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Post by Maret Benoit on Jan 17, 2022 3:52:59 GMT
No era la primera que le sucedía pero siempre era un tanto incómodo asistir a una cita donde sus alumnos no llegaban. Hasta ayer por la noche, su reducido grupo le había confirmado su asistencia pero ahora, después de un par de horas, supo que sólo se trataría de él por ese día.
Sin tener muchas opciones a donde ir y no querer volver a casa tan temprano, Maret decidió comprar un pequeño aperitivo en una panadería cercana. Quizás por instinto, o por simple nostalgia, tomó asiento cerca de la orilla, a un lado del agua. Cómodo como sólo lo de sus raza sabían, el olor dulce del agua le hizo añorar el salado del mar y con ello, la esperanza de visitarlo algún día. El hombre de lentes suspiró antes de dar un bocado y, como si no lo hubiera notado, a su lado un par de ojos grandes le observaban atento.
El profesor parpadeó un par de veces, sorprendido por encontrarse con una pequeña niña tan de repente. Le miraba tan fijo y parecía no querer quitarle los ojos de encima, que su única solución para el hombre fue regalarle la mitad del panquecillo que aún le quedaba.
— Oh, señorita. ¿Estás acaso perdida? ¿O esperas a alguien?
Maret sonrió en cuanto recibió una respuesta positiva y mientras ella se acomodaba a un lado de su banca, a lo lejos pudo escuchar un par de pasos apresurados que se acercaban en su dirección.
Pronto, a su lado se encontró un hombre alto y de tez joven. En automático, volteó a mirarle y una sonrisa se formó en su rostro.
— Mira, parece que tu cita ya llegó. —Dijo, a modo de broma.— Caballero, ¿es usted por quien está pequeña espera?
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Keos
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Post by Keos on Jan 17, 2022 5:00:38 GMT
La llamada del jefe de su departamento había caído como agua fría en su día libre. Ni bien lo citaron en la agencia se presentó con una rapidez digna de alguien acomedido a su trabajo, siendo recibido por un gesto de aprobación del hombre. Eran contados los eventos en los que pedían personalmente al mejor equipo de la agencia privada, y aunque el evento estaba destinado a terminar relativamente temprano, no hubo forma de negarse ante estas personas, por lo que pronto Keos y su equipo estuvieron plantados en las puertas de ese gran edificio, con el moreno encabezando al tercio de guardaespaldas en agudo silencio.
Se veía obligado a admitir que esa vez esperaba que fuera diferente, que al estar en un lugar distinto a su punto central de guardia aquella pequeña no lo visitaría, pero estaba equivocado. Era como si poseyera algún tipo de poder para encontrarlo, como si sus caminos se vieran destinados a cruzarse cada que salía a la superficie. De nuevo la niña se apresuró a estar junto a él, esperando a que terminara su jornada para llevarlo a alguna calle a ver gatos, o a mostrarle Paris, pero esto no sucedió así.
Cuando finalmente pudo seguirla a donde quisiera, la pequeña de cabello grisáceo pareció paralizarse al ver a alguien conocido cruzando la acera. El grifo rápidamente se puso en guardia, pero antes de que pudiera siquiera poner a la niña detrás de él esta se echó a correr. Tuvo que actuar normal hasta que ese hombre se fuera por el lado contrario a ella para así seguirla, temiendo que de nuevo esos oficiales la fueran a encontrar.
—Niña —suspiró al verla, acercándose a lo que parecía un café cerca del río. La pequeña solo sonrió al ser encontrada y con una mirada casi coqueta asintió a la pregunta del hombre, riendo al final por la broma—. ¿Disculpe? —no había notado a ese hombre hasta que habló, su atención estaba demasiado centrada en ver que estuviera bien—, yo... si, la estaba buscando —observó a la pequeña, quien ahora mirada el agua mientras movía los pies con buen ánimo—. ¿La conoce?
—Me gustó su cicatriz —contestó ella, señalando el labio de aquel hombre, así como había hecho con el suyo cuando lo conoció—, así que me senté con él.
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Post by Maret Benoit on Jan 17, 2022 11:18:06 GMT
Por lo centrado que el otro se encontraba en encontrar a aquella niña, visualizó que ella debía tratarse de alguien importante para el otro. La escena podría interpretarse de mil formas pero, siendo él alguien tan pocas veces entendido, lo último que haría iba a ser eso mismo.
