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Post by Giedrè Ausra on Aug 2, 2022 8:10:24 GMT
Su llegada a París resultó más cansada que haber pasado tantas horas sentado en el tren, camino a casa. Si bien, esas vacaciones habían sido para descansar, el extraño sueño que tuvo, al igual que varias personas, solo hizo que se agotara lo que restaba del viaje. No podía llamarlo una molestia porque, después de todo, el tiempo que pudo compartir con su grupo de amigos había sido precioso, iba a atesorarlo, aún si, en medio de todo, las cosas con Renan no se dieron del todo bien.
Mientras miraba las fotografías de dicho viaje en su teléfono celular, recordó lo poco que pudo decirse con él una vez abordaron a tierras parisinas y su ánimo decayó, ensombrecido. Su pulgar pasó encima de la pantalla, donde el albino se encontraba y suspirando pesadamente, no pudo hacer más que apagar el móvil y prepararse para salir del café para encontrarse con él. "No meterme contigo es lo mismo a no hacer nada, Renan", recordaba haber escrito y, con cada paso que dio camino a la salida, supo que eso no era lo que quería hacer con él. Y era frustrante.
Ambos se habían citado después de la jornada de ese día y, aunque siempre misterioso con esa ropa carente de color, pudo vislumbrarlo entre la oscuridad de la calle. Giedrè avanzó hasta él, donde la distancia entre ambos fue menor pero, a diferencia de otras ocasiones, la necesidad por acercarse y besar su mejilla, tal y como hacían los locatarios, fue distinta. Los centímetros que apenas y les separaban lucían tan gigantes pero ya había forzado las cosas lo suficiente como para hacerlo otra vez.
—Gracias por venir hasta aquí. —Dijo, sintiendo pesadez en sus hombros. Fingió reacomodar sus pertenencias sobre su hombro para tratar de mitigar esa sensación pero, como siempre, fue en vano.— Nos... ¿Nos vamos? ¿O quieres que te espere mientras saludas a los demás?
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Post by Renan Milovan on Aug 3, 2022 8:31:37 GMT
Tenía meses que pasar por el Pure Innocence después del trabajo se había vuelto rutina. Seguido visitaba al ángel, seguido recogía a Giedrè en el café para salir después, ya fuera con otros amigos o solos...aunque esas salidas entre ellos solían ser para cosas más diviertidas. "No todo puede ser diversión pero ughh", exhalaba cansado antes de siquiera haber comenzado la conversación por la que se dirigía al Pure Innicence esa noche.
La noche anterior, después de varios días de no hablarse tras la pelea que tuvieron en Tahití, finalmente habían quedado en resolver el problema que había surgido entre ellos. Algo que Renan no había entendido el momento que pasó, pero que poco a poco iba esclareciéndose, algo por lo que el día de hoy tendría que marcar más innegablemente los límites que ninguno podía pasar—. 'No meterme contigo es como si no hiciera nada', maldita Giedrè quién te metió esas ideas en la cabeza —balbuceaba a solas en su auto mientras manejaba hacia el lugar, recordando las palabras del solario en el camino y dándoles vuelta en su cabeza hasta llegar al café. Renan bajó de su auto y vio desde afuera como Umi y los demás hacían los últimos preparativos para cerrar el local, Giedrè saliendo en cuanto parecieron tener todo listo para el siguiente día. El joven de cabellos plateados se detuvo a cierta distancia, la tensión entre ellos provocando que no el saludo de siempre se sintiera fuera de lugar. "Mejor así", pensó, aunque no fuera ajeno a la incomodidad de la situación.
Respondió al agradecimiento del solario con un simple movimiento de su cabeza, y cuando éste propuso esperarlo un momento mientras saludaba a los demás, Renan no dudó en tomarle la palabra—. Dame 5 minutos entonces, puedes quedarte aquí o subir de una vez si quieres —contestó, reteniéndole la mirada unos instantes antes de cruzar la calle y entrar al café.
Tal como había dicho, no tomó más que unos minutos para saludar al dueño del local, recibir de éste un par de abrazos y besos en las mejillas, y recibir un encargo que había hecho apenas unos días atrás. Regresó al auto con un lindo contenedor de cartón, abriendo primero la puerta de atrás para ponerlo donde no le estorbara a ninguno—. Listo —dijo con simpleza, cerrando aquella puerta para entrar por la del conductor, poniendo el motor en marcha y preparándose para partir— ¿Tienes algunas sugerencia de a dónde quieres ir para hablar, o...? —preguntó, girando su rostro apenas un poco hacia el solario—. Caminemos a la orilla del Sena —dijo cuando no vio muy decidido al otro al respecto.
