su odio al Magisterio con alguien, pero cada vez actuaba más sospechoso, pero no podía scaudirse la sensación de que había algo más profundo en todo ese odio. "Tal vez sería mejor no perderlo tanto de vista", pensó con pesar.
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