Maret levantó ambas cejas en señal de sorpresa y una mano se posó sobre su pecho, en señal de sorpresa, halagado por el cumplido de la pequeña sobre algo que aunque causara múltiples miradas, pocos se atrevían a preguntar.
— Oh, ¡pequeña atrevida! Harás que se sonroje este pobre hombre con tantos halagos de tu parte. —Y una risilla jocosa acompañó eso último, atreviéndose a palmera la cabeza de la susodicha y no pudo más que detenerse cuando su mano tocó sus cabellos.
Con que así era como se debía sentir compartir ese tipo de gestos con su pequeña hija, si tuviera su edad.
La mirada del profesor se entre cerró ligeramente y, volviendo con aquel otro, no pudo más que levantarse de su asiento y mirarle de frente. Su cabeza se movió de un lado a otro, negando la pregunta que él otro hombre formulaba.
— ¡En absoluto! Estoy seguro que recordaría a la perfección la cara de alguien tan adorable si le conociera. —Le dijo, extendiendo una mano para invitarle a tomar asiento en la mesa, junto con ellos.— Tan sólo pasaba el rato por aquí antes de volver a casa pero, parece ser que la fortuna nos quiso juntar este día, ¿no lo cree? Mi nombre es Maret, por cierto. Maret Benoit, un placer.
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Keos
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Post by Keos on Jan 17, 2022 18:54:40 GMT
Observó con cierta extrañeza la reacción de aquel hombre, pero de pronto entendió que ella había hecho lo mismo con las marcas en su rostro cuando la conoció, aunque esa vez ella creyó que era un pandillero.
La pequeña solo cerró sus ojitos al sentir esa caricia, y por un segundo creyó que le hacía daño... hasta que la vio sonreír. ¿Esa era una forma de hacerlo? Fue casi como si el hombre tuviera experiencia con niños, totalmente contrario a él.
—Oh, basta —hizo un ademán con su mano fingiendo que se sonrojaba, aunque realmente estaba apenada por los repentinos halagos y la actitud tan contraria a la de su amigo—. Ven, Keos, ¡La vista es muy bonita!
—Está bien... gracias —ante la invitación de ambos no se lo pensó mucho antes de aceptar y sentarse junto a ellos—. Mi nombre es Keos Rainett, el placer es mío —se presentó a sí mismo como le habían enseñado en su trabajo, dándole la mano con un apretón firme—. Trabajo como guardia de seguridad no muy lejos de aquí, pero en algún momento ella se fue y...
—S-Solo quería cambiar de aires —se defendió con falsa inocencia, cruzándose de brazos mientras desviaba la mirada—. No podemos jugar cuando estás de guardia.
—Aún así no deberías de correr como lo hiciste —iba a seguir insistiendo cuando una mesera se acercó a ellos para pedir su orden, pero esta pareció detenerse al ver a la pequeña, barriendo con su mirada el vestido parchado y su cabello algo despeinado, causando que ella bajara la mirada con vergüenza—. Viene conmigo —respondió con una mirada fría hacia la mujer, que estaba a punto de quejarse, y pudo ver solo cómo palideció—, queremos dos cocoas —no parpadeó al ver la mirada temerosa de la mesera, que solo asintió lentamente—. ¿Usted quiere algo?
Lo último fue hacia el señor Benoit, a quien la niña vio casi con pena, susurrando un "lo siento" por formar esa escena.
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Post by Maret Benoit on Jan 18, 2022 8:10:13 GMT
Maret recibió su mano y la apretó con cordialidad. Pocas veces se encontraba con alguien nuevo en una situación tan inusual como lo era aquella. No quería darse demasiadas ideas de lo que podría estar sucediendo aunque le sería difícil ocultar que ambos le llamaban la atención. Podría estar hablando con una celebridad o con alguien de alto status o, peor aún, podría estar hablando con alguien como él y eso le emocionaba.
Aún así, decidió controlarse un poco pero la expresión lamentable en el rostro de la chiquilla cuando la mesera decidió hacer tal grosería, no le ayudaron mucho. Era verdad que no lucía como alguien que tuviera una casa estable pero no se esperó tal grosería de su parte.
— Keos. —Repitió su nombre, ensanchando su amable gesto cuando le miró tomar asiento con ellos. Volvió a sentarse en su sitio y también volteó a ver a aquella mujer.— Quisiera un americano, por favor. Y que no volvieras, si a parte de amable eres un poquito lista.