La última vez que se encontraron en una situación así se la pasaron hablando todo el viaje a casa del moreno, la conversación tomando vuelo desde el momento que comenzaron a recorrer las calles, pero esta vez un silencio incómodo reinó en su camino, y ninguno se dejó escuchar hasta que se detuvieron cerca del puente pont Neuf. Bajaron del auto, el sonido del cerrar de las puertas marcando lo que pronto tendrían que enfrentar, y dieron sus primeros pasos hacia los corredores que había a las orillas del Sena.
—Entonces... tienes muchas cosas que decirme, ¿no? —inició finalmente aquella conversación incómoda que necesitaban tener—. Te escucho.
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Post by Giedrè Ausra on Aug 6, 2022 9:31:55 GMT
Ante la aceptación de Renan, Giedrè no pudo hacer más que aguardar por él. Haber mantenido su distancia, limitando el contacto esa noche se sintió mal, culpable, pero estaba hecho y no pudo hacer más que esperar por su regreso. Por fortuna, o quizás todo lo contrario, no duró mucho y en poco pudo tenerlo de vuelta. Qué martirizante se tornaba todo otra vez.
La pregunta del otro le quedó grande en esta ocasión. La calle, algún café, su hogar. Cualquier sitio podría ser opción para terminar con todo eso pero su indecisión fue más grande que demoró lo suficiente para que la impaciencia del otro chocará con su silencio. Ah, ¿por qué ahora? ¿Por qué tenía que ser él mismo, la persona que tanto despreciaba en ese momento?
El auto empezó a andar una vez su destino fue elegido por el otro y el moreno no pudo más que agradecer por ello.— Está bien. —Las cosas serán más fáciles de ese modo, pensó.
Giedrè descendió del auto y, mientras caminaba a su lado, le fue inevitable apretar los dedos contra la tela de su bolso. ¿Por qué, de pronto, le fue tan difícil respirar? Desde que había amanecido y días previos, posteriores a esa charla en línea, hubo de practicar la forma en la que se disculparía. Su postura, su tono de voz, incluso la manera en la que planeaba mirarle. Todos sus planes se fueron junto la corriente del río a su lado y sólo quedaron los cimientos de su incertidumbre. Fue inevitable adjudicar la situación como otro de sus fracasos.
—Eh, sí. —Idiota, idiota, idiota.— Es decir- Eso creo... Bueno. —Sus labios se apretaron con fuerza y llevando una mano hasta su frente, apretó el puente de su nariz y darse un momento para respirar. Giedrè detuvo su andar y mirando de un lado a otro, le fue difícil detener sus ojos donde los del otro.— Renan... Lamento- Lamento demasiado mi comportamiento de- De ese día. Yo no... Tomé la mejor decisión en ese momento y... Te lastimé. A ti... Discúlpame.
Va a molestarse, lo merezco. Giedrè frunció el ceño, hastiado de escucharse a sí mismo en su pesar. Volvió a tocar su frente en un pobre intento de conservar la calma pero sólo logró mirarse frustrado consigo mismo.
—¿Hay algún modo en el que pueda remediar esto...? —Su labio inferior tembló por un segundo.— Aunque... Comprendo si tú- Si ya no quieres- Voy a aceptar la decisión que tomes, sea cual sea.
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Post by Renan Milovan on Aug 7, 2022 6:02:51 GMT
Renan había notado incómodo a su amigo desde el momento en que lo vio, desde el momento en que no lo saludó con los usuales gestos de afecto. Era una conducta esperada, y una a la que pensaba no darle mucha atención, pues no era bueno lidiando con ese tipo de cosas. "Aunque escucharlo y verlo así es...desesperante", pensó después de iniciar la conversación, frunciendo el ceño cuando notó lo difícil que le era al otro mirarlo a los ojos.
Pero para el vampiro no era un problema, así que dejó su mirada fija en los ojos del otro mientras éste se esforzaba por sacar sus palabras y pedirle nuevamente una disculpa—. "Si yo ya no quiero"...—repitió en un murmuro las palabras del otro, dejando un pequeño silencio extenderse después de eso.
