Una agradable visita (privado)

Era una noche tranquila, y en noches como esa Júpiter solía pasarse hora tras hora encerrado en su taller, trabajando en una larga lista de pedidos. Aquella vez no era la excepción, pues si bien había tomado su celular para darse un breve descanso, al final terminó ofreciendo su ayuda de sastre a un joven en los chats públicos, uno de los tres ahí que ya estaban presentes, y que pronto se verían juntos en la cafetería del peliblanco.

Bueno, casi todos. Primero tenía que tomar un pequeñito desvío para tratar de convencer a uno de ellos de asistir. Fue de tal forma que la noche de Júpiter oficialmente comenzó cuando, con maletín colgado sobre su hombro y ningún plan B de por medio, se dirigió directamente al local de Kenzo para darle una pequeña visita; un error por parte del mayor el haberle dejado saber dónde podía encontrarlo, en definitiva.

Con un milagro de por medio y unas cuantas palabras de apoyo y finalmente, ahí estaban, frente al dichoso punto de encuentro; durante todo el trayecto Júpiter trató de sacarle charla al kitsune, quizá para ayudarle a calmar su ansiedad distrayéndolo, o simplemente porque le interesaba conocerlo más, sea como fuera, las amenazas de acabar desplumado no resultaron ciertas y para él eso ya era una victoria.

Se paró frente al marco de la entrada de la cafetería y asomó la cabeza hacia dentro, una sonrisa iluminando su rostro apenas vio a las otras dos personas ahí presentes. A pesar de cómo solía hablar cuando estaba tratando a otros por chat, Júpiter parecía ser mucho más calmado en la vida real. Un joven de expresión amable y ojos profundamente negros, que escondían un enorme cansancio detrás de sus rojas pupilas. 

—Buenas noches, por un momento creí que estaba a punto de equivocarme de lugar, ¿llegamos tarde? —diría al mismo tiempo que cruzaba la puerta, las plumas que adornaban levemente el margen de su rostro le ayudaban a ocultar su expresión llena de curiosidad.

Ver como la gente comenzaba a llegar lo hacía sentirse ligeramente más tranquilo, ahora sabía que no debía de preocuparse ya que si habían encontrado su cafetería. Sus grandes ojos birocromaticos vieron con un enorme brillo a Viktor quien había sido el primero en llegar, sus rosados labios querían expresar lo feliz que se encontraba de tenerlo en su local, sin embargo, sus palabras fueron robadas por Jupiter quien entró minutos después de Viktor. Sus dos nuevos acompañantes eran tan amables y carismáticos que lo hacían sentir tan relajado.

Su mirar quedó atrapado en una tercera persona que a pesar de verse incomoda con la situación asistió, su rostro sin expresiones finalmente mostró una suave y hermosa sonrisa para sus invitados, las comisuras de sus labios se levantaban al punto de hacer entre cerrarlos ojos al ángel quien ya tenía un rubor en sus mejillas de lo alegre que se encontraba. Podría estar así todo el rato pero tenía que relajarse para poder terminar lo que habían acordado. Sus manos fueron hasta su rostro el cual cubrió con esas mismas esperando tapar ahora su cara avergonzada por la acción que mostró con anterioridad.

—Me alegra que todos vinieran, pueden pasar a mi hogar en lo que yo cierro el local... —cuando sintió que sus mejillas habían dejado de arder apuntó a una puerta color blanca al fondo de la cafeteria—. En un momento les llevare los aperitivos. —habló caminando (en realidad cojea a un poco) directo a la puerta de cristal a la cual no dudo en asegurar.

La forma en la que los ojos de Júpiter se posaban sobre la gente a veces parecía un poco extraña. Era como si el fénix por un momento se perdiera en sus pensamientos y viera no una persona - sino un lienzo en blanco, un maniquí. Tal era el caso con Umi, de complexión tan pequeña y adorable. No mentía cuando decía que el trabajo por el que estaba ahí era más que nada sencillo, pero por su orgullo mismo iba a asegurarse de que éste estuviera bien hecho, y fuera digno de ser recíproco de aunque sea una pizca de la amabilidad con la que los estaban recibiendo.

—Siempre es un gusto conocer gente nueva, aunque no estoy seguro de si la noche sea la hora más apropiada para todos. Espero que sí, de lo contrario me sentiría terrible por estarles robando horas de sueño —y sus palabras fueron cortadas en cuanto vio al más animado de todos ahí yendo directito hacia ellos, listo para recibirlos en un abrazo. Júpiter era sociable, mas no alguien que disfrutara del contacto físico más allá de un par de palmaditas en el hombro y un estrujón de manos. Su cuerpo pareció tensarse al momento en el que lo abrazaron, pero la sonrisa en sus labios seguidos de una breve risita ocultaron su incomodidad por completo - o bueno, casi, de no ser porque sus manos se quedaron suspendidas a sus costados, inseguro de si corresponder al gesto o no.