Con un suspiro, Maret giró los ojos y regresó a mirar a la pequeña mientras que la otra partía de escena. Esperaba que reflexionara en lo que hacía y la manera en que interpretaba su papel, sobre todo porque decidía hacerlo con alguien que no podría defenderse.
— ¿Pero de qué te estás disculpando, mh? ¿Porque esa mujer ha sido descortés contigo? ¿Es eso? —Sus ojos ámbar se centraron en la niña.— Lo único lamentable aquí es que haya gente así de impertinente en éste mundo, pequeña dama. Es natural no caerle bien a todos pero no es correcto que te traten mal por eso. Así que, vamos, cambia esa expresión. Uno nunca estará completo sin una sonrisa en la cara.
Maret dejó un par de palmaditas en la espalda de la pequeña y, sin apagar su gesto, volteó a ver al otro hombre.— Así que como un guardia de seguridad, ¿dices? Espero no quitarte demasiado tiempo con mi invitación entonces pero la comida siempre sabe mejor cuando alguien te acompaña.
Volvió a dejarle otra sonrisa a aquella niña, esperando que pudiera sentirse cómoda de nueva cuenta. Por suerte, su pedido no tardó en llegar y, con ello, la disculpa de parte de aquella mesera. Maret le dedico un gesto amable por unos segundos antes de ignorarla de nueva cuenta, dando por terminado aquel asunto. Cogió el salero del centro de la mesa y usando la pequeña cuchara cafetera, vertió dos cucharadas de aquel polvo blanco antes de comenzar a reír.
— "Oh, no. ¿Con qué clase de viejo loco terminé compartiendo mesa." —Dijo, imitando la voz de la niña antes de que quisiera agregar algo por haber echado sal a su café en lugar de azúcar.
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Keos
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Post by Keos on Jan 18, 2022 23:19:04 GMT
El rostro de la mujer cambió tan rápido de blanco a rojo que Keos creyó que estaba a punto de desmayarse, pero contrario a eso solo la vio inclinarse y salir aprisa con los labios apretados por la vergüenza. Si, lo mejor era que no regresara, por mucho respeto que tuviera hacia las mujeres no lo pensó ni dos segundos antes de querer amenazarla como era debido, pero la mano de la niña lo detuvo.
Sus ojos pararon a ver cómo los contrarios se fijaban en la mesa en silencio, seguramente aguantando el mal trago que aquello había provocado en una tarde que apenas y había podido disfrutar.
—N-No, para nada —lo dicho por Maret lo tomó por sorpresa, apenas dándose cuenta que su mirada amenazante seguía en su rostro, por lo que apretó el puente de su nariz antes de suspirar y verlo nuevamente—. De todos modos teníamos que comer.
Luego de unos segundos de pensarlo llevó su mano hacia el cabello de la pequeña, quien casi dio un salto al no esperar tal acción por parte del moreno, pues no era propio de él. Por fin habían logrado que alzara sus orbes azules hacia ellos, y con un repentino sonrojo terminó por sonreír.
—Gracias... —dijo con pena, y ambos, selenita y humana, observaron con incredulidad cómo la sal se disolvía en su café. Pensó que fue error suyo hasta que escuchó su voz siendo imitada de tal manera, provocando que soltara una cantarina carcajada, olvidando lo que pasó rápidamente—. ¿Es usted un mago también?
—Niña, tu chocolate —le pasó su taza al recibir la orden, pero esta hizo un gesto de dolor al quemarse la lengüa—... okay, dame eso —y comenzó a soplar con cuidado—. Listo, ten, bebe lento —poco a poco iba siendo convencido de que aquel hombre era una buena persona, sobre todo al hacer sonreír a la pequeña—. ¿No le quitamos tiempo a usted? Mi turno terminó hace rato, así que no tengo problemas.
—Ni yo —se unió contenta mientras se relamía—. ¿No le gusta lo dulce, señor?
—Señor Benoit —la corrigió, tomando de su propia cocoa.
—¡Señor Benoit!
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Post by Maret Benoit on Jan 19, 2022 5:29:02 GMT
Maret no pudo resistirse a reir por la pregunta de la pequeña con la que ahora compartía mesa. Si había algo que le gustaba demasiado, era esa ingenuidad sincera que los niños tenían en esa edad. No podía decir que aquello había sido su motor para elegir la profesión que ahora impartía pero, ciertamente le devolvía el ánimo que ese día había perdido.