—Giedrè —pronunción su nombre finalmente, su tono seco y contundente—, te voy a ser sincero, hay una parte de mí que sigue molesta por lo que hiciste, lo de la pelea ...bueno, no me importan unos cuantos golpes y heridas, es lo de menos para mí, agua pasada ya —dijo, suspirando y desviando su vista al río unos instantes— ¿Por lo demás? Sigo molesto —puso sus ojos sobre el moreno otra vez, su mirada y sus palabras afiladas y severas—. Sigo molesto —repitio más alto, como si le fuera difícil transmitir cuán real era ese sentmiento si sólo lo decía una vez, y como si expresar enfado ayudara a ahogar el dolor de las heridas que resurgieron aquel día en Tahití. Ihnaló hondo—...pero no es como si quisiera dejar las cosas así, sin remedio —continuó con menos fuerza, exhalando con pesadez al sincerarse—. Escucha bien: aceptaré tu disculpa porque ya no me estás huyendo... pero si quieres que de verdad te perdone quita esa cara, prometerme que no lo volverás a hacer... y explícarme bien qué rayos pasaba por tu cabeza ese día.
Para lo torpe que el solario estaba siendo en aquella situación, Renan no se podía considerar mucho mejor. Giró el rostro hacia el camino, indicando con aquel movimiento de su cabeza que siguieran caminando—. Vamos.
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Post by Giedrè Ausra on Aug 7, 2022 8:45:44 GMT
Su voz pronunciado su nombre vino como un pinchazo a su corazón. Quiso tocar su pecho, apretarlo para aminorar un poco aquella mala sensación pero el albino comenzó a hablar, lo hizo firme y que mencionara la palabra molestia no lo hizo menos aterrador. Aquel sueño en Tahití, ese donde se reencontraba a sí mismo como un niño y corría asustado del albino, volvía a su memoria; de repente no se sentía tan ajeno, después de todo.
En silencio, terminó de escucharle y tan pronto hubo de ser su momento para replicar, no pudo más que mantenerse callado, sopesando lo dicho. Giedrè mantuvo su mirar apretado, con el ceño arrugado y las palabras atoradas en su paladar.— Que quite esta cara, dices... De haber podido hacerlo, no dudaría en siquiera intentarlo. —Murmuró y sus pies continuaron el camino a un lado del otro, a la orilla de ese río iluminado por el reflejo de las farolas cercanas.— Tampoco quiero sonar repetitivo. Lo escribí en aquella conversación esa vez... Los golpes estuvieron mal. Que yo hubiera ido a verte lo estuvo también.
Dentro de él, algo se reconfortó cuando el detective hizo hincapié que no pretendía terminar con las cosas. Le supo mal, Giedrè había pensado en ello como una opción pero saberlo le provocó querer abrazarlo sin previo aviso. El moreno resistió a ese impulso mundano, se suponía que las cosas cambiarían a partir de ahora, ¿o no? De lo contrario, ¿cuál sería el caso de todo esto?
—Es... Fue por David. —Con un suspiro, intentó escucharse. ¿Era razón suficiente? Sí, estaba seguro de volver a intervenir pero dudaba que no fuera un absurdo, producto de su inmadurez. ¿Por qué debió actuar así, sólo por alguien que claramente iba a preocuparse?— Pero las cosas- Es decir- David me dijo- —Su lengua se hizo un lío y no pudo más que morderla para darle sentido a su oración.— Ugh. ¿Por qué con David tienes que actuar de este modo, Renan? ¿Por qué no pudiste dejarle dicho algo, cualquier cosa, que no lo hiciera dudar de la amistad que se tienen? ¿Por qué con él las cosas no pueden ser distintas cuando, claramente, él es más especial que cualquier otro para ti? Él es... Mi amigo también, el primero y el más precioso que tengo ahora... Y a mí también me duele que lo trates así, con tu silencio y con tus acciones... De mí lo entiendo, casi, o por lo menos no quiero pensarlo, que yo no puedo compararme con él de ninguna forma... —Los dedos de su mano volvieron a apretarse.— Pero, ¿con él? ¿Por qué a él no puedes decirle las cosas tampoco?
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Post by Renan Milovan on Aug 7, 2022 17:29:34 GMT
Puso los ojos en blanco en cuanto retomaron su andar, metiendo las manos a los bolsillos mientras caminaban junto al río—. Sí, ok, a mí no me importan ya pero tienes razón... estuvo mal. De haber sido otra persona tal vez no estarías solucionando las cosas con una simple charla —comentó cuando el solario se disculpó otra vez, una advertencia de los posibles peligros de la violencia implícita en sus palabras—, pero supongo que al ser adulto sabes que esto ya tiene consecuencias más graves y debes ser cuidadoso, pero como sea...eso es agua pasada, en serio. Te perdono eso, aprende de ello y podemos dejarlo atrás —se encogió de hombros, sin poder darle más cuerda al asunto. ¿Cómo podría cuando el constantemente le quería saltar encima a algunas personas y recurrir a la violencia para "solucionar" asuntos. Algo le decía que traer eso a tema, más que tranquilizar la charla iría que ésta se fuera por una tangente.
