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Post by Maret Benoit on Apr 10, 2022 8:46:44 GMT
"¿Por qué no vienes a ser gentil conmigo entonces? Si tan carente de afecto me encuentro."
Maret rió después de enviar ese último mensaje y, mordiendo el dulce que había conseguido después de pasar a esa tienda de conveniencia, decidió apagar su celular y guardarlo en el fondo de su bolsillo.
Su cuerpo se recargó contra el filo del escalón y sintiendo la fría brisa de la madrugada, fue que se dio cuenta que había vuelto a ese último lugar que le hacía sentir humano. La Biblioteca se transformó en el último pilar de su cordura porque ahí pudo pasar la mayor parte de su tiempo con una de las personas que estimó tanto. ¿Cómo le estaría yendo a Giedrè en este momento? ¿Acaso estaría bien de salud? ¿Habría anotado las palabras que no entendiera y comido sus tres tiempos como siempre le sugería? Ah, pero qué idiota se sentía en ese instante.
Si tan sólo no hubiera decidido apostar todo por esa posibilidad incierta, ahora, tal vez, estaría hablando con quien fuera su alumno en lugar de esperar a que los niveles de alcohol descendieran de su cuerpo. Habría corrido hasta ahí cuando el otro se lo hubiera pedido, ignorando sus tontas excusas de no entender la tarea que decidía hacer pasada la media noche. Ni siquiera había tomado tanto pero la embriaguez estaba presente y la odiaba, por más divertido que le hiciera sentir. Dios, cómo lo echaba de menos.
Pero entonces, en medio de su tortuosa espera, el sonido de un tacón ajeno al suyo le hizo voltear y, con él, su ahora cita decidía aparecerse después de tanto.
Maret se levantó, tambaleándose un poco. Una risilla salió de su boca y, extendiendo ambos brazos, se acercó hasta él, hasta Dagmar, y le rodeó sin pedirle permiso. Su peso no encontró problema alguno a querer apoyarse encima y, recargando el mentón sobre el pecho del otro, quiso mirarle a los ojos aunque poco pudiera encontrar a través de ese velo oscuro.
— ¿Hoy no piensas jugar al Noctámbulo, Dagmar?
Maret le mostró los dientes antes de curvar sus labios. Le había visto ahí, en aquella reunión de hace unos días, así que no había necesidad de fingir como que en verdad tenía algo que ocultarle, como lo había estado haciendo con todos en la oficina.
— Acompáñame a casa. —Dijo, separándose de él. Su mano derecha se hizo camino debajo del brazo izquierdo del otro.— Sé bueno y haz algo por éste pobre viejo. Y mientras caminamos, quizás quieras compartirme cómo es que dejaste que el bonito Skye se metiera en todo esto.
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Post by Dagmar on Apr 12, 2022 18:31:09 GMT
Los últimos días sin lugar a dudas habían sido absoltuamente... peculiares.
Una vez había leído que las ranas tienen colores por montón como una advertencia muda a su entorno de no acercarse a ellas o acabarán muertos. Y de alguna forma, Dagmar se veía así mismo como algo similar; su apariencia sombría era una extensión de su propio interior que simplemente avisaba a los demás que no se le acercaran por su bien. Pero parecía que ésta impresión de peligro causaba un efecto contrario en algunos y en vez de alejarlos, los atraía. Y ésto prescisamente era lo que estaba ocurriendo con Maret.
Sus conversaciones en el chat habían sido agradables y si había accedido a deslizarse desde la comodidad de su hogar en el Distrito Noche hasta la Biblioteca citada... era porque el señor le había evocado curiosidad. Recordaba /aquella/ noche; las palabras que dijo y las posteriores charlas... Maret tenía algo que le atraía. Una llama, una duda; algo que le gustaría poder inspeccionar; diseccionar parte por parte para descubrir de qué se trata.
Cuando llegó, no le costó ubicar al adverso y se acercó a paso calmado. Pronto se quedó quieto cuando le vio moverse en su dirección, permitiendo que le tocara tanto como quisiera; no se movió... sólo lo observó desde arriba, tratando de recordar si los abrazos de Skye se sentían así. Enfocándose en el recuerdo de su sonrisa mientras sentía un picor en las yemas de los dedos luego de escuchar lo que él sintió como una amenaza.