— Oh, por supuesto que soy un mago. —Respondió, inclinándose un poco hacia ella para darse un aura de misterio así mismo.— ¡Y uno muy malo, por cierto! Pero, ahora que lo sabes, necesito que no se lo cuentes a nadie o sino estaré en muy problemas muy graves. A cambio, te daré un dulce cada que nos encontremos. ¿Qué te parece?
Sus manos movieron la cuchara dentro de su bebida para diluir la sal recién añadida y sus ojos regresaron con el mayor. En verdad que parecía ser cercano a ella y, mientras daba un ligero sorbo tras mezclar lo suficiente, no pudo evitar sentir más que cierta envidia en la escena que ahora presenciaba.
— Vaya que me gusta lo dulce pero, en ésta ocasión, pedí este café precisamente porque también me gusta lo amargo. Y puedes llamarme Maret, pequeña. Tú también, Keos. No es como si fuera tan viejo, ¿o sí lo parezco? —Sus ojos pasaron de él al horizonte, mirando por un segundo el río que a un lado les acompañaba.— Y tenga calma por eso. Yo también salí de trabajar demasiado temprano para mi gusto. Doy clases de regularización cerca de aquí, en la biblioteca pero, justo hoy fue uno de esos días donde todos se pusieron de acuerdo en no ir. Así que heme aquí, con ustedes.
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Keos
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Post by Keos on Jan 19, 2022 7:45:40 GMT
La pequeña se llevó sus manitas al rostro con sorpresa ante la revelación, asintiendo ante la petición del hombre.
—¡No diré nada! Puedo proteger a los magos —declaró con la mano en su pecho, como un juramento—. Así como protejo a Keos.
—¿Tu me proteges? —su ceja se alzó con diversión—. ¿Desde cuándo?
—Desde que nos conocimos —fue cómico ver como se cruzó de brazos con seguridad, para entonces ver con sorpresa al hombre—. A mi me parece joven —contestó—. ¿Quiere de mi cocoa? Esta muy rica.
Asintió a las palabras de ella, pues se veía poco más de su edad. Cansado, si, pero realmente todos lucían de esa manera al tener un trabajo extenuante.
—Profesor —repitió pensativo—. ¿Se puede hacer eso? Saltarse una lección es muy irresponsable, es falta de carácter.
—O sólo eres muy estricto —intervino la niña con una risita—. Tienes cara del policía malo.
—¿Eso que significa? —preguntó con sincera incredulidad—. Sabes que no entiendo cosas de cultura general —vio de reojo al hombre y se sintió con la necesidad de explicar—. No soy de aquí, y aún me cuesta entender algunas cosas que las personas llaman-
—Sentido común —alzó un dedo con franqueza, y solo vio como el moreno fruncia el ceño, pues estaba en lo cierto—. Tu cara da miedo —dijo encogiéndose de hombros—. ¿Cómo es la escuela? Los uniformes que llevan las niñas son muy bonitos, los veo a veces.
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Post by Maret Benoit on Jan 20, 2022 8:05:56 GMT
Las pequeñas pláticas que entre ambos se daban resultaban bastante entretenidas. Bueno, como era de esperarse. Los niños nunca tenían pelos en la lengua y suponía, de cierto modo, que para muchos él resultaba igual de impertinente que uno. Era gratificante ver cómo ambos resultaban ser tan buena mancuerna y que, sobretodo, se mantuvieran juntos. No podría ocultar por mucho que aquello le hacía sentir un poco solo.
— Bueno, sí, pequeña, pero no olvides que soy un brujo y que tal vez tengo más años de los que aparento. —Dijo y acompañó su respuesta con un guiño en el ojo.— Y oh, no, para mi mala suerte no trabajo en una institución. Le doy clases a niños que no atienden en su escuela lo que deberían. Se retrasan un poco y no saben cómo responder a los temas que les enseñan, ya sabes... Los ayudo a ponerse al corriente en su saber.
Maret le dio un sorbo a su café y se relamió los labios, antes de responderle al otro hombre, suspirando antes de hablar.
— Bueno, sí. Es bastante descortés pero es algo que suele pasar. Gajes del oficio, supongo, aunque mi problema radica que trabajar es lo único loable que hago en el día... Por suerte, los encontré a ambos y puedo sentir que hoy valió la pena.
El profesor cruzó una pierna encima de la otra, acomodándose en el respaldo de su asiento. Dejó la taza a medio acabar encima de la mesa, y les miró a ambos.— Pero dice que no es de aquí, ¿Keos? Le debe ser bastante difícil desenvolverse en la zona, entonces. Uno de mis alumnos acaba de llegar de otro sitio y el pobre a penas si pronuncia bien un par de cosas. —De su boca salió un suspiro, un tanto cansado.
