E5: PA "A sweet date" (+18)

— Pasaron muchos cosas desde ese entonces —se defendió con una suave risa, y al terminar simplemente pidieron la cuenta, encontrándose de nuevo con aquella emocionada chica, quien les trajo la tarjeta con una amplia sonrisa—. Gracias.

Aceptó esta para pagar, y se sintió un poco incómodo por la mirada tan fija de ella y sus compañeras. Dejó algo de propina, quizá por eso lo estaban hostigando tanto.

— Podemos llegar de dos formas a mi casa —le dijo a Paul en voz baja, mientras entregaban el pago—. Caminando o volando, ¿cuál prefieres?

El grito le hizo verlas preocupado, ¿estarían bien? Aunque parecía que con sólo haber volteado todas habían sonreído y alzaron sus manos para despedirlos. Hizo un pequeño ademán antes de entrelazar sus dedos con los de Paul y seguirlo hacia afuera, dispuesto a cumplir con su pedido.

Se dirigieron hacia la entrada de Mystery City, donde ambos pudieron sentirse más relajados y ahí mismo soltó su mano, quitándose su camisa para amarrar la a su cintura. Terminó cargándolo estilo princesa tan rápido que lo sorprendió con una pequeña sonrisa.

— Así es más fácil —dijo como una excusa, pero era obvio que lo estaba disfrutando, pues sus manos tenían sus muslos y su espalda, estaba cerca, y podía oler su perfume—. A menos que quieras volar sobre mi lomo.

Lentamente sus ojos fueron cambiando a unos más dorados, y sus alas crecieron por fin, libres, mientras varias plumas rodeaban sus orejas.

– ¿Listo?

Le tomó unos segundos decidirse a despegar, pues tenerlo ahí acurrucado le provocó un sentimiento cálido y grato en el pecho. Lo acercó un poco más e inconscientemente restregó su mentón contra su cabello.

—Sujétate fuerte —le indicó antes de correr hacia uno de los puntos de vuelo más altos, plegando sus alas poco después de saltar. El viento corrió por su piel y sus plumas, haciéndole sentir libre otra vez—. No queda muy lejos, elegí uno de los sitios más altos del lugar —fue explicándole en voz alta para hacerse a escuchar—. Debo admitir que la vista es bonita.

— ¿Te gusta? —le preguntó al escucharlo, y es que ahora estaban sobrevolando el Distrito Dorado, con sus luces apantallantes y su energía tan característica. Cerca de ellos se alzaban los árboles de ese pequeño bosque, y más allá, estaba su distrito—. El Distrito Bosque es mi favorito, aunque es muy bajo para mi gusto.

Volaron cerca de unos árboles con flores, y lo acercó un poco para que pasara su mano por ellas.

Ese beso le hizo sonreír, luego de la segunda vez había dejado de sentir su orgullo herido al llevarlo así, era hasta cómodo, lo disfrutaba.

—Ya casi llegamos —le dijo al ver su distrito cada vez más cerca, intentaba volar un poco más lento para disfrutarlo, aunque era algo difícil—. Debo decirte que mi casa no es tan..., especial, pocas veces estoy ahí y realmente no he podido decorarla tan bien.

Frente a ellos se encontraba una casa en la cima de lo que parecía una columna cubierta por enredaderas, como si esta simulara ser un árbol. Varias casas a la redonda eran así, incluso algunas conectadas por varios puentes, pero no la suya.

La casa era grande y de un tono oliva sobrio que se confundía con el ambiente, haciendo la alusión a un bosque de árboles altos. Lo primero que vieron fue una larga terraza, donde el piso era de madera y había algunas marcas de garras, pues era su zona de aterrizaje.

— Llegamos —le dijo un poco nervioso, más no lo demostró. La entrada desde ahí era un gran ventanal, de extremo a extremo, apenas cubierto por unas cortinas aterciopeladas grises—. Vamos, después de ti.