Dejó a Giedrè continuar después de eso, siguiendo con su vista los destellos reflejados en la superficie del río Sena en lo que el otro hablaba, más en un punto no pudo evitar girar su rostro para encararlo—. ¿El más especial? —repitió tomado por sorpresa con un tono casi inaudible, pues no pensaba que fuera tan obvio con ello, había luchado tanto por bloquear aquel sentimiento y no verlo nisiquiera él. Su mente se quedó en blanco procesando lo demás que el solario decía y los pensamientos que luchaban por apoderarse de su atención. Al final abrió la boca, pero cuando ésta no salió nada por un rato frunció el ceño.
—Tengo mis motivos, Giedrè, además ¿quién te da derecho de intercedir entre David y yo? ¡Préocupate por él, bien! Eso hasta te lo agradezco, Porque sí, sí de acuerdo. Ese idiota es muy importante para mí y por eso lo trato lo mejor que puedo—habló después de unos segundos, sacando sus puños de sus bolsillos sin realmente sentirlo—. Me contó que habló contigo, que te dijo que cortamos y que no terminó muy bien. Fue un desastre —exhaló con algo que casi era una risa amarga al admitir aquello y su mirada se desvió un instante—. Pero estamos aquí. Arreglamos las cosas como pudimos y él me aceptó de vuelta en su vida aún sabiendo que había preguntas que nunca iba a poder responderle. Él lo aceptó Giedrè —repitió con énfasis, sus pasos deteniéndose, pero sus palabras ahora salían sin parar—. Los dos hablamos, yo le he dicho lo más que puedo. Es el punto medio al que llegamos y nos ha ayudado a al meno--- a ser buenos amigos ¿Si él está bien conmigo así por qué te molesta tanto a ti? La verdad, ¿es por que estás notando que no importa cuán cercano puedas ser conmigo seguirá habiendo cosas que me reserve para mí? Dime, ¿te parece una atrocidad que tenga asuntos que no quiero---que no puedo compartir con el mundo sobre mi vida? ¿Es un puto pecado? No hago esto por diversión, no hago esto por hacerle daño... por hacerte daño.
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Post by Giedrè Ausra on Aug 8, 2022 2:13:06 GMT
De simple desconcierto, su ceño se frunció por pura molestia ahora. El tono de voz de Renan volvía a elevarse y, dentro de él, algo le impidió intervenir. Supuso que se trataba de su amor, del deseo que le tenía, ese que todavía existía, además del aprecio que, como amigo, iba a permanecer; pero ahora, escucharle hablar de ese modo, lo único que podía sentir era molestia.
Giedrè se detuvo, inclinándose contra él para que pudiera mirarle de frente.— Sí me preocupo por él es porque lo estimo, ¿escuchaste? No necesito que ni tú ni nadie me lo pida para hacerlo. No tienes por qué hablar como... Como si no supiera qué debo de hacer.
Poco a poco, el tono en el hilo de su voz se tornó grave, doloroso. Giedrè sabía que su cariño no era razón suficiente para actuar del modo como en el que lo había hecho pero, aún así era doloroso, molesto. ¿Por qué no podía entender lo mucho que le estaba lastimando la distancia entre ambos, justo ahora?
—¿Qué por qué...? Renan, es- ¿Es en serio? —Un intento de sonrisa se formó en su rostro pero, no pudo más que cubrir su frente, de nuevo, formando una barrera por unos segundos antes de romperla.— ¿Te parece- ¿Te parece justo que sea así? ¿Qué yo haya tenido que abrirme a ti, porque según tú, era lo que necesitaba? ¿Crees que haberme obligado a abrirme contigo para que luego me dieras la espalda estuvo bien?! ¿Es en serio, Renan?
Sin darse cuenta, el tono de su voz se elevó y al notarlo, el moreno no pudo más que sentir vergüenza. Sus ojos azules se movieron en dirección al suelo; en ese lugar podría descansar.— Yo creí estar bien con esto en un principio... No creí que fuera tan importante pero, cuando tu rostro parece tan lastimado, ¿cómo pretendes que lo ignore entonces?
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Post by Renan Milovan on Aug 8, 2022 7:07:39 GMT
De repente la actitud del solario había cambiado, y de parecer un niño dolido y arrepentido, uno cohibido, sacó el valor para ponerse frente e inclinarse al nivel de sus ojos. "Al menos ya quitó la cara de antes", apretó los labios mientras le sostenía la mirada—. Sólo te agradecí, Giedrè, porque es algo que me trae tranquilidad y que pienso que haces bien. No lo dije porque te lo hubiera pedido. Me queda claro que no necesitas que nadie te lo pida —puso los ojos en blanco, no creyendo la forma en la que interpretaba sus palabras el moreno. "No necesitas que nadie te pida nada para actuar como se te de tu gana".