— Tiene suerte de tener una guía así como ella. Le aseguro que es mucho mejor andar con quien sabe moverse por la zona... Y hablando de ello, pequeña. —Dicho esto, sus ojos se pasearon de encima del castaño a donde la otra.— ¿Eres de por aquí? ¿Huiste de casa o algo por el estilo? Es divertido hacerlo, sentir autonomía pero, cuando yo lo hice, fui incapaz de regresar ahí y a veces me arrepiento.
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Keos
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Post by Keos on Jan 20, 2022 23:54:13 GMT
La idea de que fuera más viejo de repente pareció probable en su mente, claro, si fuera un selenita. Lo malo del mundo humano era que estaban restringidos a demostrar sus verdaderas formas, por cuestiones de seguridad y las leyes que regían a sus especies, totalmente entendible para él. Aún así, no pudo evitar sentir curiosidad.
—Pensé que los brujos se parecían a Gandalf —mencionó ella con incredulidad—. Entonces, ¿Tiene también un bastón mágico? ¿Una varita? ¡¿Fue a Hogwarts?!
—Niña —la reprimió otra vez, pues se había parado en su silla para ver a Maret con los ojos brillantes de la emoción, y eso le pareció descortez.
—Pero... ¡Pero Keos, tu no entiendes! En 4 años cumpliré once...
Y era obvio que no entendía, ¿Quién diablos era Gandalf? ¿Qué era un Hogwarts?
—Siéntate —le pidió con suavidad, y ella obedeció con un puchero en sus labios—. Eso... me dijeron que les llaman tutores, ¿Cierto? Es una técnica interesante, no había oído de algo así hasta que llegué aquí —terminó su chocolate sin mucho problema, y de repente recordó aquel que un conocido suyo preparaba, sin duda con malvaviscos era mejor. Suspiró al escuchar lo siguiente—. Fue difícil, sobretodo porque... nunca salí de ese lugar —intentó explicarle—. El idioma es algo pasable, no encontré tanta dificultad por esa parte, pero lo demás... convivir con otros es abrumador.
Fue algo cómico para la pequeña ver a ambos adultos suspirar al unísono, ser grande parecía muy cansado, así que le pasó de su cocoa a Keos, y recibió otra palmada en la cabeza que le hizo sonreír.
Hasta que le preguntaron eso.
—Yo... —se hundió un poco en su asiento, ahora temerosa de hablar—, no me gusta ese lugar —sus deditos apretaron su vestido parchado, ese que llevaba incluso si hacía mucho frío, porque le gustaba—. Y no les importa si salgo, las calles son más divertidas, ahí conocí a Keos , y ahora a un mago —alzó su rostro, totalmente convencida—. Prefiero quedarme aquí, a Keos tampoco lo quisieron en su casa, es como yo.
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Post by Maret Benoit on Jan 22, 2022 0:07:06 GMT
Maret no hizo más que reír con las palabras de la niña. Era tierno verla hablar de las cosas que le gustaba y, para su fortuna, no le fue indiferente que soñara con que algo mágico llegara a tu puerta y te apartara de la realidad. El otro hombre no parecía comprenderle de todo y eso lo orillaba al mismo nivel que la pequeña.
— Vaya que lo imagino, Keos. Quizás te guste hablar con mi chico; es tan lento y tímido, que seguramente va a hacerte sentir mejor cuando lo escuches dudar. —Una risilla volvió a escaparse de sus labios tras haber dicho eso, probablemente bastante reprobable.
Sus manos se deslizaron hasta su bebida, sujetando la taza desde la oreja.
— ¿Pero ya pensaste qué harás cuando tu carta llegue y no estés en casa? Es decir, Hogwarts te enviará otra, por supuesto pero, tú sabes, cabe la posibilidad de no encontrarla y el mundo se perdería de una bruja tan poderosa como tú. Además-
El rubio hizo una pausa, dándole otro sorbo a su bebida. Necesitó detenerse y opacar la urgencia que tenía por contarle de los verdaderos peligros que había allá afuera, de todo lo que había vivido, en la calle, con su esposa, con su hija y, por supuesto, en la prisión donde hubo de terminar.
El profesor cerró los ojos un momento, manteniéndose firme y decidió terminar de beber, hasta que pudo aclarar su cabeza.