Entonces permaneció callado y empezó a caminar, permitiendo que el adverso marcara el camino.— No hay poder en el mundo que haga cambiar a Skye de opinión... —Declaró luego de un rato en un susurro ronco apenas audible. Luego carraspeó la garganta, resintiendo dolor.— Y por lo que escuché... usted parece estar en ese mismo camino... ¿realmente ve esto como un juego?
La mirada de Dagmar se deslizó entonces por el entorno que poco a poco comenzaba a cambiar. Pareció quedarse pensando algo unos segundos mientras miraba hacia adelante y de pronto tiró con fuerza de Maret para hacerlo cambiar de dirección.— Creo que usted está muy, muy cansado, señor Maret. Y yo también... me duele mucho la espalda... ¿por qué no pasamos la noche allá? —Señaló con lentitud un edificio cuyo letrero de "Motel" se podía leer en luces rojas.— Yo pago, no se angustie.
Independiente de su respuesta, Dagmar continuó avanzando.
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Post by Maret Benoit on Apr 14, 2022 4:26:36 GMT
— Dioses, Dagmar. De modo que tuviste que aceptar eso pero, dime: —Una pausa se formó e hizo lo posible por buscar su rostro con la mirada.— ¿no quisiste detenerlo? Digo, debe tratarse de la persona en la que piensas al irte a dormir y la primera a la que quisieras mirar cuando el sol se asoma. No me has hablado de nadie más de la forma en la que haces como tu querido amigo.
Aquella persona le había recibido tan bien que no pudo dejar de pensar lo agradable que era. Si había algo que Maret apreciara, aunque fuera poco de su actuar, eran los modales. La etiqueta reflejaba cuanto control podías tener de la situación y eso era algo que le encantaba. Saberse íntegro, siempre moral, lucir pulcro sin que los demás notaran lo podrido que estaba por dentro. Por más ajeno que se sintiera en su interior, no había mejor sensación que pasar desapercibido y recibir tantas cosas a cambio. Aún después de los años, no podía estar seguro si se trataba de eso o de su simple narcisismo.
El castaño se abrazó al contrario, restando importancia a aquel cambio tan abrupto de su andar. No pudo más que reírse en cuánto sus ojos se encontraron con aquel enorme cartel de luces neones y, por ende, tuvo que salvaguardar su sonrisa detrás de la palma de su mano.
— Eso es cierto; estoy muy pero muy cansado, Dagmar. —Dijo, acompañando sus palabras con un suspiro.— Y precisamente es por ello que lo puedo sobrellevar. De no pensar que esto podría divertirme, ¿con qué fuerza hubiera alejado a mi lindo Giedrè de mí lado?
Su mirada bajó al suelo y una risa salió sin pensar. El castaño quiso acompañarle sin rechistar hasta que alcanzaron la recepción del sitio, solitaria y en espera de parejitas extrañas, como lo eran ellos dos ahora. Maret, sintiendo aún el sopor que el alcohol le dejaba recién brindando, frotó su mejilla contra el brazo ajeno hasta que las llaves estuvieron en sus manos. No le importaba ridiculizarse frente a él; la presencia de aquella sombra era agradable.
— ¿Con qué cabeza iba a permitir que la persona que más me gusta supiera que voy a hacer algo tan ruin, Dagmar? —Otra pregunta mientras emprendía camino hasta la habitación rentada.— Es decir, ¿cuánto me daría el Magisterio por venderte a ti y a Skye? Quizás me digan donde está enterrada mi dulce hija y eso me parece maravilloso, después de tantos años de buscar tumba por tumba.
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Post by Dagmar on Apr 14, 2022 8:48:57 GMT
Oh, pero claro que había querido detener a Skye. En más de una vez lo intentó. Constantemente se antepuso a sus pretensiones revolucionarias y al final acababa golpeando con más radicalismo que la vez anterior. Era un patrón que no se podía detener de forma natural y por ello había decidido intervenir. Para hacer lo que debía hacerse; involucrarse y así mantener a Skye seguro. Maret simplemente no sabía nada. Nada sobre lo que sentía sobre su amigo. Nada sobre lo que él pensaba.