Logró mantener su gesto como uno de mero fastidio, pero no pudo hacer nada para evitar mostrar su incredulidad cuando el otro joven continuó— ¡Obligar? —la palabra escapó en un exclamo de sus labios, negando con la cabeza mientras Giedrè seguía hablando.
Para cuando se dio cuenta, el solario había volteado su rostro de nuevo, lleno nuevamente de la pena que le consumía antes. Quería arremetir contra él, reclamarle todas las ideas en su cabeza eran una locura, pero el enojo que se iba acumulando dentro de él se detuvo en cuanto mencionó que lo veía lastimado. Volvió a agitar su cabeza con negación. "No, no. No hay forma", repetía en su cabeza.
Renan era consciente de como tendía a expresar la mayoría de sus emociones negativas con ira, desdén, frialdad o indiferencia. Creía que hacía un buen trabajo ocultando todo lo que veía necesario ocultar, y una de esas cosas era su dolor. Era tan bueno que a veces lo ocultaba de sí mismo. "¿Y aún así Giedrè dice que lo ve?", aquel pensamiento detuvo sus movimientos, su cabeza quieta en ese instante—. Ignoralo porque es lo que te pido. Aquí no hay ningún "obligar". Ni yo ni nadie te obligó a abrirte con nosotros Giedrè, lo pedimos porque pensamos que podría ayudarte hablarlo, nisiquiera tuvimos que ser muy insistentes, tú mismo fuiste haciéndolo. De no haber querido compartirlo no hubieras cedido por nada. Dices que te di la espalda, bien, yo...sí, te he fallado —admitió, u de nuevo un deje de amargura se filtró en su voz—, pero te pedí perdón y puse las cartas sobre la mesa. Hay cosas que puedo y no puedo hacer. ¿No aprendiste allí o tal vez antes en tu vida que todos somos distintos? Tú, a final de cuentas, pudiste hablar de lo que te afligía, te funcionó, pero yo... lo que me hace daño es algo con lo que debo lidiar por mí mismo, y encuentro más consuelo en no cargar a los demás con el peso de algo que no les corresponde y con lo cuál no pueden hacer absolutamente nada. Deja de intentarlo que sólo empeora las cosas para mí.
Su voz no se había elavado tanto como antes pero decir todo aquello lo dejó agitado de todas formas, haciendo que inhalara hondo al final. El peso de todos los secretos que debía mantener lo presionaba de los hombros como si quisiera aplastarlo contra la tierra. Un insecto pequeño contra la inmesidad de todo lo que estaba en juego si compartía más de lo que debía. Sus labios comenzaron a temblar. Todo lo que quería era compartir buenos momentos con los amigos que aún se permitía tener. ¿Cómo había terminado de esta manera? ¿Cómo se había encariñado a alguien que se sentía con el derecho de exigir tanto de lo que no le podía dar?
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Post by Giedrè Ausra on Aug 12, 2022 9:29:39 GMT
Giedrè frunció el entrecejo con mayor fuerza, acentuando su expresión. ¿Se habría equivocado? ¿Había acertado en algo? El albino lucía casi igual, sino es que aún más, cabreado que él y, aún así, no sintió remordimiento para corregir lo dicho pero tampoco hubo motivo para alardear. Sus ojos volvieron al suelo, disperso, sintiendo duda en cómo responder a lo que ahora escuchaba.
Fue turno del de ojos azules para llenar sus pulmones con aire y soltarlo en un suspiro. Con que ese era el modo en el que miraba las cosas. Sus dedos apretaron la bolsa que cargaba y, pese a que sus manos estaban ocupadas, le fue inevitable no cruzarlas alrededor de él para abrazarse por un momento. La noche no era fría y sin embargo necesitó sentir un poco de calidez en ese preciso instante.— Hah... Deja de decirme que todos somos distintos cuando he sentido que no podía encajar en ningún lado.
