E5: PA "A sweet date" (+18)

Era muy difícil no gemir, incluso si mordía su labio para retener los sonidos, y es que Paul parecía terretirse en sus manos, dentro y fuera, todo ardía por el placer de ambos. Aumentó un poco sus embestidas cuando se sintió más confiado, dando en el punto exacto que casi hacía gritar al castaño. La mano que sostenía su cadera bajó para apretar nuevamente su glúteo, estirando un poco para que le permitiera entrar mejor, y al verle pedir así no resistió y se inclinó para besarlo, dirigiendo una estocada hacia su próstata en el momento que alcanzó sus labios.

Lo ayudó a cambiar de posición para que pudiera sostenerse, teniéndolo así frente a frente mientras volvía a besarle. Su mano siguió con el trabajo de estimularlo para así con la otra subir un poco su pierna, sintiendo que entraba completamente gracias a ese movimiento. El sonido del chapoteo aumentó, se sentía tan cerca que apretó un poco el agarre sobre su piel, sin lastimarle.

— Mgh, ¡Ngh! —los gemidos de ambos morían en sus bocas, y al sentir como encajaba sus uñas en su espalda sintió que estaba a poco de correrse, así que aumentó el vaivén para arrancarle los mejores sonidos que le sabían a gloria, y en ese momento le surgió una urgencia—. Di mi nombre... —le pidió, apretando un poco su miembro en esa zona sensible que parecía enloquecerlo—, Paul...

Ah, sonaba tan bien de esa manera.

Siguió su comando para aumentar el estímulo, dando las estocadas donde sentía que respondía más, donde el calor y la presión lo hacían perderse en el placer, nublando su mente con "más", y "mío".

Abrió un poco más sus piernas para alcanzar de lleno ese punto dulce y enloquecer, apenas logrando besar sus labios por el movimiento y los gemidos de ambos, quienes parecían en su límite. El castaño lo llamaba, y eso era música para sus oídos, quien iba a imaginar que tal cosa existía, que tal placer era posible.

Los dos terminaron al mismo tiempo, sintiendo como el castaño se venía en su mano, y él dentro. Intentó no caer sobre él entre jadeos, sentía como su rostro y cuerpo estaban perlados en sudor, sus mejillas ardían y aquel peinado se había deshecho totalmente, quedando solo hebras salvajes de cabello enmarcando su rostro.

—Te amo —fue lo primero que susurró después, abrazando a Paul—. ¿Estas..., bien?

Antes de contestarle se tomó su tiempo para tomarlo con delicadeza y acostarlo ahora sobre su pecho, para que descansara luego de algo así. Sus brazos lo rodearon con cariño y protección, acariciando su cabello lentamente.

— Si, me gustó —le respondió con una sonrisa, aun recuperando el aliento—. ¿Y a ti?

Era hipnotizante la manera en que los tres corazones del castaño repiqueteaban contra su pecho. Usualmente Paul se mantenía más fresco y su tacto era frío en comparación a su piel, pero ahora parecía que el calor de ambos se había fundido, mezclándose en algo cálido y dulce entre los dos cuerpos.

Sus dedos se internaron en su cabello mientras se estiraba para besar su frente. Estaba feliz, muy feliz.

— No sabía que el sexo podía ser tan bueno —admitió, pues jamás lo había utilizado para algo como el placer—. Aunque mis primeras veces contigo siempre me gustan.

—¿Tienes hambre? —le preguntó con una pequeña sonrisa, pues esa promesa le hizo suspirar con cierta emoción—. Claro, lo que quieras, acabo de abastecer el refrigerador.

Lo pensó un poco y vio el reloj en la pared, era algo tarde.

—... ¿Quieres quedarte esta noche?