Permitió que el acuático lo toqueteara cuando quisiera mientras permanecía con aquella serenidad e indiferencia tan característica de su persona; sin inmutarse pidió la habitación, recibió las llaves y luego impuso el camino a paso tranquilo rumbo a la habitación. La noche se sentía particularmente fría; casi como un aviso funesto entre el silencio imperante. Dagmar ni siquiera había mirado al más bajo durante el camino.
— Lamento mucho lo que ocurrió con su hija, señor Maret. —Respondió de pronto cuando por fin se detuvieron. Abrió la puerta y le dejó pasar; no prendió la luz porque sus ojos estaban acostumbrados a vivir en las sombras, pero la habitación se veía bastante acogedora pese a lo sencillo. Una cama amplia con dos mesitas de noche era lo que más resaltaba; Dagmar con suavidad terminó por guiar al adverso hasta ésta y así poderle recostar con suavidad. Allí, bajo el manto negro que cubría su rostro, cruzó miradas con el adverso... entonces posó una mano en el costado del rostro ajeno, mientras se inclinaba en su dirección.— ¿Ella quisiera que entregara a personas por encontrarla? ¿Cree que ella quisiera verlo corromperse en pos de su amor? —Pausó un momento y los ojos de la sombra se entrecerraron en una sonrisa imperceptible.— No, seguro que no. Usted no nos va a entregar, señor Maret. Si pretendiera hacerlo, lo hubiera hecho ya y no estaría aquí conmigo, avisándome de sus planes. Poniendo el puñal en mi mano para que acabe con su vida para salvar la mía. Usted quiere algo... —Se inclinó en su dirección, cerrando distancias entre ambos al acercar su rostro peligrosamente. El ardor que sentía en su garganta lastimada no significaba nada en aquél momento.— Usted quiere algo de mí.
Y entonces se enderezó, quedando sentado en la cama. Giró el rostro nuevamente hacia la nada, justo antes de empezarse a quitar el abrigo que lo cubría para dejarlo en un costado.— Adelante, lo escucho.
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Post by Maret Benoit on Apr 15, 2022 10:04:00 GMT
El camino se acortó de pronto para ambos y en nada, atravesaron el umbral que conducía a esa habitación. Modesta y bastante cómoda, lo suficiente para que más de una pareja pudiera usarla en el día y, por supuesto, ellos eran dos. Maret rió al avanzar a causa del otro y, sin oponer resistencia, se permitió manipular hasta caer encima de la cama. Qué gentil, pensó, y cuando lo tuvo tan de cerca quiso mirarle de pronto, sujetar su mentón, pero lo único que obtuvo fue su repentino rechazo que se confundía con una ahora invitación.
El castaño miró hacia el techo, el cual lucía ligeramente maltrecho a causa del tiempo. Su mano izquierda subió hasta el cuello de su camisa y, sin mayor dificultad, introdujo un dedo en medio del trozo de tela delgado que cubría alrededor de su garganta para deshacerse de su corbata. Maret sintió un alivio cuando la sintió fuera aunque ciertamente no era como si la vistiera tan bien a diario.
— No, no lo sientes en absoluto, Dagmar. —Otro suspiro salió y, apoyando ambas manos detrás de él, quiso impulsarse para incorporar su cuerpo a un lado del otro.— Ninguna persona sabe cómo me siento. Tan sólo jugamos a suponer y a rellenar silencios con palabras previamente dichas por algún tonto que quiso fingir amabilidad. ¿No es eso horrendo ya? ¿Por qué debería actuar bajo esa premisa cuando lo único que me queda es rabia por dentro?
Sus ojos de color miel se pasearon de arriba a abajo, hasta dar con las piernas de Dagmar. Era verdad que no había visto su cuerpo tan descubierto desde que lo hubo de conocer y, sabiéndole tan desprotegido ahora, fue motivo suficiente para que le quisiera mirar.— Claro que hablaría. Le haría mención de ti, de Skye, de Sur, incluso de mí... Cualquiera que pudiera darme una pista sobre su paradero tendrá sus nombres, aunque... —Su mano se deslizó por su cuello, hasta llegar encima de su mentón.— También es verdad que me divierte mentir tanto.
Maret chocó su palma contra la mejilla contraria, de forma lo suficientemente suave, para resonar un poco. La tela del velo amortiguaba los sonidos, pero no pensaba siquiera en retirarla. No era así de descortés con quien necesitaba proteger algo importante de la vista de los demás. Aún así, el castaño no perdió la oportunidad en descender de nueva cuenta por encima de su costado, recorriendo el contorno de su hombro y de sus músculos.— Ya te lo dije, me gusta mucho la compañía de la gente, ¿qué más podría desear cuando tengo a alguien tan apuesto a mi lado, Dagmar?