La voz de Giedrè tembló por un momento, dolía. Un nudo comenzaba a lastimar dentro de su garganta y, tratando de continuar, su labio inferior le traicionó, mirándose nervioso antes de poder hablar.— Maldita sea, Renan... ¿Cuál es el caso de ser amigos si no me dejas actuar como tal? Ni siquiera te he pedido disculpas por algo, tan solo te pedí... Algo de confianza pero... Ya. Entiendo que es imposible, nada va a cambiar después de hoy ni de mañana, ni el día que le siga. Es un problema, ya lo dijiste pero nadie te está pidiendo que te hagas cargo de nada pero para ti... Una persona que comienza a preocuparse por tu persona, que se pregunta por qué no quieres decir nada, resulta no más que una molestia... —Algo dentro de él quiso parar pero no pudo más que decirlo.— ¿Qué diferencia hay ahora en sentir miedo a perderte con respetar tu silencio, Renan? Al final, todo conduce al mismo resultado...
Y eso se siente peor que simplemente abandonarme. No quiso mencionar el nombre de su profesor en ese momento pero le fue inevitable no pensar en él. El camino entre ambos no había sido largo, ni siquiera podía sentir que había empezado pero, por algún motivo, pareció parar, detenerse.— Ya no lo haré, no voy a insistir si tanto te aflige. Me he disculpado con David y sólo hacías falta tú... —Sus pies pararon.— No tengo más que decirte.
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Post by Renan Milovan on Aug 20, 2022 1:30:45 GMT
Renan no podía sentir pena en ese momento por ese sentir de Giedrè. No era que no se diera una idea del dolor detrás de lo que decía, pues era algo que hasta cierto punto también vivía, pero el albino siempre había tenido bien clara su realidad, siendo no sólo distinto de los solarios sino de otros selintas. Desde muy temprana edad se hallaba entre gente que no se parecía en nada a él, que no pensaba como él y que no vivía como él, pero aunque también le fue y le era difícil aún, había aprendido que ser distinto no era impedimento para hacerte un lugar entre otros. Giedrè también debía aprenderlo."Aunque ese no es el tema", detuvo sus pensamientos antes de molestarse más—. Me refería a que todos tenemos distintas necesidades, Giedrè —puso los ojos en blanco aunque el otro no lo estaba viendo.
El resto del discuso del moreno entró por sus oídos pero le fue difícil procesarlo, pues sólo le hacía dudar de si realmente podrían seguir con su amistad; las retóricas del otro agravando su sentir cada vez más. Sus pasos se detuvieron poco después de los del solario, Renan tomándose sólo un momento para respirar hondo antes de girar y ver de frente a Giedrè— ¿Eso es todo? Bien, porque yo tengo varias cosas que decir. Mi silencio no te va a afectar, así como no te afectaba antes porque las cosas que no quiero compartir no tienen nada que ver contigo. Realmente no entiendo como están las cosas en tu cabeza —exclamó—. Preocuparse---procurarse es normal, todos los amigos lo hacen, pero también es normal respetar límites. Para mí se ve más como si al no saber lo que tú quieres, al no "apoyar" como tú quieres, para ti no tiene caso ser amigos aunque yo te diga que no necesite de eso —giró su rostro por un momento, una clara desesperación reflejada en este al creer comprender como razonaba las cosas Giedrè—. Miedo a perderme —chasqueó la lengua—. Desde ahora te diré que miras con miedo al lado equivocado. Yo no he dejado a ninguno de mis amigos porque se preocupe por mí, o porque no "me ayude" en cosas que para empezar nunca pedí. Pero no tolero la gente que no me respeta ni a mí ni a mis límites.
—Aceptaré tu disculpa si puedes entender eso, si de verdad lo puedes entender y dejar de hacerte ideas —se acercó de apoco a donde estaba el otro—. No voy a dejar que te vayas creyendo que me vas a perder por algo que tú solo te metiste en la cabeza, yo no te haría eso. Ahora tú dime —paró a centímetros del moreno, mirando hacia arriba para verle a los ojos— ¿Te voy a perder yo por no poder darte lo que quieres? Si las cosas son así...
El ceño del albino estaba fruncido, como lo había estado por la mayoría de aquella conversación, pero ahora que estaba a unos centímetros era evidente que en su enojo y frustración también había dolor que no podía ocultar. Sus palabras eran firmes, pero sus labios temblaban mientras más pensaba las cosas. Giedrè había dicho que no insistiría, pero a los oídos del vampiro se escuchaban como palabras que probablemente se hallaría escuchando de nuevo si no dejaban esto en claro de una vez. Sin saberlo, el solario sostenía una espada que acorralaba al otro contra la pared, y Renan no quería encontrarse de nuevo en esta situación con él. "Apuñálame de una vez si has de hacerlo".