— Oh, eso no fue nada gentil, señorita. —Sus ojos miraron a aquel hombre y luego a ella, nuevamente.— Keos la ha tenido difícil. Estar lejos de casa nunca es fácil, sobretodo cuando buscas un sitio al cual llamar hogar...
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Keos
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Post by Keos on Jan 22, 2022 6:50:05 GMT
Llevó una mano a su barbilla al sopesar la posibilidad de conocer a alguien nuevo, pero nunca se le daba bien convivir, aunque lo intentara. No es que no quisiera, solo... temía que volviera a pasar lo mismo que ocurrió con su tribu. Jamás pensó verse a sí mismo tan inseguro, a veces se daba asco.
—Esperaré para conocerlo —dijo aún así, obligándose a aceptar incluso si por dentro no quería hacerlo—, aunque no sabría de qué hablar con él.
Terminó por soltar esa verdad, y cuando la mesera volvió a darse una vuelta le pidió un pedazo de pay para la niña, la cuál estaba muy distraída con la reprimenda por parte de Maret, que la tenía con la mirada gacha y culpable. No prestaba realmente atención hasta que ella dijo aquello, y entonces la mano que tenía sobre la mesa se cerró, mostrando un dolor frío por un segundo en sus ojos. Y ella lo notó.
—L-Lo siento, yo... —sus ojitos se nublaron en lágrimas, tenía miedo de que su amigo la dejara sola—. Es que... ni siquiera me reconocen a veces, no me gusta estar ahí...
—Pequeña —la interrumpió, y pudo ver cómo su mirada mostraba un miedo que hizo a su corazón temblar. El cuerpo de ella se hizo pequeño cuando estiró su mano hacia su dirección, como si temiera un golpe, igual que en casa, pero el grifo solo limpió una lágrima que apenas nacía, pasándole una servilleta cuando la vio aliviada de no ser apaleada—. No estoy seguro de saber qué es un hogar últimamente —admitió al alzar su vista a Maret—, creía que aquel sitio lo era, pero al parecer nunca estás seguro.
Les fue entregado el pay y Keos lo acercó a la niña para que comiera, pero se veía un poco insegura, como si creyera que no lo merecía.
—Come, necesitas estar fuerte por tí misma —le dijo suavemente—. Pero Maret tiene razón en algo, no es seguro estar sola en las calles, y menos de noche cuando me vas a buscar.
—¡Pero tu también estás en la calle!
—Porque soy fuerte, y creo haber entrenado lo suficiente para que alguien se la piense dos veces en atacarme, así como con el señor... con Maret —lo señaló con la barbilla, imitando al hombre—. Él es un... brujo, después de todo, tu eres fuerte también, pero —intercambió una mirada con él, como si entendiera un poco porqué hacía eso— creo que él solo busca que estés a salvo.
Y por fin, al darse cuenta, pudo decirlo.
—Es un buen hombre —sentenció—, así que sigue su consejo.
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Post by Maret Benoit on Jan 24, 2022 14:10:29 GMT
El profesor se quedó quieto, admirando al hombre sobrellevando la situación que enfrentaba con la niña. ¿Había sido grosero con la niña? En absoluto pero, verla lamentarse por lo dicho hacia el castaño le hacía preguntarse si en verdad no lo fue. Maret volvió a acariciar la oreja de la taza, un tanto inquieto. No se sentía culpable por lo ocasionado pero, quizás, si hubiera visto crecer a su propia hija, tal vez hubiera abordado aquella situación de manera diferente.
Ah, qué difícil se estaba tornando mantenerse en sus cuatro cabales frente a ellos. No se había sentido así de ansioso en bastantes décadas.
Intentó mantenerse firme un poco más, cuando entonces Keos decidió describirle con esa palabra. Qué dulce, no pudo más que sonreír con ella y también olvidar lo que dentro de su cabeza se enredaba. Maret rió a causa de la sorpresa.
— Oh, lo lamento, lo lamento. Me tomaste desprevenido. —Dijo, excusandose y levantó ambas manos, juntandolas para después acercarse a la niña, como suplicando por algo.— No quise ser tan duro contigo, pequeña. ¿Podrías perdonarme?
Volvió a su sitio, recargandose contra el respaldo. Ésta vez se cruzó de brazos y levantó un dedo, para llamar la atención de los dos.