El de lentes, volvió a recargarse contra su costado, moviendo la cabeza ligeramente contra su piel. Hizo un intento por alcanzar su oído pero la distancia entre ambos era notoria y le hizo reír por saberse tan bajo a su lado.— ¿Tú crees que a Skye le guste mi farsa si es que se la logró contar? Porque, —Una risa le interrumpió.— algo me dice que te causaría un poco de repudio saber que pienso buscarlo el día de mañana.
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Post by Dagmar on Apr 16, 2022 8:16:45 GMT
Quieto y silencioso, Dagmar permitió que Maret lo tocara. Permitió que hablara. Permitió que escupiera aquél veneno que seguramente había estado guardado durante tanto, tanto tiempo bajo aquella sonrisa simpática y actitud amigable, cual máscara de porcelana pretendiendo ocultar su rostro podrido.
— ¿Realmente es lo que quiere? —Preguntó luego de que pasaron un par de segundos considerables desde la última oración ajena, clavando sus ojos en los adversos mientras giraba el rostro en su dirección. Y entonces teniéndolo tan cerca, Dagmar decidió actuar. En un acto rápido empujó con fuerza al adverso contra la cama; la misma rechinó al sentir el peso caer sobre ella para después repetir el sonido con la acción que se llevó a cabo en ella. Se había movido contra él, aprisionando su cuerpo con la ayuda de sus muslos al momento de sentársele encima; una de sus manos grandes aprisionó las muñecas ajenas para colocarlas encima de la cabeza del castaño.— ¿Realmente quiere entregarnos, entregarse y arrojarse al vacío en busca de una pista insegura? No. —Se rió, entrecerrando los ojos en una sonrisa burlona. Inclinó su rostro en dirección ajena, acortando la distancia entre ambos de forma peligrosa; remarcando más la diferencia de tamaños entre ambos.— Usted quiere morir. Pero no quiere morir de cualquier manera, no, no. Quiere morirse por otras manos, quiere morirse pretendiendo ser un héroe, buscando a su hija hasta el final.
Paseó su mano libre por el cuello ajeno, enterrándole sus largas uñas un momento antes de empezar a bajar lentamente por su pecho y seguir descendiendo.... hasta que desvió el rumbo de su tacto hasta uno de sus propios muslos. Oculto bajo su ropaje oscuro, sacó un pequeño puñal que traía cual arma oculta; misma que empezó a darle vuelta entre sus dedos mientras presionaba más su cuerpo contra el ajeno.— Por eso intenta molestarme, por eso quiere probar cuál es mi límite. ¿O quizás hacerme sentir tan desesperado como usted? —Con aquella arma empezó a abrirse el cuello alto del vestido, poco a poco revelando parte de su pecho.— Hacerme sentir lo que usted sintió cuando no pudo proteger lo que amaba. Hacerme sentir que no tengo ningún poder aquí. —Se fue enderezando entonces, soltando las manos ajenas. Pero entonces tomó una de éstas, poniéndole en ella aquél puñal filoso que pronto le forzó a tomar y apuntar hacia su corazón.
— Desquítese entonces, lastímeme Maret. O yo lo haré con usted.
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Post by Maret Benoit on Apr 16, 2022 22:10:25 GMT
—Yo siempre he querido muchas cosas, niño tonto.
De un momento a otro, su cuerpo quedó tendido contra el colchón y no pudo hacer más que recibir su peso, emitiendo un siseo. Sus labios se mantuvieron curvos aún después de ser sujetado de ambas manos de ese modo pero, teniéndole tan cerca, en verdad que iba quedar como un imbécil si no se diera el tiempo necesario de contemplar su cuerpo. Las piernas que momentos atrás había admirado mientras estaba sentado a su lado, ahora le sujetaban de cada costado que podía considerarse ahora afortunado. Qué suerte tenía ahora, siendo apresado así por él. Era fuerte, firme; Dagmar le gustaba.