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Post by Giedrè Ausra on Aug 23, 2022 10:32:09 GMT
El cuerpo de Giedrè se tensó en cuanto la boca de Renan se abrió y todas esas palabras salieron, clavándose en un lugar que pocas veces le gustaba tocar. Sus ojos azules le miraron fijos y con cada frase que terminaba, su mirada decayó hasta encontrarse con el suelo. Fue entonces que cerró los ojos y reunió aire, soltando un suspiro en cuanto sus pulmones se llenaron. Sus manos dudaron en avanzar en ese preciso instante pero, pese al temblor en ellas, quiso sostenerle, dirigirlas hacia cada costado del otro cuando la distancia entre ambos fue mínima.
El lituano se inclinó hacia él, sus dedos se apretaron en su contra. No fue difícil encontrar su rostro pese a la diferencia de estaturas y, aún así, dudó en volver a abrir la boca. "Mi silencio no te va a afectar, mi silencio no te va a afectar, mi silencio no te va a afectar". Así que de ese modo lo pensaba. Su puño derecho se cernió encima del hombro opuesto y supo que eso estaba mal, así que paró, llevándose hasta su rostro la misma mano para cubrirse la frente. Las pestañas de sus ojos se sintieron húmedas y tuvo que presionar ligeramente sus parpados para detener las gotitas que cayeron desde el interior de su lagrimal. Como si eso ayudara de algo, pensó, sintiéndose tonto.
Giedrè tocó su rostro esta vez, tomándose la libertad de caminar con el dorso de su índice por encima de sus mejillas, nariz, hasta chocar con su boca. La punta de su pulgar tocó sus labios, un instante, por lo menos un poco, y volvió arriba hasta que sus gafas le impidieron continuar. Quiso retirarlas pero no pudo hacerlo, no sabía si aún le era permitido hacer aquello pero, conforme los segundos pasaban, la mano que aún descansaba en la espalda del otro se movió por su espalda hasta encontrarse con su cadera. Le hubiera gustado salir corriendo de ahí.
—No, no necesitas que lo entienda. Puedo decirte que esto está bien, darte la razón, aceptar que me equivoqué. Puedo decírtelo y fingir que no hay mayor problema, que esto es suficiente y entonces no tendría- Nos podríamos evitar todo esto. No es difícil, me has enseñado que es posible hacerlo... Sólo tendría que decírtelo, ¿no? Que dejaras de meterte en lo que yo sintiera.—El recuerdo de aquel viaje con su profesor volvió a su mente, este viaje se sentía mucho más largo que el hecho con Maret.— Pero yo no... No puedo- Yo sólo quería que esto se sintiera... Justo. Y no fue así. Estoy... Demasiado harto. Y te he dicho que no voy a insistir. Si mis disculpas no son aceptadas entonces... Lo- Lo entiendo. Es lo que me gané.
El moreno apretó los labios y su agarre se disipó. Quiso abrazarlo, hacerlo con fuerza pero de si eso pasaba no estaba seguro de poder soltarle. Su cabeza se movió ligeramente en negación y dio un paso hacia atrás, alejándose de él.
—¿Sabes...? Tu consejo del auto, ese que me diste una vez... Fue terrible. —Su boca se curvó por unos segundos.— Yo no puedo hacer como que tomo lo que busco en las demás personas porque... Pude quitarle a Maret tres días enteros a Nereo, fue divertido fingir que estuvimos juntos... Pero, al final, terminó yéndose. Fue lo que conseguí por tomar lo que quise de él... Y, supongo que te lo puedo seguir ofreciendo a ti. Puedo estar contigo sin ser nada tuyo, ni tú de mí... No debería sernos tan diferente, después de todo. Sabes a donde me mudaré, aunque también... Podrías simplemente olvidarlo. Puedes hacer lo que quieras contigo y yo también.
Un silencio se atoró en la garganta de Giedrè cuando sintió que las lágrimas corrieron por sus mejillas, brotando desde sus ojos fruncidos hasta el suelo. Otro paso hacia atrás, seguido de un par más, antes de dar media vuelta para darse la espalda. Quiso voltear, decir otra cosa, sus piernas estaban por traicionarle y flaquear, quedarse ahí hasta asumirse como un tonto para complacerse otro tanto pero no pudo hacerlo.
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Post by Renan Milovan on Aug 31, 2022 21:06:39 GMT
Las manos de Giedrè se posaron sobre sus costados, y aunque la sensación era muy ligera gracias a las capas de ropa que le cubrían, el contacto hizo que sus labios temblaran un poco más, sus propias manos agarrándose de la ropa del moreno y su expresión suavizándose un poco sin que lo pensara. Exhaló despacio cuando los dedos del otro recorrieron su rostro y su espalda tal como habían hecho varias veces antes, y por un momento creyó que tal vez podrían salir de aquel problema después de todo. Eran buenos amigos, se querían, y ya ambos habían pasado por suficiente.