— Eso es verdad, pequeña. Lo que Keos dice es muy cierto. —Empezó, moviendo su dígito al compás de sus palabras.— No hay nada más valiente que reconocer tus propios límites y a ti no se te debe olvidar que eres una niña todavía. Algún día crecerás y entonces podrás hacer lo que quieras, como irte de casa o caminar hasta altas horas de la noche pero, debes entender que todo tiene sus consecuencias... Y no lo digo porque yo no me haya equivocado nunca, oh, no, no. Yo también fui muy irresponsable cuando era joven y hoy me arrepiento de mucho.
— Viví en la calle por un buen rato, hasta que pude conseguir un lugar. —Un suspiro volvió a acompañarle y esta vez miró hacia arriba, donde el cielo, casi por simple reflejo.— Ni mis padres ni mi hermano estuvieron cuando intenté pedir ayuda... Muchas cosas sucedieron porque creí que si actuaba a mi conveniencia, nada malo iba a pasar pero ¿sabes? Ni mi esposa ni mi hija están ahora conmigo y todos los días no he dejado de arrepentirme.
Un esbozo de sonrisa quiso formarse en su rostro pero no pudo. Aunque su voz no hubiera titubeado, sintió que si quería seguir hablando debía hacer una pausa y eso fue lo que hizo. Se quitó los anteojos un momento y apretó el puente de su nariz, como si eso fuera suficiente para recobrar la compostura.
Tuvo que levantar su mano izquierda para pedir un poco de tiempo. Su corazón se apretaba con cada segundo que pasaba y una punzada en su garganta no dejaba de doler. Era divertido sentirse igual que hace diez, treinta. Hace más setenta años. ¿Qué le diferenciaba de ese tiempo al actual?
Tuvo que esperar a que la angustia le dejara y, tomándose otro breve segundo, volvió a levantar su dedo índice para enfatizar. Su rostro se mostró igual cuando le había conocido: Sonriente y alejado de cualquier preocupación más que de saber qué tipo de postre quería hoy.
— Así que, si quieres seguir viendo a Keos como hasta ahora, tendrás que comportarte, por lo menos un poco más.
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Keos
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Post by Keos on Jan 25, 2022 7:39:52 GMT
Por un segundo creyó ver que algo nublaba la vista del hombre, como si esta se perdiera en un punto alejado de ellos, incluso yendo más allá del café y la propia Francia. La excusa que sacó a relucir fue suficiente para confundirlo, era claro que estaba siendo amable, entonces, ¿Por qué parecía dolido?
Aun así, la disculpa pareció tranquilizar a la niña, la cual se limpió las lágrimas con la manga larga de su vestido y asintió con una sonrisa.
—Claro que sí, Keos tiene razón, usted es una buena persona —concordó con un poco más de ánimo, siendo lo suficientemente fuerte para tratar de tranquilizar a los adultos.
Gracias a esto ambos pudieron prestarles atención a las palabras de Maret, quien les compartió sus razones de tal severidad y preocupación. La pequeña quedó asombrada de que él hubiera hecho tal cosa, pues parecía una persona muy recta y responsable, sintiendo hasta cierta admiración de sus acciones. Ella tampoco creía que su padre o su madre estuvieran a su lado si pedía ayuda, eso lo entendió hace mucho tiempo, cuando esa mujer olvidó incluso quien era y la echó de su casa, creyendo que era una ladrona. Tuvo que regresar cuando sabía que había caído noqueada por las drogas, durmiendo con cierta dificultad en esa salita fría y húmeda.
Realmente no creía arrepentirse de ya no tener la presencia de esas dos personas, pues no las veía como los roles que se suponía debían de fungir en la vida de una pequeña que trajeron al mundo. Pero si le asustaba la idea de no tener un lugar al cual volver. Sus ojitos pasaron por un segundo hacia Keos; si él no estaba tan perdido como ella, ¿Significaba que la dejaría también?
En cambio, Keos no dejó de repetirse el hecho de que Maret había estado casado y con una hija, así como él lo estuvo alguna vez. Aunque, siendo sinceros, nunca tuvo el beneficio de saber el sexo de su cachorro. Lo único diferente es que parecía que él realmente los había amado, era… era tan similar y a la misma vez tan diferente. Él quiso darle la espalda a su hogar y amar a su compañera, en cambio, él jamás pensó en sí mismo, tan solo aceptó cazarse porque así se lo ordenaron, ni siquiera su hijo o hija fue traído con amor, y es que le dejaron en claro de que aquello no era necesario, ni en el matrimonio, ni en sí mismo.
Y aun así, entendía su soledad.