Soltó el aire que guardaba por la nariz, exhalando con gusto cuando las yemas de sus dedos se clavaron encima de la piel de su cuello. El camino que trazaron sin detenerse se sintió bien hasta que tuvo que cambiar de dirección hasta rebuscar debajo, entre las telas de su falda. El castaño le miró sonriente, curioso a lo que estaba por mostrarle y, cuando sacó aquella daga, no pudo más que elevar ambas cejas y echar hacia atrás la cabeza, intentando ocultar la carcajada que salió de su cabeza. ¿Cómo es que podía caminar con aquello de forma tan casual y a todas partes? ¿O es que la había traído especialmente para él, en esa noche? La idea le hizo enrojecer aún más y, con el cabello aún más desaliñado que de costumbre, volteó a verle. Sus mejillas ya se encontraban lo suficientemente sonrosadas a causa del alcohol.
—Es obvio que quiero morir, Dagmar. Lo intenté por muchos años, pero —La luz de la habitación, aunque débil y tintineante en ocasiones, fue suficiente para reflejar el metal de aquel puñal que ahora giraba con gracia entre los dedos de aquella sombra.— un hombre como yo no podría llegar al mismo sitio donde mi mujer y mi hija descansan. El cielo siempre estará lejos para los monstruos, ya lo deberías de saber.
Huir de prisión había significado vivir en el verdadero infierno pero lo merecía. Maret sabía que aún exigiendo la libertad que creía merecer no significaba más que llenar su propio capricho, su propia ambición y nada más. A su lado no estaría nadie de vuelta y viviría con la carga de mirar a toda la gente que había lastimado cada que cerraba los ojos. Era tan justo que todo eso le pasase, ¿o no? Y, contrario a su fatídico sentir, Dagmar le soltó de pronto. ¿Por qué siempre tenía que sucederle algo agradable cuando se despreciaba tanto?
—Sería tan excitante mirarte sin saber qué es lo que debes hacer, Dagmar. Saber que tus ojos albergan duda y sentir cómo te tiembla la mano para hacer esto, en verdad que sería tan gracioso para mí. —Sus manos se afianzaron a aquella arma blanca de forma obligada, mirando cómo su piel era presionada por el filo de la hoja. Maret no pudo más que sonreír por ello y quiso incorporarse, inclinándose hacia el frente sin permitir que aquel objeto se clavara, aún. El cuerpo de aquel selenita se deslizó sobre su abdomen hasta que pudo sentarse de vuelta, dejándole encima de sus piernas.
El de lentes descansó una de sus manos en la cadera ajena y volvió a acariciarle, de arriba a abajo.—Me diviertes mucho, Dagmar, además que te prometí entretenerte un poco si es que venías. La gente obediente siempre es la mejor.
Una última risilla salió de su boca antes de empujar aquella arma encima de su piel. Sus ojos dorados le hicieron saber cuando la punta de la pequeña daga había entrado lo suficiente, tampoco era su intención herirle de muerte, o eso pensaba. Con su piel rota y la cara coloreada por un par de gotas de sangre, Maret acercó sus labios donde el arma se mantenía y le beso, coloreando de rojo sus labios. El puño alrededor del mango se tensó otro poco, quiso avanzar. La sangre brotó con evidente facilidad pero, como había dicho, Dagmar era parte de su entretenimiento esta noche.
Su brazo se estiró hacia arriba, lejos de él, de ambos, de forma rápida y certero; aquella daga terminó rasgando la piel blanca de Dagmar. Su risa terminó mezclándose con el sonido metálico del objeto que resonó cuando chocó contra el suelo, rebotando en más de una ocasión. Dagmar tenía tanta fuerza que fue inevitable no rasgarse la palma de su mano con el filo del arma, la sensación le hizo entrecerrar los ojos y reír aun más.— ¿Eso es lo que quieres que te haga? ¿O también estás aquí buscando el consuelo de lo que te hace falta de allá afuera, Dagmar?
Su mano izquierda atrapó el velo del otro y subió, dejando un camino de sangre hasta encontrarse con la altura de su rostro. Palpó su mandíbula nuevamente y, entrometiendo sus dedos, sintió la necesidad de tocar sus labios esta vez. Era la primera vez que le tenía tan de cerca.— Si lo pides por favor, tal vez te deje llamarme Skye mientras te corres encima.
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Post by Dagmar on Apr 30, 2022 7:57:47 GMT
De pronto, Dagmar se quedó quieto. Inexpresivo, silencioso. Sólo observando a Maret.