Se permitió un segundo de ingenua esperanza antes de ver bien los ojos de Giedrè, las lágrimas y el dolor que aún retenían, y al darse cuenta de que en ellos no había comprensión sino sólo derrota, el gesto en el rostro del vampiro se volvió a teñir poco a poco de amargura.
Escuchando cada palabra que salía de Giedrè, Renan movía sutilmente su cabeza de un lado a otro sin dejar de verlo.— ¿Justo? —dijo puntuadamente, sus manos ahora empujando el cuerpo del que antes se sotenía, Giedrè mismo alejándose en cuanto lo soltó.
En un instante el dolor que antes había dejado ver se había ocultado nuevamente tras su enojo, pues no podía creer la idea de "justo" que tenía el solario, o que no viera como realmente le era imposible hablar de muchas cosas. "¿De verdad se trata de que las cosas sean parejas? ¿Es todo lo que importa?", apretó sus puños temblorosos a sus costados—. Bien, al diablo todo lo demás entonces, veo que es más importante para ti. Si es lo que escoges que así sea —aceptó, sintiendo como él mismo dejaba aquella apuñalada entrar en su corazón—. No me meteré más en tus sentimientos, te daré la justicia y equidad que quieres, ya que nada más de lo que te puedo dar funciona.
Estuvo a punto de darse la vuelta para irse también, pero entonces escuchó lo que dijo sobre su consejo y lo que aún le ofrecía—. Claramente no supiste aplicarlo —replicó con un resuello—, tienes que ser más inte--- ¿qué hiciste qué? —su respuesta se desmoronó el momento que oyó lo de Maret y Nereo. Se quedó congelado mientras el solario terminaba de hablar, enojado por una razón completamente distinta. Nereo también era su amigo, uno muy importante para él, y no concebía como alguien como Giedrè, alguien que él creía no le podría hacer daño a alguien de tal manera acababa de revelar haberse metido en la relación que este tenía con la otra serpiente marina—. ESTOY HARTO DE USTEDES DOS —le gritó al moreno mientras se alejaba—. TAL VEZ SON TAL PARA CUÁL —escupió aquellas palabras con desdén—. Y OLVÍDATE DE TODO LO QUE TE DIJE, NO QUIERO QUE UN NIÑO INSENSATO E IRRESPONSABLE COMO TÚ USE LO QUE LE DIJE PARA HACER LO QUE LE CONVENGA SIN PENSAR EN LOS DEMÁS.
Se quedó parado en su lugar unos segundos, su respiración agitada mientras cientos de cosas rondaban en su cabeza y trataba de terminar de procesar el resto de lo que Giedrè había dicho. Con su cuerpo temblando de toda la ira que ahora contenía, Renan finalmente reaccionó y comenzó a caminar apresuradamente en la misma dirección que Giedrè, más no se detuvo frente a él ni a su lado. Subió las escaleras que lo sacarían de aquel corredor junto al río y sólo volteó una vez que se halló al final.
—Yo no puedo estar contigo así, Giedrè. No importa si somos amigos o no somos nada —dijo, las luces de las farolas en la calle obscureciendo el rostro del selenita mientras iluminaban perfectamente el del solario. Los ojos llenos de lágrimas del otro lograron atravesar algo del enojo que lo protegía, recordándole que aunque pensara que las cosas estaban mejor así, eso no evitaba que la herida en su corazón sangrara tanto con lo que le había dicho Giedrè como lo que había dicho él mismo.
Le estaba haciendo daño, se estaban haciendo daño, pero tal vez, como había pensado antes, era mejor hacerlo ahora y descubrir que debía dejar las cosas por la paz antes de encariñarse más y arriesgarse a herirse de una manera que después no podría sanar.
Dándole la espalda, Renan se encaminó a su auto para irse de una vez—. Maldita sea —suspiró hartó cuando al abrir la puerta vio la caja con el pastel que llevaba a casa para su madre antes de que ella y su padre dejaran el país por un tiempo. Se cubrió el rostro mientras respiraba y exhalaba hondo en un intento de calmarse. No podía regresar así. Habían logrado pasarla bien por un rato, y no quería arruinarles el final de sus vacaciones—. ¿Por qué tienes que ser así? —murmuró para sí, sus manos resbalando por su rostro mientras aún trataba de controlar su respiración y de no dejar lágrimas salir—. Eres un gran idiota, un reverendo imbécil —maldecía, hablando sobre Giedrè, pero también sobre sí mismo.
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