Reajustó un poco su abrigo, dispuesto a seguir la dirección justa en la que Umi les pedía que fueran, se volteó un momento hacia el más bajo y preguntó.— ¿Necesitas algo de ayuda? Somos tus amigos, no tus clientes —diría al mismo tiempo en que dejaba su maletín colgando de la espalda de una silla; sus manos se posaron sobre esta y, tratando de no evidenciar de manera incómoda el cojeo del peliblanco, decidió dirigir la mirada a alguien más.

—¿"Cercanos"? No, no aún, a menos que cuentes algo de molestia mutua como cercanía —si había notado la insinuación en las palabras de Viktor su rostro no lo mostraba. Jupiter se encogió de hombros, soltando un pequeño pero dramático suspiro de por medio.— Le ofrecí mi amistad ¿y qué recibo a cambio? Más amenazas sobre terminar con semillas arrojadas hacia mi, en fin... ¿Té? —dijo regresando a su tono más animado, volteando la vista hacia Umi y la bandeja que sostenía con curiosidad. Sus manos se alzaron, listas para ayudarle a dejar todo en la mesa frente a ellos en cualquier instante; de buenas a primeras Júpiter daba la sensación de ser alguien incapaz de quedarse quieto aunque sea por unos cuantos segundos, y con qué razón.

Las manos de Jupiter se ocuparon recogiendo las semillas que le habían sido arrojadas, antes de ayudarle a Umi a acomodar la mesa. Parecía más bien querer hacer todo eso por mantener cierto orden y no porque tuviera la intensión de quedarse con las semillas en sí.

—Ah, qué amables —sonreía con tranquilidad, como si mantenerse ocupado y parlotear al mismo tiempo fuera algo a lo que estaba acostumbrado. Jupiter tomó una de las tazas de té en una mano y el puñado de semillas en otra, y a la hora de pasarle su respectiva taza a Kenzo, en realidad lo único que le dejó fueron las semillas en frente mientras él mismo se quedaba con la bebida.— Europa es un buen lugar para viajar, una hora en carretera y ya terminaste a la otra punta del continente —bromeó, dándole un sorbito a su té.

—Yo vengo de Italia —y quizá sonaba como mentira, por sus rasgos asiáticos y nombre no precisamente local de donde decía venir.—, aunque me hubiera gustado terminar más lejos, pero Paris... Bueno, es difícil de despegarte de esta ciudad una vez le tomas cariño.

Jupiter apoyó los codos sobre la mesa, su rostro reposando sobre su mano mientras dejaba escapar una leve risita ante la propuesta de Viktor.— Sólo si prometen no arrepentirse apenas sea su turno —tampoco es como que tuviera mucho que perder, el fénix era alguien que pasaba la mayor parte de su tiempo solo y aburrido, lo cual también lo volvía bastante metiche en ocasiones. 

—Oh, las tazas de té y los pastelillos no son ningún problema —respondió el ángel más que entusiasmado por las respuestas que le daba cada chico—. Además, suena interesante eso de verdad o reto. Prometo no arrepentirme de nada. 

Anunció el albino quien mordía con elegancia una pequeña tartaleta de fresa, no era por presumir, pero, Umi siempre decía la verdad así que apostaría mejor por los retos. No negaría que estaba sumamente emocionada por el juego entre sus ahora amigos que dejó a un lado su vestido, la verdad ansiaba poder divertirse jugando con ellos que no dudó en preguntar por más.

—¿Cómo se juega? ¿Tiene que tener algo especial el juego? Puedo ver si hay algo en mi local que podamos usar para jugar. —habló un poco rápido a su vez que su pequeño cuerpo se levantaba de la silla listo para buscar lo que hiciera falta. Sus grandes ojos birocromaticos se giraron hasta la puerta que dirigía a su bodega—. Creo que tengo algo que nos ayudaría a hacer el ambiente más ligero.

Con su pierna casi curada comenzó a correr hasta la bodega en la cual se adentro en una búsqueda especial. Nunca había estado en una reunión casual, tal vez lo que haría falta para animarlos sería un componente especial para los juegos; de una vitrina saco un par de botellas las cuales llevó hasta la mesa mostrando que estaba más que listo para jugar.

—Esto es ron y vodka que uso en cierto tipo de postres, traje algo de tequila también así que... ¿Esta bien que trajera esto?