La sangre producto de la apuñalada y el consiguiente corte seguía deslizándose por su piel, goteando hasta manchar las sábanas blancas de la cama. Le dolía; claro que le dolía. Pero era una sensación que se mezclaba con la adrenalina del momento; una forma de dejar salir las emociones que traía enterradas en la piel y eran imposibles de ventilar de otra forma. Sólo resistía; sólo se quedaba con ellas y se hacían uno, pretendiendo ser ése Dagmar calmado e indiferente que todos acostumbraban ver. Ése que no hablaba a menos que empezaran las conversaciones. Ése que se quedaba a un lado observando. Ése que simplemente era servicial; opinaba en silencio y acataba lo que le pedían sin protestar.
Ése Dagmar de pronto se quebró.
Tomó por el cuello a Maret y lo azotó contra la cama con toda la fuerza que tenía; las venas incluso se le remarcaron en el brazo mientras lo sometía con tanta violencia. "Duda" es lo que el adverso había proclamado querer ver en sus ojos, pero /decisión/ era lo único que podía brillar en ellos; ni un titubeo, ni una pizca de debilidad. Sólo una sonrisa oculta por el velo de su rostro que lograba denotarse por la forma en la que se entrecerraban los ojos.
— Benoit... —Le llamó con su voz ronca y rasposa, misma que surgió en forma de un susurro; poco a poco fue inclinándose en su dirección. Su agarre se mantenía firme, dispuesto a ser él quién tuviera su último suspiro.— ¿Alguna vez ha sentido que podría derretirse con amor? Usted ha estado casado... ha tenido una hija... estoy seguro que entenderá a lo que me refiero. Un amor tan profundo que rompe barreras... un amor tan fuerte que haces lo que sea por él. —Pausó un momento para acercarse más, juntando ambas frentes a la par que clava su mirada en los ojos ajenos.— Un amor así, Maret... un amor como el mío, no puede ser insultado así.
Dió un último apretón violento y de pronto... aflojó. Se mantuvo atento a su reacción, antes de poner su mano sobre la mejilla ajena. Acarició el pómulo con una extraña ternura, hasta que empezó a encajarle sus filosas uñas mientras agregaba algo más.— Eres patético. —Se rió y nuevamente bajo el velo se pudo ver como se entrecerraban sus ojos por lo mismo.— Y por eso no te voy a dar la piedad que buscas. No voy a matarte.
Su tacto se deslizó por el cuello impropio, bajando en un camino lento hasta su vientre, dónde empezó a hacer algunos círculos con las uñas en la parte baja. Entonces metió la mano bajo su camisa y de un tirón obligó a abrirse.— No hoy. —Recalcó al final, dejando caer su peso sobre la pelvis del castaño; ladeó un poco su rostro, antes de empezar a hacer fricción con los glúteos para observar su reacción. Entre todo el ajetreo de pasar de la furia hasta la diversión, el caos en susodichas acciones alentaban una parte de él que sólo podía extenderse en la oscuridad; una que Maret de alguna forma le había abierto las puertas a mostrar. Y eso, eso es lo que había sido realmente placentero.
Cerró los ojos, pensando. Y un suspiro escapó de sus labios.
— Yo jamás tocaría a Skye. —Mencionó de pronto.— Yo nunca... le pondría un dedo encima. —Pausó, quizás hablando de más porque era la primera vez que podía decírselo a otra persona.— No quiero lastimarlo... sólo quiero estar a su lado para siempre.
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Post by Maret Benoit on May 2, 2022 7:02:02 GMT
Lo más divertido de esperar, era imaginar las múltiples posibilidades de lo que podría suceder. Para muchas personas, esperar era horrible, grave. Se volvía la puerta a infinidad de escenarios que podrían llevarlos a ceder al miedo pero para Maret, ahí es donde encontraba la diversión, la cual sólo pudo aumentar cuando le empujó de vuelta y sujetó de su cuello, con todas sus fuerzas.