—¿Señor brujo? —preguntó con preocupación la pequeña al verle así, y es que parecía que algo le dolía. Ignoró un poco sus últimas palabras, aunque sabía que eso era verdad, y se acercó a él para atrapar sus mejillas entre sus manos—. No sé qué pasa, ¡P-Pero no debe ponerse triste! Que las amara así, ¡Las hizo muy afortunadas! ¡Usted realmente hace magia!
Después de todo, no había nada más mágico para ella que dos padres que realmente amaban a sus hijos.
—… —su vista pareció perderse de igual manera en el agua del río, apretando su taza ya vacía y fría entre sus manos. Volvió a sentir esa misma sensación de repulsión hacia sí mismo, viendo que no había entregado nada de eso a la compañera que ahora creía haber ofendido al no amarla. Y es que ahora parecía tener sentido, las palabras que le fueron gritadas en su cara, la ira. ¿Qué más podría ser sino odio hacia una unión vacía? No es como si ella lo hubiera amado, pero realmente, ¿Cómo podría hacerlo si ni siquiera pudo complacerla? —. Yo… también perdí a mi compañera y a mi ca… a mi hijo —dijo al final, casi en un susurro, y no se atrevió a ver a ninguno, simplemente no podía—. Todavía no había nacido, y ella me dejó luego de eso, no me fui porque quise, sino… —sus dedos fueron hacia la cicatriz en su rostro—, aún así creo que puedo simpatizar con usted, buscar un lugar a donde pertenecer luego de algo así es duro.
Sus ojos se cerraron por un momento, no quería recordar.
—Sé que tu estarás bien, por eso no me preocupo mucho, eres la niña más fuerte que conozco, y acabas de encontrar un nuevo amigo, cualquier cosa que les depare a los dos —su mirada fue hacia ellos por fin—, estoy seguro de que estarán de todo menos solos.
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Post by Maret Benoit on Jan 27, 2022 13:03:35 GMT
En nada, Maret tuvo a la pequeña niña frente a él angustiada y con claras señas de preocupación dibujadas en su rostro. El castaño sintió cierta vergüenza por dentro cuando le vio en tal estado y es que ciertamente no era algo que quisiera compartir aunque por dentro se estuviera ahogando por no poder hacerlo.
Le hubiera gustado intentar tranquilizarla pero fue turno de hablar para el otro hombre, quizás conmovido por lo que acababa de suceder.
La situación envolvió a Maret en cierta responsabilidad y no pudo más que detenerse a escuchar. Rápidamente, su mano soltó la taza de la que había bebido y, sin inmutarse, ahora estaba encima de la del otro, apretando con gentileza. Sus ojos dorados no se apartaron de él y, con cada frase entrecortada que a penas si alcanzaba a completar, quiso hacerle saber que estaba con él.
— Keos. —Dijo su nombre, esbozando una sonrisa al mismo tiempo y su otra mano también quiso envolverle.— Tú tampoco estás solo, ¿lo ves?
No podía dar por hecho lo que en verdad le había sucedido al otro y, es que al igual que él, lo único que pudo hacer fue compartir lo que a grandes rasgos había pasado. ¿Cómo decirle a alguien el crimen que había cometido en verdad? Si ya le habían arrebatado a su esposa e hija, por supuesto que iban a hacer a un lado a quien fuera. Ese no iba a ser un problema para ellos. Nunca.
El profesor tomó una de las manos de la pequeña para hacer que se uniera en aquel gesto y no pudo esconder la risa que aquella acción le trajo. Así como podía entristecerse, también podía regocijarse. Qué hombre tan tonto era.
— ¡Pero lo siento, lo siento! No pretendía cambiar la atmósfera tan agradable. ¿Podrían perdonarme? Les recompensaré la próxima vez. —Con un último apretón, terminó por deshacer aquel gesto y volvió a su asiento, mirándoles.
Maret dio un suspiro y tuvo que cubrirse la mitad del rostro con una mano. Podía sentir cierto bochorno en sus mejillas, reflejado con un suave color.— Aunque, ciertamente no es algo que pueda compartirle a todo el mundo... Y, pese a ello, agradezco que me hayan acompañado hasta que pude despejar mi mente un poco.
Del interior de una de sus bolsas del saco, tomó un pañuelo para disponerse a limpiar de sus anteojos y colocarlos así, a su sitio original.
— Entonces, pequeñuela, después de ver a dos hombres tan sensibles y muy buenos, ¿qué es lo que piensas ahora, mh?
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