Desde muy joven, la serpiente había pensado muchas veces en el cómo moriría. Si iba a ser doloroso o pasajero, si estaría acompañado de alguien o tendría que marcharse sólo. También pensó si aquello debía ser triste o si podría ser divertido, ¿tendría derecho de elegir algo? No lo sabía, no estaba seguro, pero era egoísta, siempre lo fue. Aún después de tanto tiempo en pensar en ello, pudo hacer una elección: Maret quería sonreír, aún después de perder a su esposa y a su hija; quería hacerlo, seguro, altanero. Así que miró a Dagmar mientras lo hacía, curvando su boca en aquella mueca por más que sus pulmones se quedaran sin aire.
El castaño le miró directamente a los ojos cuando ambas frentes se juntaron. Sus ojos le miraron, mareado y a punto de cerrarse pero la sangre cayendo y el ardor que sus uñas dejaron cuando su piel se levantó, le mantuvieron íntegro, todavía con él. Sus manos, temblorosas, subieron encima de las suyas en una caricia adyacente. Recorrió sus dedos, gruesos, fríos, y subió por sus brazos hasta donde sus fuerzas le permitieron. Estaba a nada de desfallecer pero, de un momento a otro, su garganta volvió a abrirse. El aire pasaba de vuelta y tan pronto pudo, se echó a reír.— Dagmar. —Habló ronco, entre pausas. Su pecho agitado no pudo recuperar la respiración tan pronto cuando el otro comenzaba a moverse encima de él, peligroso. Maret se relamió la boca cuando la sangre alcanzó sus labios.— Eres tan tierno que me moriría por ayudarte... Pero también me gustaría tanto verte morir por causa de no conseguirlo. Seríamos entonces iguales, lindo Dagmar. Iguales.
Las manos del castaño se separaron de sus brazos y se deslizaron hasta su cadera, tan lentas y apretándose a su cuerpo, en cuanto le tocó. El profesor contorneó su costado, deslizando por encima de sus piernas. Siempre le pareció atractivo cuando le miraba en la oficina, ataviado con esa tela larga y lisa que se plegaba a él, cada vez que se movía. Maret no era un pervertido, no, pero tampoco era un tonto como para no darse cuenta de lo atractivo que podía ser. Su pulgar tanteó debajo de la abertura que adornaba uno de sus muslos y en cuanto se encontró con su prenda interior, necesitó tirar de ella. Cerró el puño, sujetándole; el sonido de la tela rasgarse volvió a hacerlo sonreír.
—No necesitas tocar a quien quieres contigo, Dagmar. Sólo debes mirarlo, saludarle, tener una charla de vez en cuando... Tomar lo suficiente para llenar tu podrido corazón. —Tomó aire, de forma lenta, pensando en ese alguien que seguramente se la pasaba despierto hasta tarde, pensándole. La idea le hizo enrojecer de la cara y suspiró, sintiendo vergüenza. Fue inevitable reír esa vez.— Y, ¿quién sabe? Tal vez algún día esa persona no pueda dejar de verte, de pensarte. ¿No sería eso entonces maravilloso? Ambos estarían tomando lo que necesitan aunque, mirándote... Supongo que eso no es así.
Ambas manos se deslizaron por su cuerpo, hacia arriba. Delineó sus costados, apretando sus costillas; Dagmar era lo suficiente fornido como para tomar a quién quisiera. Era tan tonto, eso le gustaba. Apretó sus pectorales y fue su turno de enredar sus brazos alrededor de su cuello, tirando de él para afianzarlo a su cuerpo. La tela traslúcida pero lo suficientemente opaca les separaba a ambos y, aún así, Maret quiso tocarle, tentar sus labios encima de esta. La tela quedó sucia con la sangre de su mejilla y, mirando las manchas de su rastro, recordó lo mucho que odiaba besar a la gente.
El castaño tiró de su velo ligeramente, moviendo lo suficiente, tan solo para tentar sus labios una vez más.—¿No es horrible, Dagmar? ¿Estar con alguien que no es la persona que esperas? —Nuevamente volvió a tocarle, esta vez, lamiendo su boca con la punta de su lengua.— ¿Tener que conformarte con lo que sea porque, la persona a la que más quieres, es incapaz de estar contigo? Ah... Es una tragedia, Dagmar, una muy, muy grande. —Las palabras chocaron contra él, dejándole un cosquilleo.— Y aun así, lo único que necesitas para seguir es olvidar lo bien que esto se siente, lo bien que podría sentirse. Mientras más olvidas el sabor del azúcar, no es tan difícil seguir adelante con la vida de esta forma.
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